VOCACIÓN OLIGÁRQUICA Y LA
EXCEPCIONALIDAD ARGENTINA
Papa Francisco (Riccardo
Antimiani / Zuma Press / ContactoPhoto) — Javier Milei (Roberto Monaldo / Zuma Press
/ ContactoPhoto)
Me da escozor poner en el mismo nivel de relevancia a dos personas de talla histórica, catadura moral y capacidad intelectual incomparablemente distintas, pero la contradicción radical de ambas visiones del mundo y la influencia actual de ambos personajes son, por lo menos, un buen puntapié para analizar qué está pasando en Occidente
Desde nuestra concepción, el capitalismo es una lógica de funcionamiento social donde la vida de las personas está subordinada al imperativo empresario de la maximización de la ganancia. El imperativo mencionado condiciona fuertemente las formas predominantes de propiedad y consumo, la distribución de la riqueza y el ingreso, el rol de lo público y las relaciones interpersonales, las emociones y deseos, la moral y política, el prestigio y el desprecio. Al no existir ninguna sociedad puramente capitalista, esta lógica no determina la totalidad de las cosas, simplemente establece un patrón general que encuentra resistencias permanentes en todos los planos: material, cultural, político, etc.
La lógica
capitalista tiene en la Empresa su rotor fundamental. La función de la empresa
es la ampliación del capital mediante la aplicación del imperativo. Esto aplica
tanto a las empresas de la economía real como a las empresas financieras aunque
en cada subsistema operan sub-lógicas que no vamos a analizar en este artículo.
En el mismo sentido, el imperativo se aplica igual en los países
subdesarrollados que en los de alto desarrollo. La Empresa es eso, con independencia
de la voluntad de los empresarios, gerentes o empleados: un agente de
acumulación de capital. No es ni bueno ni malo. Es.
Decíamos
que no existe ninguna sociedad puramente capitalista. Dentro de cada sociedad
hay contra-lógicas operando en todos los planos de la existencia. La lógica de
la cooperación y el predominio de lo común, por ejemplo, busca maximizar la
cohesión social y la distribución material. Esta lógica se despliega
fundamentalmente a través de dos agentes interrelacionados: la organización
comunitaria y la gubernamentalidad política. Las organizaciones como los
sindicatos y las políticas públicas populares como la educación universal
reducían la tasa de ganancia empresarial pero mejoraron la distribución de la
riqueza y la cohesión social.
En una
lógica, el sujeto colectivo es el Mercado; en la otra, el Pueblo.
Esta
tensión entre lógicas permitió el desarrollo de sociedades mixtas relativamente
prósperas, pacíficas e igualitarias cuando encontró cierto equilibrio. Así como
podríamos llamar al absolutismo de la lógica capitalista oligarquía, así como
podríamos llamar al absolutismo de la lógica social colectivismo, los distintos
grados de equilibrio de ambas lógicas podrían denominarse democracia. Son
nominaciones que tomo prestadas para este artículo, podríamos encontrar otras.
Sin
embargo, desde hace al menos cincuenta años la lógica derivada del imperativo
capitalista se fortaleció y la contra-lógica del imperativo social se debilitó.
La gubernamentalidad política se deterioró, degradó y corrompió, la
organización comunitaria se desarticuló y se dispersó. Así, las cosas comunes
perdieron calidad y prestigio afectando las adhesiones políticas. Sin embargo,
en ningún país del mundo se ha planteado oficialmente la destrucción absoluta
de lo público y la disolución oficial de la organización comunitaria. En ningún
país del mundo menos… en Argentina.
El
experimento político que se desarrolla en mi país tiene enormes implicancias
para el mundo. Un predicador fanático del anarcocapitalismo —el capitalismo sin
contralógicas— ejerce la primera magistratura. Aunque desde luego no puede
materializar su ideal, la difusión internacional de sus ideas es una novedad
significativa. La adhesión que despiertan en los ricos muestra una fuerte
ofensiva para transformar la Empresa en la única institución social habilitada,
los empresarios en oligarcas y las democracias en oligarquías.
Es
sumamente llamativo que este profeta de la ganancia y la demolición de
comuniones haya nacido en la misma ciudad que Francisco, profeta del humanismo
y la construcción de comunidades. El hogar natal de cada uno —el sur popular y
el norte opulento— y el momento histórico de su formación —los sesenta y
los noventa— pueden darnos algunas pistas; aunque desde luego algo más debe
haber. Búsquese la explicación en conspiraciones o constelaciones, la divina
providencia o el desorden cósmico… pero no puede ser mera casualidad.
¿Será una
excepcionalidad argentina? ¿Será su destino manifiesto? Estos calificativos
parecían reservados para los supremacistas norteamericanos… pero mi amada
patria tiene con qué disputarle.
Me da
escozor poner en el mismo nivel de relevancia a dos personas de talla
histórica, catadura moral y capacidad intelectual incomparablemente distintas,
pero la contradicción radical de ambas visiones del mundo y la influencia
actual de ambos personajes son, por lo menos, un buen puntapié para analizar
qué está pasando en Occidente.
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