MI CUERPO, MI DECISIÓN
ANITA BOTWIN
“Era imposible
determinar si el aborto estaba prohibido porque estaba mal, o si estaba mal
porque estaba prohibido.” Annie Ernaux
Francia acaba de hacer historia en materia de derechos humanos. El país vecino blindó en su Constitución el derecho al aborto dando un paso determinante en materia de igualdad y derechos sexuales y reproductivos. Se convertía así en el primer país del mundo en conseguir la libertad garantizada de las mujeres a abortar. La mayoría del mundo, la que apostamos por los derechos humanos, observábamos el avance con esperanza y orgullo; el orgullo que nos producen nuestras hermanas francesas tras tantas décadas de lucha feminista un año largo de debates parlamentarios y varias iniciativas de diputadas de izquierdas y de centro.
El resto de
democracias que se llamen a sí mismas progresistas deben hacer lo mismo si
quieren seguir considerándose como tal. En nuestro país tenemos la suerte de
contar con una ley pionera impulsada por al anterior Ministerio de Igualdad,
que mejoró la gestión pública del derecho al aborto e incorporó la salud
menstrual a la legislación. Por supuesto no podemos decir lo mismo de
Argentina, que desgraciadamente está dando pasos hacia atrás por un gobernante
machista que ha prohibido usar el lenguaje inclusivo lanzando una señal clara:
se acabaron los derechos para las mujeres. De hecho, Milei ha pasado su
motosierra sobre los derechos reproductivos de las mujeres y acaba de presentar
un proyecto de ley para prohibir el aborto que llevaría a la cárcel a las
mujeres que interrumpan su embarazo. En Argentina, donde tanto lucharon
nuestras hermanas ondeando sus pañuelos verdes por conseguir un derecho tan
necesario, donde lucharon por todas las pibas que habían muerto por carecer de
un aborto libre, legal, seguro y gratuito. Otro ejemplo es el de EE.UU. que
llevó a cabo la derogación en 2022 de la sentencia de Roe contra Wade tras la
cual hasta 14 estados han prohibido la interrupción del embarazo. Pero también
en Malta, Andorra, Polonia y Marruecos el aborto continúa penado. Ante esta ola
reaccionaria que recorre gran parte del mundo, es necesario blindar derechos
por lo que pueda pasar en el futuro y desde Versalles se ha tomado buena nota
de ello, amparada por una gran mayoría social que apostaba por la reforma,
incluso por parte de la ultra derecha y la parte menos progresista de la cámara
que también votaron a favor de la medida.
Prohibir el aborto
no es apostar por la vida por mucho que lo digan desde el Vaticano, prohibir el
aborto es apostar por la muerte y el dolor, es poner en riesgo a un gran número
de mujeres y niñas que arriesgan su vida. Cualquiera lo sabe, los datos hablan
por sí solos, pero el fanatismo religioso o machista, que a veces es el mismo,
no permiten ver más allá de sus propias doctrinas retrógradas, no permiten
empatizar con la mitad de la población. Muy al contrario, apostar por leyes que
garanticen el aborto seguro hacen que disminuyan la mortalidad materna y los
embarazos adolescentes. De hecho en Argentina, antes de que se aprobara la ley
de Interrupción voluntaria del embarazo, el aborto era la primera causa de
muerte materna. En los países donde el aborto está más restringido, solo uno de
cada cuatro abortos es seguro, en comparación con casi 9 de cada 10 en los
países donde el procedimiento es legal.
De hecho, la OMS publicó una serie de directrices a seguir sobre la
atención al aborto y aseguró que poder obtener un aborto seguro es una parte
crucial de la atención de salud. Y añadieron que «casi todas las muertes y
lesiones resultantes del aborto no seguro son totalmente evitables. Por eso
recomendamos que las mujeres y las niñas puedan acceder a servicios de aborto y
planificación familiar cuando los necesiten». De sobra sabemos que legislar en
contra del aborto es legislar contra las mujeres pobres, sabemos por la
generación de nuestras madres que quienes tenían dinero podían ir a Londres a
interrumpir su embarazo. Las mujeres ricas y blancas siempre tendrán acceso al
aborto sin problema en cualquier lugar. Las mujeres pobres y racializadas serán
las víctimas y nadie mandará mensajes de pésame desde el Vaticano. En EE.UU,
por ejemplo se verán obligadas a viajar a otros Estados para ejercer su derecho
y muchas no dispondrán de medios para conseguirlo.
Este 8M volveremos
a gritar «fuera rosarios de nuestros ovarios», porque por muchos derechos que
hayamos conquistado Francia nos manda un mensaje claro, y es que en cualquier
momento podríamos perderlos. Este 8M reivindicaremos la vida y por eso no olvidaremos
a todas las mujeres asesinadas por violencia machista. Esa es la vida que nos
importa, la que ya existe y quieren arrebatarnos.
El mensaje «mi
cuerpo, mi decisión» aparecía en letras mayúsculas proyectado y brillando sobre
la Torre Eiffel de Paris. Era un mensaje que nos mandaban las francesas al
resto del mundo para que siguiéramos sus pasos. Gracias Francia por hacer
historia y mostrarnos el camino a seguir.
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