EL CASOPLÓN DE FEIJÓO
Si
el PP lleva meses repitiendo que el Gobierno hace trampas con los fijos
discontinuos es porque su líder nunca se topa de frente con periodistas que le
interrumpan diciendo que lo que dice es falso
GERARDO TECÉ
Un artículo en prensa habla del “nidito de amor” del máximo dirigente del PP. Una vivienda valorada en 675.000 euros de la que probablemente no hayan escuchado hablar ni hayan visto imágenes, ya que el asunto no ocupa tertulias televisivas. Está bien que así sea. Puede ser relevante saber cómo viven quienes aspiran a gestionar lo público, pero, definitivamente, no debe ser ese el tema principal del que se encargue el periodismo. Sería un error que la prensa de este país dejase a un lado las propuestas políticas del líder del PP para obsesionarse publicando fotografías de la casa del mandatario de derechas, sería un desquicie que enviasen a reporteros día, tarde y noche a husmear a las puertas de la vivienda intentando mostrar al espectador la zona especial que tiene habilitada la vivienda para que Feijóo guarde su barco de recreo. Está bien que nada de esto se haga. Está bien que el periodismo respete la privacidad de los representantes públicos.
Enciendo la tele y
ahí está precisamente Núñez Feijóo. No está hablando de su casa, ni de su
sueldo como dirigente del PP –un sueldo que se niega a hacer público–, sino del
paro. El dato de diciembre anunciado por el Gobierno ha sido bueno. El
desempleo se sitúa en mínimos que no se veían desde 2007, pero Feijóo tiene una
explicación para esto: el Gobierno está falseando los datos. La denuncia del
líder del Partido Popular es falsa, pero los periodistas no intervienen del
mismo modo que no intervienen cuando en la pantalla aparece publicidad. Hace
tiempo que la tarea del gran periodismo dejó de ser contar qué pasaba para dar
paso a publicidades. Los trabajadores fijos discontinuos de los que habla el
líder de la derecha eran contabilizados como personas empleadas ya durante los
gobiernos de Aznar y Rajoy, de González y Zapatero. Tanto Feijóo como los
periodistas que dan paso a la publicidad del líder popular saben que nada ha
cambiado en la contabilidad laboral desde el año 1985, salvo la novedad
reciente de presentar como una trampa lo que fue una normalidad establecida
durante 38 años.
Feijóo no solo
desconfía de los datos de empleo. También lo hace de las medidas para paliar el
impacto de la crisis derivada de la invasión de Ucrania. Cambio de canal y me
encuentro con una reportera del programa de Ana Rosa Quintana que conecta en
directo desde el mercado de la Boquería de Barcelona. La información del día es
la bajada del IVA en alimentos básicos y el programa de Telecinco arranca con
la noticia de que la cesta de la compra no sólo no ha bajado, sino que la
medida del Gobierno ha provocado el efecto contrario: una subida de precios aún
mayor. La función de la reportera es comprobar esta subida sobre el terreno,
así que va preguntando en diferentes puestos del mercado. Tras recibir una
batería de respuestas insatisfactorias por parte de los comerciantes –los
precios han bajado, señora– la reportera, visiblemente frustrada, decide cerrar
la conexión tirando de una sinceridad pocas veces vista en televisión: “Vaya
por dios, me voy a tener que ir a otro mercado”. Está bien que el periodismo,
además de ser exquisitamente respetuoso con la privacidad de los políticos, de
vez en cuando, sea transparente.
Dicen los grandes
medios que Feijóo es el futuro de España y puede que tengan razón. Feijóo es un
líder de los nuevos tiempos. Antiguamente, el terreno de juego de la política
era la realidad. En función de una realidad u otra, uno podía criticar,
proponer o argumentar a favor o en contra, pero la realidad era siempre
respetada. Algo obsoleto. Ahora el terreno es diferente. Es la capacidad para
instalar un mensaje, no importa si real o falso, contando con todos los medios
al alcance. En este nuevo terreno no sólo juegan políticos como Feijóo, también
periodistas como los del mercado de la Boquería. Sin la participación de los periodistas
este juego sería imposible. Si el PP lleva meses repitiendo que el Gobierno
hace trampas con los fijos discontinuos es porque el líder del PP nunca se topa
de frente con periodistas que le interrumpan diciendo que lo que dice es falso.
Al contrario, el mensaje de Feijóo es amplificado en los grandes medios, motivo
por el cual seguirá paseando por ellos con la comodidad del que está en casa.
Quizá sea este el auténtico casoplón de Feijóo del que habría que hablar.
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