SI, LA POLICÍA TAMBIÉN SE INFILTRA EN LAS UNIVERSIDADES
Ya son cinco los policías infiltrados en movimientos
sociales y grupos ecologistas que se han destapado en lo que va de año. Ahora
la Universitat de Girona denuncia que una de las infiltradas estuvo matriculada
dos años utilizando una identidad falsa.
VICTORIA
VÁZQUEZ
El diario La Directa ha destapado un nuevo caso de infiltración policial. María IT, quien estuvo infiltrada en el movimiento democrático catalán desde 2019 y en una relación durante tres años con un activista catalán, estuvo matriculada también en la Universitat de Girona en los cursos 2020-21 y 2021-22 bajo una identidad falsa que le había proporcionado el Ministerio del Interior dirigido por Grande Marlaska. Este caso de infiltración policial va más allá de lo que se creía en un principio, esta policía no solo estaba infiltrada en el movimiento democrático catalán sino también en el movimiento estudiantil.
Esto es
especialmente grave en un contexto que se está volviendo cada vez más
represivo, dentro y fuera de las universidades. La nueva Ley de Convivencia
Universitaria (LCU), cortesía de Podemos, da nuevas y mejores herramientas a la
casta universitaria para reprimir a quienes se organizan políticamente y por
izquierda, una ley que ya se está aplicando en varios casos (entre ellos el
mío). Vemos una y otra vez cómo la policía campa a sus anchas por los campus,
reprimiendo no solo la organización política sino también el ocio.
No solo ha
continuado la práctica de infiltrar policías en nuestros espacios de
autoorganización y hasta en la cama y la totalmente antidemocrática Ley
Mordaza, también la represión al movimiento democrático catalán y la represión
en las fronteras, es que ha aprobado una mordaza digital, se ha endurecido el
Código Penal, se niega la amnistía a miles de luchadores en Catalunya y se ha
contratado más fuerzas represivas: máximo histórico de Policía Nacional y
Guardia Civil con 156.400 efectivos.
Fuera de las universidades
tenemos a los más de tres mil encausados por el procés, a los que las
direcciones de los partidos están dejando vendidos en su amnistía por arriba,
casos como el de Valtonyc o Pablo Hasel, encarcelados por el horrible crimen de
cantar contra la corona, o a los seis de Zaragoza, encausados por protestar
contra la extrema derecha, los obreros de Cádiz procesados por participar en
una huelga, migrantes en CIEs por el aparato criminal de extranjería, y más
casos.
Mientras el PSOE y
Sumar pactan con Junts una amnistía por arriba, solamente para los líderes del
procés o para los policías represores del 1O como pide Yolanda Díaz, el resto
de personas que en todo el estado luchamos contra este régimen no entramos
dentro de esta amnistía que busca cerrar del todo la profunda brecha del
régimen del 78 que se abrió con el 15M y más tarde el movimiento democrático
catalán.
Hoy más que nunca,
cuando la represión va en aumento y los pactos de gobierno han vuelto a poner
la amnistía en el centro, es necesario impulsar un movimiento por una amnistía
amplia y para todes les que luchan. No podemos regalarle las calles a la
derecha españolista rancia que en 2017 gritaba “a por ellos” y que avanzan sin
que nadie les ponga freno. Peleemos por un movimiento estudiantil que también
pelee por la amnistía y contra la represión de la mano de toda la clase
trabajadora.
Por eso desde hoy
tenemos la tarea de volver a la movilización y la lucha de clases para que no
puedan imponernos sus políticas represivas brutales. Y para exigir la amnistía
de todas y todos los luchadores perseguidos. Contra los pactos por arriba,
tenemos que impulsar la lucha desde abajo. Ya está bien de hablar de males
menores, necesitamos una izquierda nuestra, socialista: de la clase
trabajadora, las mujeres, la juventud, las migrantes y todas las que nos
organizamos contra este sistema de miseria, para que no avancen ni un paso más
contra nosotras.
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