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martes, 29 de agosto de 2023

ESTO PARA CUARTO MILENIO


ESTO PARA CUARTO MILENIO

          QUICOPURRRIÑOS

 

          Debe ser cierto aquello de que la vida te sorprende cada día. Debe ser verdad lo de  que en cada jornada aprendes algo nuevo porque, por muchos años que vaya cumpliendo, siempre me queda algo por descubrir, por entender, por comprender. Cuántos misterios sin resolver y uno pensando que tenía respuesta para todo. Y si no lo creen, como muestra un botón. Alguien sería capaz de responderme a dónde van los calcetines negros que entran en la lavadora a pares y salen huérfanos de compañía,  porque a mí me sucede en cada lavado. Después del centrifugado y una vez que se enciende la luz verde que indica que ya la maquinita terminó con el programa previamente elegido, comienzo con el ritual de ir sacando la ropa, poniéndola en la cesta que la ha de conducir al tendedero y sistemática y obedientemente regresan pantalones, camisas, calzoncillos y hasta

 calcetines  blancos o de color, a  rayas o a cuadros, todos como debe ser, todos menos los negros y no me explico por qué. Da igual que sean un par grande o pequeño, de punto o de los llamados ejecutivos, el caso es que si entran ocho en la lavadora, al menos tres se dan a la fuga y por más que los busco no los logro recuperar. Lo más estúpido, si es que cabe mayor insensatez, es que conservo a los fieles que no huyeron dejándolos descansar durante meses en esa cesta plana que tengo en el cuarto del lavadero, donde reposan y aguardan tontamente el regreso del calcetín negro perdido y nunca hallado. Y me digo entonces, acaso esperas que resuciten, que vuelva el hijo prodigo. Me cuestiono si es que lo traté mal o lo discriminé por su color y, por eso,  se reveló y me digo que no es racismo, que yo no entiendo de diferencias, pero lo cierto es que solo los de ese color desaparecen. Y me vuelve la duda, la pregunta, el qué misterio habrá. Y, ya puestos,  también me cuestiono: eso me pasa solo a mí o también al resto de los que ponen un lavado semanal, porque hasta hoy me había considerado una persona corriente, normal, del montón, aunque un poco ordinaria sí, porque digo palabrotas. Tras años de padecer este trastorno que frecuentemente me produce intranquilidad a la hora de conciliar el sueño, tras haber inspeccionado el tambor de la “Bosch” en busca de algún agujero, escondite, vía de escape o reducto por el que el dichoso calcetín desapareciera, como por arte de magia, a lo “Houdini” o como “Papillón”, si la lavadora cárcel fuera, he  valorado pedir cita en un sicólogo o siquiatra, que bueno es aceptar que igual tengo algún tipo de desequilibrio mental lo cual no debería ser motivo de menosprecio , vergüenza o burla,  pero finalmente, tras ver en “ La Cuatro” el programa de Iker Jiménez donde cada misterio que le formulan lo resuelve en lo que dura su  emisión, creo que le plantearé mi caso a fin de que sea clasificado, valorado, estudiado, explicado y resuelto en el próximo programa  del “Cuarto Milenio” que emita la cadena de televisión nombrada, consiguiendo así matar dos pájaros de un tiro, de un lado resolver la duda que me acompaña desde hace años y de otra ahorrar algún que otro euro a la hora de comprar calcetines negros, que no está la cosa para derroches.

 

                                                                               quicopurrriños

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