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sábado, 18 de junio de 2022

JORNADA DE GENUFLEXIÓN

 

JORNADA DE GENUFLEXIÓN

ANÍBAL MALVAR

Una persona ejerce su voto. EFE

Me encantan el olor a napalm por la mañana y la neutralidad de nuestros viejos periódicos en los días llamados de reflexión, esa bonita chorrada. Imagino que las playas andaluzas estarán hoy infestadas de señores y señoras tomando el sol con la pose del pensador de Rodin, reflexionando cual posesos. Qué estampa democrática. Pero no. Más bien observo este día como una jornada de genuflexión. Y aquí lo dejo.

 

Joaquín Manso, nuevo director de El Mundo a quien tuve el equívoco privilegio de conocer desde sus años de becario (ya entonces muy inteligente periodista y mejor manipulador), no es muy de apoyar el puño en la barbilla, por lo que se desprende de su editorial de hoy: "A juzgar por los sondeos, los ciudadanos de Andalucía no quieren experimentos extremistas sino gestores cualificados que ofrezcan certeza".

 

Con lo de "experimentos extremistas" aluden sin duda a Podemos, y no a Vox, presumible socio de Juanma Moreno y partido más que centrado en el abanico ideológico: el centro-nazismo. Lo de buenos gestores va sin duda por los chicos del PP, que llevan décadas transitando de las cuentas opacas en Suiza a las cárceles españolas con pasmosa naturalidad. Si de algo podemos presumir los españoles es de la elegancia, el centralismo y la capacidad de gestión de muchos de nuestros presidiarios.

 

Con mayor respeto a las rodinianas reflexiones, La Razón y ABC sembraron sus opiniones días antes, y hoy se centran (con perdón) más en pedir la dimisión de Mónica Oltra por los desafueros sexuales de su ex marido. No nos extrañemos. Estos mismos medios se pasan el día exigiendo la dimisión de Felipe VI por el evasor fiscal de su ex padre (es broma: lo aclaro porque últimamente estoy constatando, gracias a las redes sociales, cómo el español medio de izquierdas va perdiendo su sentido del humor, y antepone la literalidad a su capacidad de interpretación, asesinando sin querer el ingenio, el cinismo, el sarcasmo y, por tanto, todo rastro de literatura en los periódicos. Pena).

 

Días atrás, La Razón dejaba una semilla evidente en su editorial titulado Moreno debe sumar más por su izquierda. "Parece claro que la estrategia de agitar el fantasma de la ultraderecha no le ha dado el resultado esperado al candidato del PSOE, Juan Espadas, como, por otra parte, viene ocurriendo en las últimas convocatorias electorales".

 

La expresión "el fantasma de la ultraderecha" no deja de fascinarme por su polisemia. La usan nuestros viejos medios para hacer exactamente lo que hicieron los periódicos franceses, norteamericanos y británicos en la preguerra mundial: dulcificar el nazismo. La ultraderecha en España es solo eso, un fantasma de racismo y antifeminismo que no debe preocuparnos. La ultraderecha no existe, como durante años no existió en muchos medios occidentales el exterminio de judíos. Pero resulta que Vox ya cogobierna Castilla y León, y ha dado pruebas en pocas semanas de por dónde van sus tiros. Que la ultraderecha es muy de tiros (otra impertinente polisemia involuntaria).

 

Yo lo del "fantasma de la ultraderecha" lo interpreto como si les estuvieran llamando fantasmas a los de Vox, que lo son, con sus atavíos paramilitares después de haberse escaqueado de la mili gracias a las influencias de su franquista papá, con sus jacarandosos alardes viriles cuando no tienen ni media polla de capacidad intelectual.

 

Anda diciendo Pablo Iglesias en su cosa de esta casa lo perverso y eficiente que puede resultar el poder mediático para encauzar tendencias electorales, y yo no puedo estar más en desacuerdo. En EEUU la oposición mediática casi unánime fue incapaz de frenar a Donald Trump, un personaje patético al que ninguna mente equilibrada le encargaría siquiera la custodia de una piruleta. Yo lo achaco más a una tendencia global a la incultura voluntaria: es hoy tan fácil el acceso al saber que lo despreciamos. El Guillermo de Baskerville de hoy no se hubiera internado en las llamas de la abadía para salvar la Poética de Aristóteles, sino un pin de Aristóteles y su teléfono con las fotos íntimas. No es que el relato mate al dato, en mi ignarísima opinión. Es otra cosa. Más grave.

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