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martes, 5 de septiembre de 2023

FELIPE GONZÁLEZ: EL GRAN AMNISTIADO

 

FELIPE GONZÁLEZ: EL GRAN AMNISTIADO

PABLO IGLESIAS

Felipe González ha visitado a Carlos Alsina en los estudios de Onda Cero. González no es cualquiera. Junto a Francisco Franco es la personalidad política española más importante del siglo XX. La personalidad política de González no sólo es relevante por haber sido jefe de Gobierno desde 1982 hasta 1996 (nadie salvo Franco ha dirigido el gobierno de España tanto tiempo en el último siglo) sino porque es la figura fundamental de la Transición. González triunfó frente a Suárez y aniquiló a Carrillo y al PCE en la batalla por la hegemonía de la izquierda. González encarna como nadie el proyecto político del 78 del que presume cada vez que tiene ocasión. “Yo soy del Régimen del 78” ha dicho más de una vez con modales rubialescos. González encarna también la modernización de una España que se incorporó a la CEE asumiendo la división europea del trabajo que nos consolidó como país con una economía terciarizada de servicios

 que acumuló notables tasas de desempleo juvenil y precariedad. González representa además la confirmación de que España es un país tan de la OTAN como cualquier otro en una rectificación antológica (“OTAN, de entrada no”, decían en el PSOE): una nueva derrota de la izquierda, que aun así trató de reorganizarse tras el amplio movimiento contra las bases americanas y la Alianza Atlántica, en una confluencia del PCE con algunos otros partidos progresistas. González ganó el referéndum gracias a RTVE, quizá con menos contundencia de lo que esperaba, pero en cuanto volvieron a celebrarse elecciones generales logró una nueva mayoría absoluta. González se alió con las grandes élites económicas del país y es difícil disociar lo que representaron los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo sevillana de su personalidad política. Al mismo tiempo, González fue una figura de referencia en América Latina que se tuteaba con Fidel Castro.

 

Felipe González tiene buenas razones para creerse importante, porque es importante hasta el punto de que todos los líderes del PSOE han sido comparados con él. Incluso el que más razones ha podido tener para enviarle al Aventino del partido, Pedro Sánchez, ha necesitado su abrazo. González es muy importante y ha pasado años sentándose como un monarca en el Consejo Editorial del grupo Prisa; esto no me lo han contado porque lo viví en la comida a la que me invitaron en la sede de El País. Cuando terminó de comer, aunque algunos seguíamos aún comiendo, se encendió un puro en aquel salón mal ventilado. Allí aprendí que el poder y la importancia también es eso: poder encenderte un puro donde te salga de los cojones.

 

A Felipe González le sobra importancia para decirle lo que le salga de las narices a Carlos Alsina y que cada “reflexión” del expresidente se convierta en un teletipo de la agencia EFE. Pero permítanme una modesta crítica: resulta indecente que el gran amnistiado de nuestro sistema político critique la amnistía.

 

Felipe González fue el responsable de uno de los mayores crímenes que puede cometer un Estado: el terrorismo. Él mismo lo reconoció en una memorable entrevista con Juan José Millás en el periódico de Prisa: “Tuve que decidir si se volaba a la cúpula de ETA. Dije no. Y no sé si hice lo correcto”. Esto lo declaró el 7 de noviembre de 2010. Y añadió: “Nuestra gente había detectado –no digo quiénes– el lugar y el día de una reunión de la cúpula de ETA en el sur de Francia. De toda la dirección. Operación que llevaban siguiendo mucho tiempo. Se localiza lugar y día, pero la posibilidad que teníamos de detenerlos era cero, estaban fuera de nuestro territorio. Y la posibilidad de que la operación la hiciera Francia en aquel momento era muy escasa. Ahora habría sido más fácil. Aunque lo hubieran detectado nuestros servicios, si se reúne la cúpula de ETA en una localidad francesa, Francia les cae encima y los detiene a todos. En aquel momento, no. En aquel momento sólo cabía la posibilidad de volarlos a todos juntos en la casa en la que se iban a reunir. Ni te cuento las implicaciones que tenía actuar en territorio francés, no te explico toda la literatura, pero el hecho descarnado era: existe la posibilidad de volarlos a todos y descabezarlos. La decisión es sí o no. Lo simplifico, dije: no. Y añado a esto: todavía no sé si hice lo correcto. No te estoy planteando el problema de que yo nunca lo haría por razones morales. No, no es verdad. Una de las cosas que me torturó durante las 24 horas siguientes fue cuántos asesinatos de personas inocentes podría haber ahorrado en los próximos cuatro o cinco años”.

 

No es legal en España que el presidente del Gobierno tenga la opción de ordenar que explote una bomba en territorio francés para matar a ciudadanos, aunque se supiera que eran los jefes de ETA. Como cuando se sacó el puro frente a mí, en esa entrevista Felipe González se puso en modo Rubiales y se agarró los machos para reconocer, con dos cojones, que, con él de presidente, el Gobierno de España daba órdenes a agentes prestos a cometer atentados terroristas en nombre y por cuenta del Estado.

 

¿Y saben por qué Felipe González pudo decir esto en una entrevista? Porque goza de la más escandalosa amnistía que un terrorista pueda recibir. Carles Puigdemont y los líderes independentistas pueden haber llevado a cabo comportamientos que se subsumen en tipos penales, administrativos o civiles que sean objeto de reproche jurídico si así lo decide un tribunal (y la mayoría de los jueces que presiden los tribunales que les juzgan desean decidirlo) pero nadie les podrá decir nunca que fueron terroristas. A González, el gran amnistiado, el que fue identificado por todos los periodistas que investigaron los GAL como el “Señor X”, sí.

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