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miércoles, 25 de octubre de 2023

¿VAMOS A ELECCIONES?

 

¿VAMOS A ELECCIONES?

ANA PARDO DE VERA

Tras varias conversaciones y análisis, si me preguntan en estos momentos si creo que vamos a una repetición electoral, les contesto que no: "Creo que habrá Gobierno de coalición PSOE-Sumar". ¿Con amnistía, o como se llame? Con amnistía, o como se llame la figura que constituye el gran obstáculo (no el único) de la negociación con el resto de apoyos necesarios para investir a Pedro Sánchez presidente, aparte del de Yolanda Díaz y sus diputados/as. "Estamos en ese momento en que el río va a desembocar al mar, el cauce se estrecha y se acumula todo tipo de porquería [mi interlocutor dijo "mierda", en realidad], provocando un atasco que suele resolverse por el empuje natural del agua". Un atasco, pienso yo, cuyos componentes de todo tipo van a parar al mar. Pero eso no lo digo; al fin y al cabo, la legislatura es otra historia y la metáfora del dirigente socialista que respondía a mi pregunta estrictamente sobre las negociaciones me pareció bastante acertada.

 

Es verdad que tanto al PSOE como a los nacionalistas catalanes y vascos les interesa un pacto de largo recorrido, un pacto que vaya más allá de la reelección del actual jefe del Ejecutivo, y si están todos de acuerdo, pudiera parecer más sencilla (nunca fácil) esta opción. De todas formas, resulta complicado, incluso con la mejor de las intenciones, pensar en un acuerdo de gobernabilidad cuando en 2024 se celebran elecciones europeas, en Euskadi y Galicia, y en Catalunya seguramente (en 2025, en todo caso); y no son unas elecciones cualquiera.

 

El PNV afronta por primera vez la posibilidad de perder la primera posición ante Bildu. Como la mayoría absoluta de alguno de los dos parece improbable,  eso sí, serían los socialistas en Euskadi los que podría inclinar la balanza del Gobierno a uno u otro lado. Casi nada: tres partidos que sellarían un acuerdo de investidura en las próximas semanas (¿primera quincena de noviembre?) para el Gobierno de España, metidos en este berenjenal en Euskadi.

 

Por no hablar de Catalunya: tras los resultados de municipales y generales, en mayo y julio, el PSC tiene "el empuje del agua" a su favor, como hace mucho que no ocurría, para ganar las autonómicas; hay quien le otorga incluso la mayoría absoluta, pero, aun en ese caso, el panorama de presidir la Generalitat y el Gobierno central con el apoyo de Sumar, los independentistas, ERC y Junts, que son competencia directa y entregada al territorio, se antoja el "más difícil todavía", que siempre creemos que no puede llegar y en España siempre llega.

 

¿Y en Galicia? Es la primera vez que se plantea una posibilidad en años de derrotar al PP de Alfonso Rueda, precisamente, porque ya no lo es de Alberto Núñez Feijóo, cuya personalísima gestión ha dejado demasiada impronta (y alargada sombra) en el PP gallego. El liderazgo de la oposición lo ostenta el BNG de Ana Pontón, que necesitaría seguramente al PSdG del resucitado José Ramón Gómez Besteiro y/o a Sumar, si se presenta y según con qué resultados. Otra vez los mismos, para que luego digan que los nacionalismos no tienen implicaciones en la gobernabilidad del Estado, en presencia o en ausencia si gobierna la (ultra)derecha.

 

Con este futuro electoral y enrevesado, más incluso que el presente, si cabe, llevar a los/as españolas a unas nuevas elecciones sería imperdonable, para propios (partidos nacionales) y extraños (ídem territoriales). Por más que el PP y Vox se esfuercen en trasladar la ilegitimidad -y hasta la ilegalidad-, de nacionalistas e independentistas; por más que estos se esfuercen en desentenderse de la política española, lo cierto es que sin esta realidad territorial y en este momento, la izquierda española no basta para librarnos de los Milei patrios y sus valedores. Este debe ser "el empuje del agua", por ejemplo, junto a los 12,3 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión que se confirman en España. Urge un Gobierno de progreso.

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