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viernes, 21 de julio de 2023

VOTAR EN UN PAÍS VASALLO

 

VOTAR EN UN PAÍS VASALLO

PATROCINIO NAVARRO VALERO

Todos somos conscientes de la relativa importancia que tienen las elecciones en España porque vivimos en un país vasallo, donde el pueblo ha retrocedido en derechos, libertades y bienestar a medida que aumentan las exigencias de vasallaje, igual que en la Edad Media.

Puede que algún lector piense que esta afirmación es exagerada, y en ese caso le invito a pensar quién decidió  que estemos  en guerra en Ucrania, quién decide la política bancaria, los desahucios indiscriminados, las reformas laborales y las privatizaciones, los recortes, las ayudas millonarias a la Iglesia y los privilegios de las instituciones religiosas, y aún podría alargarme con la política energética o los bajos salarios. ¿Quién decide la cuestión del Sahara y del pueblo saharaui? Citaré algunos responsables y que cada cual valore le asigne su papel decisorio:  EEUU, Banco Central Europeo, Banco de España, Fondos Buitres con diversos nombres en inglés, burócratas de Bruselas, Marruecos, Ibex 35…G-7…Bilderberg… . Así que somos ciudadanos de un Estado vasallo sujetos a vasallaje que empobrece  sin que haya habido referéndum ni otra posibilidad de ejercer la voluntad del pueblo trabajador, que por ser mayoría algo tiene que decir al respecto porque afecta a nuestras vidas directamente lo que esos  macropoderes deciden sobre nosotros.

 

Claro está que se nos argumentará que  para eso están las elecciones, y que no es lo mismo votar por políticos de derecha, siempre mentirosos, desvergonzados, agresivos, inmorales, comúnmente corruptos y ladrones, con sus inseparables amigos los fascistas de toda la vida, que representan juntos  por separado, a todos aquellos poderes opresivos, que  votar a políticos de izquierda que intentan corregir su influencia  sobre la ciudadanía, mejorando sus vidas  teniendo que enfrentarse a los poderes dominantes  y al lavado de cerebro colectivo de unos medios de comunicación que sirven con fidelidad perruna a esos poderes citados, aunque lo conseguido, lo posible, ay,   nunca es lo deseable.

 

Por qué lo posible no es lo deseable se aprende enseguida: porque estos sistemas democráticos no son democráticos y mira que lo decimos veces desde la izquierda; que no hay democracia porque este es un país capitalista con una falsa  democracia al servicio del capitalismo, no una democracia obrera al servicio del pueblo trabajador. En esto hay una gran diferencia. Y donde mejor se aprecia la diferencia  es en el interior de cualquier empresa. ¿Dónde está la democracia en la empresa?  Anton Pannekoek,  Karl Korsch y Rosa Luxemburgo lo explicaban muy bien y deberían leerlos más nuestros políticos que se dicen de izquierdas.

 

Aún dentro del capitalismo habría una mejora social y política  si el pueblo tuviera el poder de corregir o revocar la acción del gobierno y de sus ministros, o cundo un Jefe del Estado es elegido por los ciudadanos. Pero  en España, por ejemplo,  no ocurre todo eso ni se le espera.  Esto nos da una idea de los peldaños que aún tenemos que subir hasta la libertad colectiva.

 

En estas condiciones, un país vasallo como el nuestro puede convocar elecciones libres, por supuesto. Y pueden concurrir a ellas todos esos partidos políticos  que aspiran a ejercer el poder político, que lamentablemente  se traduce  al final  en cómo administrar el vasallaje. Y la tarea no es sencilla, como pueden suponer. Por un lado nos encontramos con esos Partidos ( nunca enteros, siempre fraccionados) que están del lado de esos poderes que  pugnan por ampliar su influencia todo lo que puedan, aunque eso lleve a la ciudadanía al límite de lo soportable en salarios, vivienda, asistencia, libertades, derechos, cultura, y otras cuestiones que definen a un estado de bienestar.

 

En el lado contrario, pero con sus más y sus menos en cuanto a radicalismo, se hallan los Partidos (también fragmentados) que defienden ampliar derechos, libertades y cuotas de bienestar social, político y  laboral que los poderes fácticos y sus representantes públicos intentan recortar. Entre unos y otros, quedan islas de pequeños partidos registrados legalmente, pero que carecen de visibilidad-  calculada, por supuesto- en los medios, de tal manera que solo se encuentra  su nombre en las papeletas a la hora de votar, pero con pocas perspectivas de elección por ser desconocidos.

 

Ante esta situación, uno puede decantarse por votar a unos u otros, sabiendo  que al día siguiente de las elecciones encontrarán al erario público con las  migajas disponibles  tras el saqueo del vasallaje  para ser administradas por quienes ganen. Y más nos vale, aun con todas esas limitaciones estructurales, que ganen los partidos de izquierdas, y cuanto mas a la izquierda mejor, porque una vuelta al franquismo al que aspiran estas derechas  sería la mayor segunda derrota del pueblo español  tras el éxito de la canallada del levantamiento militar de sus abuelos  en tal día como hoy de hace 80 años. Fecha nefasta donde las haya. Nunca mais.

 

 

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