LA DUQUESA HA
MUERTO, SAQUEN SUS PAÑUELOS
ESCRITO POR MANUEL NAVARRETE
Este 20 de noviembre ha muerto la Duquesa de Alba.
Queremos expresar nuestras condolencias..
.
Nos dan igual
las familias de quienes se ahogan en el estrecho. Nos traen sin cuidado las
familias de los obreros que mueren en accidentes de trabajo. ¿Y a quién le
importan las familias de quienes se suicidan tras ser desahuciados? ¿Sale acaso
en la tele alguno de ellos? ¿Son ricos o famosos? ¿Very Important People (VIP),
quizá? ¿Acaso no debería haber clases sociales? ¿Acaso todas las personas
deberían ser iguales? ¿Acaso no es mejor, aplicando la lógica de algún
tertuliano de la tele, volver a la Edad Media antes que volver al Esclavismo?
¡Pues entonces!
No le den
tantas vueltas y pongan la televisión. Ella les guiará. La “tele” dice que el
pueblo andaluz está llorando mucho por la pérdida de la Duquesa. ¡Una tele
prestigiosa, como la de este país! Nadie puede dudar de medios con una
programación del calibre de Sálvame Deluxe, Mujeres, Hombres y Viceversa o la
inteligentísima Miss Nosecuántos Mariló Montero, que dice que si te
transplantan el hígado de un psicópata, te vuelves psicópata (no como ella, que
es todo cordura). En fin.
A juzgar por lo
que dice la tele, no hay en toda la empobrecida Andalucía ni una sola persona
que tenga la menor crítica hacia la figura de la mayor terrateniente del Estado
español. Sí sí. Por lo visto todos estamos muy afligidos y a punto de llorar
ahora mismo. Y si lo dice la tele, es verdad. Ya se sabe que la tele nunca
miente. ¿Y como se sabe que la tele nunca miente? Porque lo dice la tele. Poco
más que añadir al brillante razonamiento. Solo que no es descartable tener que
reubicar de todas las bibliotecas obras como 1984, trasladándolas de la sección
de ciencia ficción a la de naturalismo decimonónico estilo Émile Zola. O a la
de realismo social quizá. Ya veremos. Quién sabe si pronto habrá que
trasladarla a la sección de libros de estilo periodístico, o incluso a la de
manuales de derecho constitucional.
Porque claro,
¿qué pueblo no querría tener a una esperpéntica Duquesa, a medio camino entre
la aristocracia de Alicia en el país de las maravillas y la nobleza de Los
juegos del hambre, para llorarla cuando se muera de vieja, entre lujos y con
tanto dinero que necesitaría resucitar siete veces para poder gastar la mitad?
Es fácil. Aprieten un botón y la tele les explicará que no hay nada de raro en
ello. Que los raros son los que lo ponen en cuestión. No piensen más. Qué
hermosas esas imágenes de la Duquesa sonriente, se ponga el canal que se ponga.
Con musiquita bonita y cinematográfica de fondo, faltaría más.
Quienes amamos
a los ricos y odiamos a los pobres solo tenemos un reproche que hacerle a la
televisión: es una lástima que no pongan también imágenes de jornaleros sin
tierra trabajando de sol a sol. De espaldas destrozadas, dientes caídos y
lesiones irrecuperables. De analfabetismo. De maletines de fondos europeos (el
PER de los ricos) yéndose a alguna de las doscientas mansiones de la Duquesa.
De policías pegando palos a los jornaleros del SOC cuando protestaban por la
concesión de la medalla de “Hija predilecta de Andalucía” a la Duquesa, en
2006. De escuadras franquistas devolviéndole las tierras a la Casa de Alba, en
1939, tras sofocar una revolución agraria con la democrática ayuda militar de
Hitler y Mussolini. O, ya que hablamos de historia, de cruzados
(autodenominados “reconquistadores”) robándole, espada en mano, las tierras a
sus anteriores propietarios para acumularlas en la Casa de Alba, entre otros latifundistas.
¡Momentos luminosos de nuestra historia que en estos momentos de aflicción
deberíamos rememorar con orgullo!
Pero hay más.
Mariló Montero y Kiko Matamoros (referentes mundiales en cuanto a rigor
informativo y audiovisual) van a explicarles que la Duquesa era una persona muy
caritativa. De todo lo que robaba, luego donaba un
0'0000000(...)0000000000000001% (probablemente menos de lo que destinaba a sus
grotescas operaciones estéticas) a obras benéficas, curas, cristos y cosas así.
Así que ahora toca ensalzar su generosidad sin límites. Y admirar su riqueza,
sin la cual esa generosidad no habría sido posible y que, faltaría más, nace de
la nada (y no de la pobreza de otros). Vamos, que cae del cielo.
No tiene nada
que ver con la explotación a la que se somete al medio millón de jornaleros
andaluces sin tierra, por ejemplo. Tampoco tiene nada que ver con que no se
respeten ni siquiera los convenios agrarios, con que se sobreexplote a los
trabajadores inmigrantes, con que no se haga contrato ni se dé de alta a muchos
trabajadores en esos “cortijos” que poco han cambiado desde los gloriosos
tiempos de Los santos inocentes. Todo ello, faltaría más, con la mayor
impunidad y a fin de que la Duquesa ganara aún más dinero y pudiera comprarse
algún que otro nuevo palacio o unas pocas inyecciones más de Botox. ¡Qué
admirable ser nos ha dejado! Dennos un pañuelo, por favor. ¿Cómo lo haremos
para superar este mal trago?
Pero nuestra
“unidad de destino en lo universal” (?) a veces tiene estas cosas y Cayetana
Fitz-James-Stuart y Silva, etc. (mejor no seguir, porque el nombre tiene más
“chuminás” detrás que el de Aragorn, Hijo de Arathorn, Heredero de Isildur) nos
ha dejado el mismo día que, años antes, otro ser tan admirable como ella y a
quien ella se lo debía literalmente todo: Francisco Franco Bahamonde. Y el
mismo día que José Antonio Primo de Rivera, ese que no era “ni de izquierdas ni
de derechas” (cosa que casi recuerda a... tranquilos: al chiste aquel de “ni
frío ni calor, 0 grados”). Triple razón, pues, para festejar hoy y siempre
nuestro eterno 20-N, día oficial del fascismo español. Y amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario