CON UN PIE EN LAS INSTITUCIONES Y MIL EN LAS CALLES
MAITE GARTZIA Y RICHAR VAQUERO
Juntas y organizadas, podemos cambiar Euskadi y construir un futuro más justo para todas
En
Euskadi, tierra de luchas y resistencia, la izquierda debe ser algo más que un
agente institucional: debe ser el motor que conecte las calles con los espacios
de decisión. El compromiso con la militancia y la sociedad civil organizada es
el pilar de nuestra estrategia política. Sin esa fuerza colectiva, ninguna
transformación es posible.
El retorno a una vieja cultura política pre-15M, basada en el elitismo y el desdén hacia la participación ciudadana, no es una opción. Tenemos que profundizar en nuestras señas de identidad: participación abierta, democracia interna y apoyo inquebrantable a las luchas sociales. Pero también sabemos que necesitamos nuevas estrategias para afrontar los desafíos que vienen. Esto implica cuidar a nuestra militancia, apostar por la formación y construir alianzas más sólidas con quienes están cambiando la sociedad desde abajo.
La fuerza
de Podemos nació con su militancia. Desde cada barrio, cada pueblo y cada
ciudad, nuestras bases han trabajado y siguen trabajando codo a codo con
colectivos sociales, sindicatos y movimientos ciudadanos. Creemos que estar en
las instituciones no significa desvincularse de las calles, sino poner la labor
institucional al servicio de quienes luchan por una vivienda digna, por un
planeta sostenible o por un sistema público de calidad. Ejemplos como las
movilizaciones por Osakidetza, donde trabajadoras y trabajadores han defendido
un sistema sanitario digno, la incansable lucha de las personas pensionistas, o
las manifestaciones a favor de una educación pública de calidad, son símbolos
de esa fuerza colectiva.
Podemos en Euskadi debe
reafirmar su compromiso con un modelo de transformación que pone a la gente en
el centro
En
Euskadi, la sociedad civil ha demostrado, una y otra vez, ser una fuerza
transformadora. Desde los sindicatos de inquilinas hasta los movimientos
feministas, pasando por la lucha climática y los colectivos antirracistas, se
demuestra que las calles están vivas y comprometidas con la justicia social.
Podemos Euskadi no sería lo que es sin el apoyo mutuo con estos movimientos.
Ahora más que nunca, es crucial reforzar nuestra colaboración con estos
agentes, acompañando el pulso de la calle y sumándonos a sus demandas. El
cambio no se construye desde el despacho, sino en constante diálogo con quienes
trabajan por una Euskadi más justa desde la base.
Nuestra
lucha no puede desligarse de los valores que nos definen. Somos una fuerza
feminista que apuesta por la igualdad real y la reorganización del trabajo,
tanto remunerado como de cuidados. Somos una fuerza ecologista que enfrenta la
emergencia climática sin concesiones al ‘greenwashing’ de las grandes
corporaciones como Petronor. Y somos una fuerza antirracista que trabaja por
erradicar las desigualdades que afectan a las personas racializadas y
migrantes. Estos principios no son simples consignas; son compromisos que nos
guían en cada decisión.
Con un
pie en las instituciones y mil en las calles, Podemos en Euskadi debe reafirmar
su compromiso con un modelo de transformación que pone a la gente en el centro.
Somos parte de un proyecto colectivo que no entiende de fronteras entre lo
institucional y lo social. Porque sabemos que, juntas y organizadas, podemos
cambiar Euskadi y construir un futuro más justo para todas.
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