ISRAEL HA CONVERTIDO GAZA EN UNA FOSA COMÚN
902 familias
han sido completamente borradas
del Registro Civil
Civiles en Gaza caminando junto a los cuerpos sin vida
de
personas que han fallecido bajo los ataques israelís
Las
calles de Gaza, antes rebosantes de vida, se han convertido en ecos huecos de
una ciudad que ya no se reconoce. El ritmo familiar de la existencia cotidiana
–niños corriendo por estrechos callejones, familias reunidas en torno a
humildes comidas, vecinos intercambiando saludos– ha sido sustituido por un
silencio inquietante. En sólo un año, Gaza se ha transformado en un cementerio
de vidas destrozadas y futuros robados a manos de soldados israelíes con el
apoyo inquebrantable de Estados Unidos.
Detrás de las cifras oficiales –902 familias borradas del registro civil, más de 41.000 muertos, entre ellos 17.000 niños y 11.000 mujeres– hay historias de gente corriente que sólo soñaba con sobrevivir. Ahora se ven reducidas a sombrías estadísticas en una narrativa global que a menudo pasa por alto el coste humano de la guerra. Mientras el Gobierno ultraderechista de Israel intensifica su campaña genocida, el dolor de Gaza persiste. La desgarradora realidad de lo que significa perder no sólo individuos, sino familias enteras, legados enteros, aniquilados en cuestión de instantes.
Una
pérdida colectiva: el caso de la familia al-Kurd
La
familia al-Kurd, como muchas otras, vivía modestamente en un pequeño
apartamento en Beit Lahia, al norte de Gaza. No eran políticos; no se dedicaban
a otra cosa que a criar a sus hijos y soñar con días mejores. Mariam es la
única superviviente, porque estaba fuera de Gaza cuando empezó la guerra. Su
familia –trece miembros en total– murió en un ataque aéreo contra su casa. “Ni
siquiera tengo un cuerpo que enterrar”, dijo Mariam a CTXT, con voz temblorosa.
“Me dijeron que la casa se derrumbó al instante y que no quedaba nada que
recuperar. Es como si los hubieran borrado de la existencia”.
El
ataque aéreo que asesinó a toda la familia al-Kurd formaba parte de un
bombardeo de mayor envergadura, como muchos otros que han tenido como objetivo
sistemático zonas residenciales, y que han acabado con familias enteras en un
abrir y cerrar de ojos. Mariam es ahora la única que queda de su familia, un
fantasma viviente de lo que una vez fue.
“No
sé cómo explicarlo”, dice. “Un día tenía una familia y al día siguiente soy la
última que queda. Mi hogar ha desaparecido. Los recuerdos de mi infancia, mis
raíces... todo ha desaparecido”.
El
olor de la muerte: Los cementerios de Gaza
Más
de 10.000 personas siguen desaparecidas, probablemente atrapadas bajo los
escombros
Cuando
las bombas cayeron en Gaza, no sólo derribaron edificios: sepultaron vidas
enteras. Más de 10.000 personas siguen desaparecidas, probablemente atrapadas
bajo los escombros de lo que fueron sus hogares. La devastación ha convertido
grandes zonas de Gaza en un cementerio, no sólo de cadáveres, sino también de
esperanzas, sueños y futuros. Caminando entre las ruinas, es difícil no sentir
que la propia Gaza se ha convertido en una inmensa tumba abierta.
Abu
Jamal, de 58 años, lleva meses viviendo en un refugio improvisado. Su mujer,
sus tres hijos y sus nietos quedaron sepultados bajo los escombros de su casa
por un ataque aéreo. Él estaba recogiendo comida cuando cayeron las
bombas.
“Lo
perdí todo”, contó Abu Jamal a CTXT, con los ojos llenos de lágrimas. “No
estaba allí para protegerlos. No estaba allí para despedirme”.
“No
hay ninguna tumba que pueda visitar, ningún lugar donde llorarlos”
Las
bombas no sólo destruyeron su casa, sino a toda su familia. Ahora vive en una
tienda de campaña proporcionada por organizaciones de ayuda humanitaria, muy
lejos del hogar que construyó con sus propias manos. “Todos los días espero.
Espero noticias de que han encontrado sus cuerpos, para poder enterrarlos. Para
poder despedirme de ellos como es debido”, afirma.
Para
Abu Jamal, cada día que pasa sus heridas se hacen más profundas. “No hay
ninguna tumba que pueda visitar, ningún lugar donde llorarlos. Es como si nunca
hubieran existido, y eso es lo más duro”.
La
desaparición de familias
El
borrado completo de 902 familias del registro civil de Gaza es quizá la
estadística más escalofriante de este genocidio. No es sólo que hayan muerto
individuos, es que familias enteras han sido borradas de la faz de la tierra.
No hay supervivientes que perpetúen el apellido, ni nadie que pueda transmitir
historias o tradiciones. Es un genocidio isralí no sólo de personas, sino de
historia, memoria e identidad.
No
hay supervivientes que perpetúen el apellido, ni nadie que pueda transmitir
historias o tradiciones
El
doctor Samir Ali, psicólogo que ha pasado el último año trabajando con
supervivientes de la guerra explica a CTXT que “el impacto psicológico de este
genocidio se dejará sentir durante generaciones. Cuando pierdes a toda tu
familia, tu sentido del yo queda destrozado. No queda nadie para recordar
contigo, nadie para compartir tu dolor. Estos supervivientes no sólo lloran a
sus seres queridos: lloran toda su existencia”.
Ali
ha estado trabajando con Mariam al-Kurd para ayudarla a superar la pérdida de
toda su familia. “No está sola”, explica. “Hay muchos como ella: personas que
han perdido a todos sus seres queridos, que ahora existen en una especie de
limbo emocional, inseguros de cómo seguir viviendo”.
Los
niños de Gaza: crecer en una zona de guerra
Entre
las pérdidas más desgarradoras están las de los niños de Gaza. Más de 17.000
niños han muerto en el último año, y muchos más han resultado heridos,
traumatizados o huérfanos. Los que sobreviven tienen que enfrentarse a un mundo
que les ha robado la inocencia y los ha empujado a una realidad brutal.
“Dejó
de hablar el día que enterramos a su madre”
El
12 de noviembre me reuní con Lina, una niña de 10 años que vive con su tía tras
haber perdido a sus padres en un ataque aéreo. Lina ya no habla mucho; sus ojos
tienen la mirada hueca y distante de una niña que ha visto demasiado. “Dejó de
hablar el día que enterramos a su madre”, me dijo su tía, con lágrimas en los
ojos. “Ahora sólo mira el mar. No sé si volverá a ser la misma”.
La
historia de Lina no es única. Miles de niños de Gaza crecen ahora sin padres,
sin hogar y sin ningún sentimiento de seguridad. Las cicatrices psicológicas de
vivir una guerra de esta magnitud marcarán a toda una generación.
Para
muchos habitantes de Gaza, el genocidio dista mucho de haber terminado. Incluso
cuando las bombas dejan de caer, el bloqueo continúa, atrapando a casi dos
millones de personas en lo que en la práctica es una prisión al aire libre. La
crisis humanitaria se agrava día a día, y los alimentos, el agua y los
suministros médicos escasean. Los hospitales están saturados de heridos y las
infraestructuras básicas se han derrumbado bajo la presión de los constantes
bombardeos.
A
Sameh Esleem, un joven padre de tres hijos, un ataque aéreo le destruyó toda la
casa. Ahora, él y sus hijos viven en la escuela de Zahar, al sur de Gaza. “No
sé cuánto tiempo podremos sobrevivir así”, dijo a CTXT. “No tenemos comida ni
agua. Mis hijos están enfermos y no hay medicinas para tratarlos. Estamos
olvidados”.
La
familia Esleem ha visto horrores inimaginables. La esposa de Majed murió en la
redada, y su hija menor, Amna, de sólo seis años, ha dejado de hablar desde el
ataque. “Se despierta todas las noches gritando”, dice Majed, con la voz
quebrada. “Me pregunta dónde está su madre, y no tengo respuesta”.
A
pesar de la magnitud de la devastación, la respuesta internacional a la difícil
situación de Gaza ha sido en gran medida silenciosa. Los líderes mundiales han
expresado su preocupación, pero las medidas concretas para poner fin al
sufrimiento han sido mínimas. La ayuda humanitaria llega a cuentagotas, pero ni
de lejos es suficiente para hacer frente a las inmensas necesidades de una
población al borde del colapso total.
Los
habitantes de Gaza se sienten abandonados por el mundo, abandonados a su suerte
en un conflicto que no han elegido. “¿Dónde está la indignación?”, pregunta
Majed Safar. “¿Dónde están los gobiernos que dicen preocuparse por los derechos
humanos? ¿Por qué siempre se olvida a Gaza?”.
“El
impacto psicológico de esta guerra se ve agravado por el sentimiento de
abandono”
El
doctor Samir Ali se hace eco de este sentimiento. “El impacto psicológico de
esta guerra se ve agravado por el sentimiento de abandono”, afirma. “Los
habitantes de Gaza no son sólo víctimas de las bombas y las balas: son víctimas
de sus gobiernos palestinos ante la apatía mundial”.
¿Qué
queda por decir?
Como
periodista, he pasado el último año documentando los horrores de este
genocidio, tratando de dar voz a los sin voz. Pero al sentarme a escribir sobre
las 902 familias borradas de Gaza, me encuentro sin palabras. ¿Qué más puedo
decir después de un año de informar sobre la muerte, la destrucción y la
desesperación? ¿Cómo transmitir la enormidad de una tragedia tan profunda que
desafía la comprensión?
Para
la población de Gaza, la supervivencia ya no consiste sólo en mantenerse con
vida. Se trata de recordar
En
Gaza, las palabras se perciben cada vez más inadecuadas. La magnitud de las
pérdidas es demasiado grande, el dolor demasiado profundo. Cada día hay más
muertes, más destrucción, más vidas destrozadas. Y, sin embargo, el mundo
guarda silencio.
Para
la población de Gaza, la supervivencia ya no consiste sólo en mantenerse con
vida. Se trata de recordar: recordar los nombres de las 902 familias que han
sido borradas, recordar a los niños que nunca crecerán, recordar las vidas que
se vivieron y se perdieron. Se trata de negarse a que este genocidio pase
desapercibido, de insistir en que el mundo preste atención, aunque decida no
actuar.
En
su informe “De-Gaza: Un año de genocidio israelí y el colapso del orden
mundial”, el Observatorio Euromediterráneo de Derechos Humanos afirmaque “el 10% de la población de Gaza
ha muerto, ha resultado herida, se ha dado por desaparecida o ha sido detenida
como consecuencia del asalto militar israelí”.
El
informe detalla meticulosamente los actos sistemáticos de genocidio cometidos
en Gaza, incluido el asesinato selectivo de civiles en sus hogares, refugios,
campos de desplazados e incluso en áreas designadas como zonas humanitarias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario