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jueves, 2 de junio de 2022

EVOCACIONES

EVOCACIONES

JOSU AIZPURUA

TDP está dando en esta mañana dominical la “ZEGAMA AIZKORRI, mendi maratoia” (maratón de montaña) que me ha permitido retornar virtualmente a mis inicios montañeros y políticos, donde ya mis limitaciones de salud no me permiten volver.

Y en esos escenarios de montaña vasca, se produjeron en el pasado reciente hechos relevantes para la “historia vasca”, que cuento a este Blog de personas inteligentes y con tendencia a conocer. Los “responsables institucionales” que nada saben de estas cosas se apresuran a negarlos, ponerles sordina, y recabar la opinión de los oficiales gurús del Sistema78, pesebristas ilustres, que aún saben menos de la realidad que la ensoñan para su Amo.

La juventud vasca estaba revuelta y politizada y sus grupos organizados pugnaban por su liderazgo. El conglomerado “ETA” se vio sorprendido y limitado por el resurgir de jóvenes a las órdenes del Gobierno vasco en exilio, que desde EGI y sus komandos de acción y sus grupos de acción de masas Mendigoizaleak que dirigía Anton Hormaza, les oponían una lucha ideológica dentro del nacionalismo vasco.

En estas campas y cumbres del Gohierri, donde ETA tenía sus canteras y dominios, decidieron sus notables crear una bandera vasca para oponerla a la de Sabin Arana, la ikurriña que esa parte de juventud fiel al Gobierno Vasco en el exilio colocaba en lugares inexpugnables a la Guardia Civil (como la Catedral de Burgos) y protagonizaba los resurgidos Aberri Eguna, días de la Patria Vasca.

La fiesta de URBIA fue elegida para izar la “nueva bandera vasca”, la encargada de substituir a la caduca sabiniana ikurriña.

En aquellos tiempos la clandestinidad, muy relativa, hasta el punto de que alguna madre llamaba a su amiga para preguntar si su hijo tenía esa noche ·ekintza· (acción) pues “no vaya a ser que me engañe y se vaya de golfería”. En ese ambiente, no es raro que la cúpula de EGI y MENDIGOIZALEAK enterada de la nueva bandera, tomara sus medidas.

La campa de URBIA el día de la fiesta estaba plagada de cuadrillas con ikurriñas escondidas que se colocaban en alrededores por Mendigoizales, y en las cumbres los comandos de EGI izaron ikurriñas  en lugares enrevesados que motivaron la retirada de los controles policiales, desbordados.

La campa de Urbia era un mar de ikurriñas.

Las fuerzas represivas optaron por marcharse y esperar en controles de carreteras a los que gozaron de un día festivo en su terreno montañero y bajo la presidencia de la bandera vasca, la ikurriña que condujo a sus padres a la derrota contra el franquismo, pero que ya entonces recobraba su protagonismo de manos de una juventud concienciada. Yo andaba aquel día en esas cumbres y no llegué a ver la “nueva bandera” que sus partidarios no alzaron.

Años después poco antes de morir el líder sabiniano Saratxaga, gran persona y patriota, me dijo en una entrevista para prensa que nos hicieron a los dos, “si no llega a ser por “estos”, la ikurriña; ni existiría hoy”. Él era tan responsable como yo, pero modestia obliga.

Y quizás era verdad.

 

 

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