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domingo, 27 de agosto de 2023

DESCONFIAR DE LA DEMOCRACIA

 

DESCONFIAR DE LA DEMOCRACIA

ANÍBAL MALVAR

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante una

rueda de prensa. EFE/ J.P.Gandul

Sobrevuela el ambiente un miedo a que el Partido Popular pueda estar urdiendo un tamayazo. O sea, que anden comprando por ahí cuatro o cinco votos socialistas para hacerse con el Gobierno e investir a Alberto Núñez-Feijóo. La derecha va tejiendo su tela de araña sobre la democracia para asfixiarla. Y lo peor que le puede suceder a una democracia es que el pueblo desconfíe de ella. En EEUU, Donald Trump basa su estrategia precisamente en esa sementera de inquinas contra el sistema. El voto no funciona. Pasemos a la fuerza de la mendacidad y el cheque. Y, según dicen las encuestas, no le está yendo nada mal al golpista americano de pelo raro.

 

Si desconfiamos de la democracia, es que el pueblo desconfía del pueblo. De sí mismo. Y eso yo sí creo que es una enfermedad mortal para la convivencia. La voz de la mayoría ya no cuenta, porque se puede enmudecer llamándola mentirosa. La derecha no solo difunde bulos, sino que nos quiere hacer creer que la democracia es un bulo en sí misma. Y ese es un punto de no retorno hacia el fascismo.

 

Hasta Guillermo Fernández Vara, expresidente extremeño y tipo tan moderado (sic) que algunos lo consideramos de derechas, se ha atrevido a decirlo a las claras: "El PP está defendiendo el transfuguismo, es decir, que gente que se ha presentado en unas listas, llegado un momento, vote una cosa diferente. Una vez y no más, Santo Tomás. Ya ocurrió".

 

 

Y claro que ya ocurrió. Esperanza Aguirre, recientemente señalada por enésima vez por la Policía como amañadora de elecciones, llegó al poder por esa vía. Comprando diputados. Aunque nuestra ejemplar democracia nunca haya podido demostrarlo. Nunca se profundizó ni política ni periodística ni judicialmente en cómo había sido ese golpe de Estado. Los rumores hablan de que se pagaron seis millones de euros por los votos de los dos diputados socialistas que traicionaron sus siglas. Los rumores.

 

Que no se sepa quién coño asesinó a Kennedy entra dentro de lo normal. Fue una gran conspiración, con tantos agentes que se puede decir que lo mataron todos. Pero el tamayazo fue un disputado voto del señor Cayo sacado al mercadillo por unos trileros de poca monta. Un timo de andar por casa. Y nuestra democracia fue incapaz de resolverlo. De decirle al pueblo que la democracia no se compra y decirle quién fue el delincuente que la quiso comprar. Somos una novela policíaca inacabada.

 

Cuando se produjo aquel atentado contra la dignidad democrática, el periódico en el que trabajaba me mandó a hablar con José Blanco para ver si arrojaba alguna luz. No le pedía acusaciones ni declaraciones. Si me daba un par de claves para seguir investigando, ni siquiera le hubiera citado como fuente. El entonces secretario de Organización del PSOE me contestó vaguedades. No sabía nada. Ponía caras de asombro. Las direcciones de los periódicos tampoco gastaron mucho músculo en seguir profundizando. Y pasaron los días, y llegó el olvido. Se había perpetrado un ataque contra una decisión de las urnas, pero nadie se veía con entusiasmo para querer enterarse de nada.

 

Como periodista, no debería escribir esto. Pero como ciudadano, creo que tiene su interés. Yo salí de aquella entrevista con José Blanco con la acientífica convicción de que me había mentido. De que sabía mucho más del asunto. De que el PSOE, por razones ignotas, no deseaba que la opinión pública supiera realmente lo que había sucedido. Es una especulación que me corroe el alma desde entonces, y por eso la cuento. Y la intento echar como vómito, pero no soy capaz aun después de tantos años. En mí sí consiguieron que anidara el buitre de la desconfianza en la democracia. Espero que no pase otra vez, para que no os contagiéis también vosotros.

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