ELOGIO DE LA LOCURA
JOSE
ERNESTO NOVAEZ GUERRERO,
La
decisión de Biden de autorizar para Ucrania a utilizar misiles de largo alcance
para atacar a Rusia responde a una voluntad de agudización del conflicto
interno en Estados Unidos para entregarle a su sucesor un escenario de guerra
mucho más difícil de resolver y donde el costo político de abandonar a Ucrania
sea prohibitivo.
En 1511 el sabio humanista Erasmo de Rotterdam imprime
por primera vez su Elogio de la locura, obra
escrita en parte en la villa de Thomas More en
Inglaterra. Este ensayo filosófico es una reacción contra el
sinsentido predominante en la Europa y el mundo de su época. Es, en cierta forma, la expresión de la crisis de la conciencia
humanística frente a las guerras religiosas de la Reforma y la Contrarreforma,
que asolaban el mundo que le tocó vivir a Erasmo.
La guerra, con su inmensurable cuota de sinsentido y absurdo sigue atormentando aún hoy a la especie humana. El mismo Occidente, acosado quizás por los mismos demonios, aunque con ropajes más modernos, sigue empujando la maquinaria de la destrucción en nombre de la defensa de valores abstractos que hoy, como en la época de Erasmo, esconden intereses mucho más terrenales y concretos.
Esta
danza de la locura y el absurdo que resulta ser la historia humana, acentuada
en la fase imperialista en que estamos, da nuevos pasos cada día hacia el
abismo, posiblemente nuclear, en el que existe real peligro de que se hunda la
especie.
El más reciente de estos pasos, ha sido la posible decisión tomada por el
saliente gobierno de Joe Biden este domingo 17 de noviembre de autorizar el
uso por parte de Ucrania de misiles de largo alcance para atacar objetivos
militares dentro del territorio ruso. Aunque Washington aún no se ha
pronunciado al respecto, numerosos medios occidentales se han hecho eco de la
noticia.
Actualmente Kiev posee un arsenal del sistema de misiles
tácticos del Ejército de Tierra (ATACMS, por sus siglas en inglés) producidos
por la empresa norteamericana Lockheed Martin y con un alcance máximo de hasta
300 kilómetros. Estos misiles tienen unos cuatro metros de longitud, pesan
entre 1,6-2,3 toneladas y portan una ojiva cargada con 226 kilogramos de
explosivo fragmentado. Además viajan a una velocidad de Match 3, que hace muy
difícil su intercepción.
Aunque estos misiles se han usado ya contra objetivos rusos dentro de
Ucrania, hasta ahora, a pesar de las reiteradas peticiones de Kiev, Estados
Unidos se había negado a autorizar su uso dentro del territorio ruso. Cabe
entonces preguntarse: ¿por qué el gobierno de Biden
habría dado este paso ahora y qué implicaciones tiene para el futuro del
conflicto entre Rusia y Ucrania y a escala global?
La
razón “oficial” para esta medida es la supuesta presencia de tropas norcoreanas
combatiendo en la región rusa de Kursk. Sin
embargo las razones reales pueden y deben buscarse, considero, más en la
política interna norteamericana que en la evolución de la zona de conflicto. La
presencia de tropas norcoreanas es solo un añadido a las decenas de miles de
mercenarios de diversos países con los cuales la OTAN ha engrosado las filas
del ejército ucraniano. Forman parte de la naturaleza de este tipo de conflicto
entre bloques geopolíticos y demuestran la capacidad de mundialización de
cualquier escenario bélico en el mundo contemporáneo.
El cambio
significativo ha ocurrido dentro de los Estados Unidos. Los demócratas han
sufrido un descalabro político de grandes proporciones, perdiendo la
presidencia, el senado y el congreso. El victorioso candidato republicano ha
prometido resolver la guerra de Ucrania en 24 horas y ha amenazado a la OTAN
con cambios significativos en el futuro cercano.
La
decisión de Biden responde entonces a una voluntad de agudización del conflicto
para entregarle a su sucesor un escenario de guerra mucho más difícil de
resolver y donde el costo político de abandonar a Ucrania, por demás un
altamente lucrativo negocio para la industria militar norteamericana, resulte
prohibitivo.
Con la nueva autorización, es previsible que Ucrania comience en lo
inmediato a atacar objetivos e infraestructuras claves dentro de Rusia,
empezando por el emblemático puente de Kerch, que conecta a Crimea con el
continente y que Moscú considera estratégico. También podrían atacar refinerías o centrales nucleares, algo que
ya han hecho en el pasado.
Además, tal y como advirtió Putin en su momento, una
autorización de esta naturaleza implicaría la entrada de lleno de la OTAN en el
conflicto. Para usar con efectividad estos misiles, Ucrania
precisa inteligencia satelital, que no posee y capacidades de operación que
tampoco posee. Esto debe suplirlo la OTAN. O sea, serían los atlantistas
quienes le dirían a Ucrania dónde atacar y quienes operarían los misiles. No hay manera de que Rusia acepte esto pasivamente. De hecho, en
declaraciones el lunes 18, Moscú anunció que responsabilizará directamente a
Washington y sus aliados por cualquier ataque que se derive de estas medidas.
Un
Estados Unidos y una OTAN enfrascados en un conflicto cada vez más directo con
Rusia implica un problema de alta complejidad para la administración
republicana, donde puede quedarse empantanada y con ella su popularidad.
Quizás también influyan en la decisión del anciano presidente norteamericano
saliente factores de vanidad histórica o de autoimagen, que tantas veces han
impulsado el absurdo y la locura en el pasado. Sin embargo, para calibrar las posibles dimensiones de esta decisión en el
futuro inmediato, baste recordar que Rusia revisó su doctrina nuclear
recientemente, haciéndola mucho más flexible. Reduciendo el conflicto a su expresión más elemental, vemos que
una potencia nuclear fuertemente armada autorizó a la nación donde está
librando una guerra proxy a atacar objetivos militares dentro del territorio de
otra potencia nuclear fuertemente armada.
Ante
esto, los voceros mediáticos de la “libertad”, la “democracia” y otros
“valores” del “mundo libre”, como epígonos menores de Erasmo, elogian la locura
del imperio norteamericano, presentándola como una decisión casi inevitable, en
la noble tarea de apoyar a Ucrania y garantizar su seguridad. Aunque aún la
decisión no ha sido oficialmente anunciada por la Casa Blanca, ya las cábalas
mediáticas comienzan a hacer su trabajo, creando un estado de opinión positivo
hacia el tema y, al mismo tiempo, especulando con la noticia.
Sin
embargo, la gran diferencia entre estos escribidores asalariados y el humanista
del Renacimiento radica en que estos no saben hacer otra cosa que pontificar en
defensa del orden establecido, mientras que el Elogio de Erasmo es, realmente,
una ironía y un profundo grito de insatisfacción contra un orden absurdo y sus
disfraces ideológicos que, para la riqueza y el poder de una pocos, sacrificaba
y sacrifica la vida y tranquilidad de muchos.
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