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viernes, 2 de septiembre de 2022

FONDO DE MAR

FONDO DE MAR

JOSU AIZPURUA

Que bonito homenaje al poeta de 26 años que el fascismo isleño arrojó al mar. Una placa en el fondo lo recordará para siempre y ya, si reeditan sus versos; será para siempre recordado.

Tendrán envidia los que también fueron arrojados al mar “por su forma de pensar”, pues aquí en las Canarias no hubo guerra. Los militares traidores triunfaron en su Golpe y cogieron a la ciudadanía desarmada y de sorpresa. El Alcalde de Tenerife también fue arrojado al mar, como los maestros e intelectuales de izquierda, los temibles “rojos” a los que esperaban 40 años de dictadura fascista. Tragedia inolvidable.

Pero esos fondos marinos, morada de tantos hombres buenos y luchadores por los demás, hoy se llenan de africanos sin delito; solo la búsqueda de un mundo mejor.

La miserable política migratoria los hace huir en pateras para poder mandar ayuda a su familia: y la mar los engulle. En el fondo, sus ilusiones y su vida terminan sin remedio.

¡Que pronto olvidamos el cadáver del niño en la orilla!

No los vemos, pero ahí están; los que no gustaban al cacique canario, los que no gustan al oligarca africano y repudian los europeos, los que la maldad ocultó en su seno, todo aquello que nos grita que aún no hemos hecho un Mundo para todos.

Ahora faltan esas plaquitas recordatorio, para todos, y para que los peces y los submarinistas vean que los terrestres no los olvidamos. Homenajes sencillos pero llenos de contenido.

Al responsable de estos crímenes, el Alcalde de S.C. Tenerife y sus compinches, le rinden pleitesía y homenaje al final de la Rambla, frente al mar que contiene los recuerdos de los eliminados por el sectarismo fascista. Sobre un pájaro con forma de ángel se sube el Caudillo espada en mano, amenazador y anacrónico, pero el Alcalde, de algunos, lo mantiene para que los otros sufran con su contemplación, ilegal y asesina.

40 + 40 = nada. Nada de evolución, nada de arrepentimiento, nada de Transición, nada de Democracia, nada de respeto a los que por su pensar distinto les fue arrebatada la vida, la dignidad y el recuerdo.

Esa plaquita submarina en la figura del poeta es algo sinérgico, algo que recarga la esperanza de los hundidos por buscar un Mundo Mejor, aunque los corazones de los asesinos sigan endurecidos e impasibles ante la tremenda tragedia que originaron.

 Ya no paseamos frente a la Hélice del Canarias y si miramos al mar imaginamos la plaquita; la esperanza es lo último que se pierde.

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