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lunes, 24 de julio de 2023

SÁNCHEZ SALVA OTRA BOLA DE PARTIDO:

 

SÁNCHEZ SALVA OTRA BOLA DE PARTIDO:

PABLO ELORDUY

El PSOE ha conseguido sostener los resultados en unas elecciones que se le habían puesto en contra y podrá optar a repetir una mayoría de investidura en un hemiciclo que pierde pluralidad pero que puede alumbrar una mayoría del PSOE aun más plural. El Partido Popular ha ganado las elecciones pero la suma con Vox no será suficiente para la firma de un Gobierno de coalición a la derecha. Los de Alberto Núñez Feijóo se han quedado en la orilla de lo que decían las encuestas. A lo largo de la noche, poco a poco, han subido su particular puerto de montaña, pero desde el comienzo del recuento parecía la noche de Pedro Sánchez. Así ha sido. Una más.

 

A medida que avanzaba el recuento, los palmos que faltaban para que Feijóo alcanzara La Moncloa se iban recortando. Con tres cuartas partes del voto escrutado, el PP obtenía 132 escaños y Vox 33: a once de la mayoría, con el 80%, la suma era de 167. Con el 90% de 169. Ha recortado mucho, pero es que una hora antes parecía que Sánchez, además sería el ganador de las elecciones.

 

Volverán los argumentos a favor de que gobierne la lista más votada, pero eso no se corresponde ni con la realidad del país ni siquiera con la fórmula D'Hont

Victoria pírrica de la derecha, que paga la división entre su sector tradicional y el repertorio neofranquista de Vox, el partido que más baja en porcentaje respecto a 2019. En el directo de El Salto TV, el periodista Guillem Martínez apuntaba que esto hará pensar al poder en la necesidad de desactivar a Vox, que, como Ciudadanos, no ha cumplido su misión histórica y, en este caso, ha lastrado las opciones de Feijóo, que hubiera obtenido mayoría absoluta con el voto de su escisión absorbido.

 

El resultado será interpretado en Génova como una injusticia. El bloque de la derecha ha ganado a Sánchez y a Sumar, de Yolanda Díaz, pero es que España no solo son dos bloques. Esa es otra de las lecturas de la noche, el Madrid sistémico pierde la pelea contra lo que dibujó como el “sanchismo”. Volverán los argumentos a favor de que gobierne la lista más votada, pero eso no se corresponde ni con la realidad del país ni siquiera con la fórmula D'Hont, que hoy es otra de las grandes triunfadoras de la noche pero que no basta.

 

Sale reforzado el bipartidismo en unas elecciones convocadas para que así fuera. Pero se introduce un pequeño matiz que marca la diferencia: el partido que más se acerca a la pluralidad va a tener más oportunidades de gobernar que quienes se aíslen en el búnker Madrid. Esa lectura no se hará en el búnker pero ahí queda.

 

Porque, decíamos, la baraka del presidente del Gobierno —eso que los árabes entienden como suerte, duende o bendición— ha superado las expectativas generadas por las casas de encuestas de la capital. Esta vez, los resultados de GAD3 no han compuesto la foto de la noche. Tampoco el CIS ha acertado, pero a favor de la encuestadora pública, hay que reseñar que supo detectar un voto oculto a favor de la acción de Gobierno.

 

Esa ha sido otra clave de la noche, el Gobierno de coalición tenía más voto escondido del que se mostró en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo. Los resultados en Andalucía, Extremadura y la Comunitat Valenciana han equilibrado la balanza: el desempeño del PSOE ha sido la constatación de que Sánchez tenía un tirón electoral con el que contó para el doble o nada que sacó en la convocatoria del 29 de mayo.

 

La otra parte de la ecuación es compleja, pero ya se basa en la negociación parlamentaria, en la que el presidente del Gobierno tiene más margen que Feijóo. Sánchez contará con el concurso casi incondicional de Yolanda Díaz, que en campaña se ha mostrado en sintonía con el presidente y debe ser consciente de que el papel de Sumar en la coalición será menor que el de Unidas Podemos.

 

Sumar debe ser importante, no obstante, para coser diferencias con otros votos necesarios para la investidura: Esquerra Republicana de Catalunya y EH Bildu. No lo pondrán fácil, pero la sensación de la noche tiene que ser obligatoriamente de alivio para la izquierda independentista.

 

Sánchez ha podido comprobar que la campaña furibunda contra él por sus acuerdos parlamentarios con Bildu no eran tan fieros como los pintaban. Si se toma un punto de partida honesto, el PSOE ha constatado hoy que puede pactar con estas fuerzas y recuperar voto perdido en las zonas más volcadas al identitarismo español.

 

La vía plurinacional ha mostrado a un PSC líder indiscutible en Catalunya, lo que abre una lectura también sugerente. ERC tendrá que hacer examen sobre si lo que falla es competir con Junts o si puede generar una tercera vía que le acerque más a las posiciones que hoy refleja EH Bildu en País Vasco. Los resultados de los de Gabriel Rufián son muy malos pero su campo para correr es mayor con una repetición del Gobierno Frankenstein que en el escenario de la derecha española desatada.

 

No será fácil la mayoría de repetición del Gobierno de coalición. Depende de Junts, un partido de retales, con una hoja de ruta desconocida y complicada, dirigido desde Waterloo por Carles Puigdemont, enemigo número uno de la derecha judicial. Las próximas semanas tendrán que ser de diálogo —en medio del ruido a favor del bloqueo— para sacar adelante una propuesta de un país tranquilo en medio de una vorágine internacional caótica. No será fácil.

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