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domingo, 12 de mayo de 2024

LA MEMORIA QUE HABITO(NARRATIVA¿)8

LA MEMORIA QUE HABITO(NARRATIVA¿)8

DUNIA SANCHEZ

Un día bajaré monte abajo con la frescura de la hierba renacida y veré la libertad de mi pueblo, de estas islas donde la decadencia las arroja acantilados acallados. Solo, el rugir del fuerte oleaje contra las rocas y ese faro indomable. Ya no habrá más muertos por el desprecio, por la oquedad de los gritos del silencio. Sí, bajaré un día cuando el brío del sol esculpa en mis ojos la mortandad de las armas. Bajaré y abrazaré a todo que pase a mi lado. Todo ser cubierto de podredumbre, de una esperanza marchada de sus almas. Hermética, como si no haya pasado nada, aunque en la memoria sea rasgar de cicatrices que se volverán silenciosas en el paso del tiempo. Aún no es tarde y Nor brillará como la edificaron nuestros antepasados. Un grito de amor se desbordará de mi estómagos y flores blancas dirán del cimbrar de la paz. Porque la paz llegará y un día bajaré monte abajo, no para donde los presos de las guerras enseñan sus dedos fríos, heridos, putrefactos ante tanto y tanto horror tras unas rejas e iremos de la mano como oxigeno a la vida. Correré con mi melena suelta al viento a esa ciudad devastada y hallaré algún rincón donde la alegría del final es verdadera ¡Uhm¡ Y el amor volverá a mis andanzas y dejare esta cueva de aislamiento donde la humedad perpetra mis extremidades! Y hoy el sol brilla, pero su brillo es falso, todavía no es hora .

 Un silencio demoledor estrangula mi garganta. Un silencio que dice que lo peor está por llegar. Cavilo en caravanas de prisioneros , de hermanos con hermanos, hostigados por la incoherencia, por la falsedad, por la traición pasando por una de las calles principales , desnudos, indefensos, ciegos a lo que esta por venir. Un muro y ahí esperan. Un tiro. Otro tiro. Cientos de tiros en la sien donde una bocanada de sangre escupe el último aliento. Alguien se queda de pie, es un reo más, es un amigo más. Señalan a otro prisionero. Con pistola en mano lo tiene que matar. Sus manos tiemblan , un sudor duro y sucio resbala por su tez. Y no puede….y no puedo. Por favor, que venga la esperanza, una esperanza que haga añicos toda esta sin razón. Lo presionan. Dicen de una libertad si aprieta el gatillo a su compañero. Cierra los ojos . en un movimiento rápido gira el revolver a su boca y dispara…y dispara. Un día bajaré monte abajo y seré abrazo, y seré saludo. Escucho las balas salir, escucho esas fosas comunes donde buscaré cada nombre, cada cuerpo caído en su peso donde los bichos habitan. Y haré un jardín, una ofrende de aquellos injustamente fueron torturados hasta la saciedad de la cara oculta humana, la maldad. Y un día bajare con la hierba fresca liándose a mis piernas donde una bandera blanca indica que es el momento, el momento de recoger nuestros muertos, el momento de erguir la isla de nuevo con toda su esbeltez, toda su belleza aunque rastros de infelicidad y amargura queden temblorosos en nuestros recuerdos. Pero espero que no regrese más, jamás. Y ante barbarie, me digo, vale la pena seguir invicta en este apartado sitio, vale la pena en el mañana bajar por la fresca hierba donde el dolor silba a los sueños. Sueños lentos…muy lentos. Pero sueños creando la prosperidad de una nueva existencia, aquí, en Nor. Miro el horizonte, miro ladera abajo, la humareda me dice que tendré que esperar y caigo en una desilusión. Y lucho…lucho monte abajo con la hierba fresca en el preciso instante que cierro los ojos y veo la paz.

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