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jueves, 6 de abril de 2023

LA BESTIA ACORRALADA

 

LA BESTIA ACORRALADA

DAVID ROCA BASADRE

 

Aún es fértil el vientre que parió la bestia inmunda.

Bertolt Brecht

 

Introito

 

El 29 de marzo, el día en que la ultraderecha inauguraba su Foro Madrid en Lima, el alcalde ultraderechista del bonito distrito de clase media alta de Miraflores mandaba clausurar, sin aviso previo, el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM), alegando cuestiones de seguridad. El LUM es el sitio donde, de manera plural y atendiendo a todas las visiones de la guerra interna de los años ochenta y noventa, el Perú aloja la memoria de los miles de peruanos que fueron víctimas del enfrentamiento entre la sociedad peruana y el terrorismo de Sendero Luminoso, el del MRTA, pero también de la represión indiscriminada contra esa agresión terrorista por parte de las fuerzas armadas y la policía nacional, que, en su afán de lucha, cometieron también graves violaciones a los derechos humanos.

 

El Lugar de la Memoria (LUM) generó un gran consenso. Es, sin duda, un espacio necesario. Cito a un periodista de la derecha liberal (corriente solo existente en los medios periodísticos alternativos peruanos), Juan Carlos Tafur, que, lamentando el cierre, definió al LUM como “relevante, crucial, fundamental para la democracia peruana… (para) hacer recuerdo de lo sucedido, aprender que somos capaces de cometer barbaridades y que, al recordarlo, propendamos a que la ciudadanía tome consciencia de los elementos que lo permitieron y que, en consecuencia, ello no se vuelva a repetir”.

 

Pero para el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, del ultraderechista partido Renovación Nacional, miembro del Opus Dei, electo con poco más de un 25% de los votos, el LUM –que nunca en su vida ha visitado– “pone a las fuerzas armadas como si fueran agresoras”, y por ello exigió a su correligionario de Miraflores cerrarlo y que el Ministerio de Cultura entregue la administración del LUM a las Fuerzas Armadas.

 

El cierre se produjo en el momento en que la exposición principal del LUM se refería a las víctimas del terrorismo entre las fuerzas policiales, y cuando, ese mismo día, Amnistía Internacional iba a presentar su informe anual allí mismo.

 

Aquel gesto agresivo contra la memoria de miles de peruanos fue el introito real del Foro Madrid Lima, donde el señor López Aliaga, presente en primera fila, aplaudía como foca.

 

Se trata de la segunda edición de este evento organizado por Vox a través de la Fundación Disenso que reunió a representantes de la extrema derecha española y latinoamericana en la capital peruana los días 29 y 30 de marzo.

 

Asesinar ejemplarmente

 

Como suele suceder, el evento se dedicó al inicio a elogiar al país de acogida. Las frases de felicitación y admiración hacia los congresistas peruanos por haber detenido, como repiten, “al golpista Castillo y la asonada violenta organizada por el Foro de Sao Paulo”, se repitieron hasta el cansancio. Los participantes en el Foro Madrid regresan, así, cargando sobre sus espaldas el apoyo al asesinato de 60 peruanos, a balazos en la mayoría de los casos, a los que se van sumando varios otros que restaron en agonía.

 

Las frases de felicitación y admiración hacia los congresistas peruanos por haber detenido “al golpista Castillo” se repitieron hasta el cansancio

 

Porque las movilizaciones populares de rechazo al régimen –cuya dimensión confirman las encuestas de todo origen, que dan cerca de un 90% de rechazo al Gobierno de Dina Boluarte y al Congreso de la República– solo pudieron ser momentáneamente detenidas mediante la represión más brutal e inescrupulosa.

 

Tampoco sorprende ya que se enorgullezcan de sus amistades peruanas, como la congresista Maricarmen Alva que –ante una moción de vacancia presentada contra Boluarte– afirmó que “la matanza no amerita una vacancia”. O la congresista Patricia Chirinos, ligada a un grupo político, en la provincia portuaria de El Callao, cuyos integrantes principales fueron todos condenados por corrupción como funcionarios. Esta señora se ganó muchos aplausos por una hazaña que divulgaba sonriente: había logrado que la oficina de migraciones impida el ingreso al Perú de los 16 integrantes del equipo de profesionales de una Misión de Solidaridad Internacional y Derechos Humanos, de iniciativa sudamericana, porque eran “comunistas”. Y todo –claro– para defender la democracia.

 

O el congresista Alejandro Muñante, brutalmente antifeminista, con seguidores de los que son capaces de dejar matar a personas homosexuales o transexuales en nombre de Cristo. O el naftalínico intelectual Fernán Altuve, muy cercano a esos políticos del Callao, que no tuvo reparos académicos para avalar movidas no santas de la empresa constructora brasileña OAS con la Municipalidad de Lima, en tiempos no muy lejanos. Y otras joyas por el estilo.

 

Rodeados de enemigos comunistas

 

Cuba pasa por un momento dramático en su proceso político. Resulta difícil imaginar que, con los escasos recursos de que dispone y con los que apenas puede consigo misma, pueda sostener una organización continental o supracontinental, como sí lo hace Vox con los recursos de los contribuyentes europeos. Y, sin embargo, ese discurso donde un alicaído Foro de Sao Paulo aparece como una enorme y maligna organización liderada por Cuba y donde, confusamente, también figuran Irán, Rusia y China para arremeter contra los valores occidentales y cristianos mediante la implantación del comunismo, fue el rosario permanente.

 

El Foro de Sao Paulo es un conjunto de partidos y grupos políticos progresistas de Latinoamérica y el Caribe, desde reformistas hasta grupos de izquierda revolucionaria, a los que los ponentes confundían intermitentemente con el Grupo de Puebla, más bien compuesto por personalidades políticas y académicas progresistas de países latinoamericanos, de España y Portugal. Sin mucho fuelle hoy en día, estas organizaciones son aparentes, sin embargo, para que la ultraderecha construya un discurso que pasa por alto infinitos detalles de la política real, pero que parece reconfortarlos. Ni una línea sobre geopolítica, por ejemplo, o políticas de Estado. Era mucho pedir.

 

Uno a uno, fueron pasando a la tribuna voceros de los distintos países presentes en el evento. Mencionemos a algunos, para ilustrar.

 

Rocío Monasterio se esforzó por narrar las desventuras de su grupo con el Partido Popular que, según su versión, concede demasiado al comunismo

 

La señora Rocío Monasterio, presidenta provincial de Vox en Madrid, se esforzó por narrar las desventuras de su grupo con el Partido Popular que, según su versión, concede demasiado al comunismo. Al final la aplaudieron por alguna acción heroica que habría realizado al expulsar al mismísimo –así subrayaban– Pablo Iglesias de una emisión televisiva. Uno va a los vídeos en línea para entender el incidente, y se topa con una escena en la que la señora Monasterio, intolerante, grosera y malcriada, agrede a Pablo Iglesias, se niega a alguna reparación verbal y efectivamente se alegra de que Iglesias, que actúa con dignidad, abandone el set. Tan demócrata ella.

 

El señor Hermann Tertsch, eurodiputado de Vox, parece creer que la influencia cubana alcanza hasta Europa. Sorprenden las descripciones sobre la protección que ejercerían los partidos socialdemócratas y otros al “poderosísimo” gobierno cubano.

 

La senadora uribista colombiana María Fernanda Cabal, continuó, esta vez fuera de su país, lo que parece acostumbra hacer en Colombia: atacar la memoria de Gabriel García Márquez, al que reprochó vivir cómodamente de sus escritos, en suma, de su trabajo, y declaró que había sido nada más que un agente del comunismo internacional. Al mismo tiempo reconstruyó la historia de Colombia para decidir que en 1928, durante las huelgas de los trabajadores bananeros contra la United Fruit Company, en la Magdalena colombiana, no hubo tantos muertos como para quejarse y que aquella empresa, de ingrata y sangrienta recordación en Centroamérica y el Caribe, era lo mejor que podía haber llegado a esos pueblos.

 

El señor Eder Mejía, diputado del Partido Nacional de Honduras, lanzó críticas contra el Gobierno de la presidenta Xiomara Castro, aludiendo incluso a presumibles asuntos de corrupción. Lo interesante es que el Partido Nacional que representa el señor Mejía es el mismo del expresidente Juan Orlando Hernández, que ha sido extraditado a Estados Unidos acusado de narcotráfico, tras dos periodos como mandatario. Nada menos.

 

El representante de los cubanos en el exterior, señor Orlando Gutiérrez, entró a la carga con la versión de la Historia cubana que la ultraderecha ha inventado: esta versión dice que ni en educación ni en salud ni en nada hicieron algo los revolucionarios barbudos en la isla. Para esta gente, todo ya era extraordinario en tiempos del dictador Batista. Quien esto escribe no necesita ir al buscador o a alguna publicación para estar enterado de lo que era la Cuba de Batista. Tengo los suficientes años, y tuve cierta precocidad que me inició en la lectura, además de facilidades para leer la excelente revista cubana Bohemia de la época, y recuerdo claramente las lamentables circunstancias y pobreza del pueblo cubano bajo Batista, recuerdo los testimonios de entonces por la crueldad de aquel régimen vendido a intereses extraños, y la presencia dominante de los Estados Unidos que –y lo decían– habían hecho de Cuba su propiedad y su burdel. No soy un fanático de la revolución cubana, pero sin duda hay logros enormes en ese proceso, mucho por corregir, pero también un embargo impuesto que hasta le negó las vacunas en plena pandemia del covid. Sin dudas, y esto no se dice mucho, ese proceso también rescató la dignidad de los cubanos. Mentir con mezquindad parece un hábito de los señores y señoras de la internacional neofascista.

 

No haremos un recuento de todos los participantes, nos guardamos el aburrimiento para nosotros, como parte de los gajes del oficio, basta con algunos ejemplos, para tener como referencia e ir a las conclusiones necesarias.

 

Una bestia acorralada

 

Hay que decir que la extrema derecha siempre ha existido, y se ha manifestado de manera brutal en América Latina. De su presencia está labrada la Historia de los países y sus gobiernos, de su organización y omnisciencia. Pero no existía definida como tal. Eran simplemente los dueños de todo desde los inicios de las repúblicas y eso está naturalizado. La colonialidad del poder, que los privilegiados gestionaban, está desde el inicio. Y, además, institucionalizada.

 

Las ideologías liberales primero, socialistas y comunistas luego, son tan coloniales como la consagración del país al Corazón de Jesús que intentó el dictador Leguía en el Perú en 1929, pero al menos reaccionaron, entonces, con una enorme movilización por el laicismo que culminó con represión y muertes. Y al menos traían algo de aire fresco por lo que se convirtieron en la puerta de acceso de los intelectuales urbanos a las realidades nacionales, más allá de los círculos de influencia académica occidental.

 

Las experiencias de partidos fascistas, que en pleno auge del fascismo y el nazismo en la Europa de los años treinta, se dieron en los países latinoamericanos eran apenas un reflejo de aquellos discursos extremistas occidentales, son anécdotas que no constituyen antecedentes. Es que no había necesidad de aquello para que predominen –como siempre había sido– castas herederas del dominio colonial que ejercían aquel nuevo colonialismo, el que se impone desde el control del verdadero poder.

 

Pero los tiempos cambian, y la influencia de las nuevas tecnologías, sobre todo, han generado sinergias entre multitudes desconfiadas de los poderes que siempre han sido. Es difícil calificar de derechas o izquierdas a esos pueblos descontentos. Como en Chile, en Colombia, en Perú, pero también de a pocos en Venezuela y Cuba –e irán apareciendo en otros países– la espontaneidad coordinada en las redes sociales, sobre todo, permite sobresaltos multitudinarios que, sin norte preciso pero adversario claro, empiezan a expresarse sin temores.

 

Ante la ola de protestas en América Latina, ideologizar la defensa del statu quo se hace necesario para las élites

 

Los poderes tradicionales siempre han temido a las multitudes. Su respuesta a las movilizaciones multitudinarias ha sido, la mayoría de las veces, la represión sin vacilaciones. Hoy que esas expresiones de hartazgo ante los poderes, y los liderazgos de siempre se manifiestan con mayor contundencia y de forma manifiestamente nueva, la propuesta de ideologizar la defensa del statu quo surge como una necesidad.

 

La bestia acorralada, con mucho miedo, recurre a nuevas y potentes armas para defenderse. Su insistencia en alguna identificación simplificada del enemigo común, su urgencia por construir un discurso que sirva para defender aquellos valores coloniales que les proporcionan estabilidad y el control social que sienten que pueden perder, los hace merecedores sin dudas del adjetivo de reaccionarios. Esa ideologización de la reacción, hoy necesaria, les hace evidentes los bastiones que deben defender y los obliga a organizar un lenguaje común. Lo que era natural entre los grupos de extrema derecha en Occidente, recién ahora se plantea como ideología organizada entre los poderes neocoloniales en América Latina. Y todos los políticos, o sus herederos, que representaron a las viejas oligarquías, encuentran allí una forma de reaparecer colgándose de términos como libertad y democracia, que siempre despreciaron, para apropiárselos con cara lavada.

 

En ese tramado, no es que ignoren los intereses geopolíticos que definen los movimientos de China o Rusia en el continente, sino que ya han tomado partido por los intereses norteamericanos, sobre todo si este país lo preside alguien como Trump, y no vale la pena explicitar nada sobre el asunto. Y así conviene mencionar a Rusia –país ideológicamente afín a sus proclamas– como si fuera aquella Rusia soviética hoy inexistente.

 

Epílogo

 

El mismo día en que culminaba el Foro Madrid Lima, fallecía Rosalino Flórez, joven víctima de la represión contra las manifestaciones en Cusco, tras agonía de varias semanas. Un día después de esa clausura, falleció Manuel Quilla Ticona, no por balas durante las marchas, sino por torturas en una comisaría a la que había llegado sano, tras ser detenido.

 

El mismo día en que culminaba el Foro, fallecía Rosalino Flórez, joven víctima de la represión

 

Un día después, el único asesinato atribuido a los manifestantes, el del policía José Luis Soncco que decían había sido quemado vivo en su auto oficial de patrulla, se reveló falso. El policía fue asesinado a pedradas, luego su cadáver quemado en el auto oficial, y el sospechoso principal resulta ser un expolicía, aparentemente ligado a actividades ilegales.

 

Todo el discurso triunfalista del evento sobre lo ejemplar de lo ocurrido en el Perú para “defender la democracia”, queda expuesto, con estos hechos recientes, en su desnudez: se trata de defender prejuicios, intereses económicos, modos de vida instalados aunque sean injustos, racismo, divisiones de clase y de casta, control del territorio y posibilidad de disponer de él a su antojo (aún a costa de quienes lo habitan), sumisión al mercado único global mientras lloran contra el “globalismo”, mediante la confirmación de una Historia hasta hoy excluyente, y el recurso a todo lo que esté al alcance, desde la deformación de la realidad hasta la muerte de los adversarios.

 

Para ello cuentan con un núcleo duro de seguidores. En una entrevista para el diario El País, el expresidente Obama, con motivo de la derrota de Trump para la reelección, decía: “(...) Ahora hay una multitud de medios de comunicación que impiden que muchos votantes republicanos escuchen algo que pueda contradecir a Donald Trump. Para ellos, hay una realidad como la que supuestamente estamos viviendo ahora, en la que Trump aún no ha perdido las elecciones porque ha habido fraude y se han emitido votos ilegales, y todo pese a la ausencia de pruebas”.

 

Los asistentes al Foro Madrid en Lima, solo son fuertes porque –aunque parezca inverosímil– sí están convencidos de mucho de lo que dicen. Y, así, por seguir con lo del país de acogida, para ellos el 90% de los peruanos serían vándalos o terroristas. Importa poco si eso, además, destruye el mito de que su referente Alberto Fujimori venció al terrorismo, pues mediante un alambicado discurso decidieron que solo fue triunfo militar, pero que Sendero Luminoso habría seguido ganando terreno políticamente hasta infestar el Estado. Y así, calificados desde tontos útiles hasta presuntos colaboradores activos, todo aquel que no comparta sus criterios resulta sospechoso de terrorismo.

 

Queda claro que, con ese discurso cercado y obtuso, donde toda objeción ni siquiera se escucha, la democracia es apenas un recurso utilizable, y el poder total es un objetivo que les parece irrenunciable, cueste lo que cueste. Y que, para que la democracia plural, la libertad de pensar y crear y vivir sin intromisiones subsistan, y que podamos derribar la ley del más fuerte, es necesario hacer abortar a la bestia de una vez, antes de que se reproduzca más.

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