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lunes, 20 de agosto de 2012

A propósito del aborto


A propósito del aborto

EDUARDO SANGUINETTI



Más allá de la extraña situación política, el tema no saldrá de escena. Quienes sostenemos que un feto de 12 semanas es una expresión de vida pero no una persona titular de derechos y obligaciones, nos enfrentamos a quienes defienden la tesis de que la protección legal arranca con la concepción misma. Lo que lleva el debate a los procedimientos -legítimos y legitimados- de la fecundación in vitro que -en la tesis católica, por estos días reiterada- darían carácter de persona a un óvulo fecundado dentro de un tubo de ensayo y condenarían por genocida a quien destruya varios de ellos, por obligadas razones científicas. Y así sucesivamente.
Mientras tanto, los abortos siguen y aunque la ley uruguaya despenaliza numerosas situaciones (incluso la causada por “angustia económica”), en los hechos no hay mujer que siga un lento y publicitado proceso legal, exponiéndose así a los riesgos de las prácticas clandestinas. Estas, por otra parte, generan una fuerte discriminación social, pues notoriamente las mujeres más pobres son aquellas con menores posibilidades de conseguir mínimas garantías sanitarias.
Nadie podría discutir que el aborto es una derrota, algo no deseable. Hoy en día, incluso -con los métodos anticonceptivos disponibles- es una expresión de ignorancia que debería superar el debate. Pero el hecho social está, y la pregunta, entonces, es si a esa mujer que, llevada por la desesperación, interrumpe su embarazo, hay que declararla homicida y condenarla. Desde hace tiempo batallamos porque no sea así. Y habrá que seguir, en muchos países, procurando civilizar hábitos y seguir emancipando a la mujer de las consecuencias no queridas de su sexualidad. Porque la vida, después de todo, no puede ser fruto de la causalidad o la resignación, sino de la voluntad y el amor. La fatalidad de los hechos no debería nunca imponerse a las opciones de la libertad.


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