EVOCACIONES
JOSU AIZPURUA
TDP está dando en esta mañana
dominical la “ZEGAMA AIZKORRI, mendi maratoia” (maratón de montaña) que me ha
permitido retornar virtualmente a mis inicios montañeros y políticos, donde ya
mis limitaciones de salud no me permiten volver.
Y en esos escenarios de montaña vasca, se produjeron en el pasado reciente hechos relevantes para la “historia vasca”, que cuento a este Blog de personas inteligentes y con tendencia a conocer. Los “responsables institucionales” que nada saben de estas cosas se apresuran a negarlos, ponerles sordina, y recabar la opinión de los oficiales gurús del Sistema78, pesebristas ilustres, que aún saben menos de la realidad que la ensoñan para su Amo.
La juventud vasca estaba revuelta
y politizada y sus grupos organizados pugnaban por su liderazgo. El
conglomerado “ETA” se vio sorprendido y limitado por el resurgir de jóvenes a las
órdenes del Gobierno vasco en exilio, que desde EGI y sus komandos de acción y
sus grupos de acción de masas Mendigoizaleak que dirigía Anton Hormaza, les oponían
una lucha ideológica dentro del nacionalismo vasco.
En estas campas y cumbres del
Gohierri, donde ETA tenía sus canteras y dominios, decidieron sus notables
crear una bandera vasca para oponerla a la de Sabin Arana, la ikurriña que esa
parte de juventud fiel al Gobierno Vasco en el exilio colocaba en lugares
inexpugnables a la Guardia Civil (como la Catedral de Burgos) y protagonizaba
los resurgidos Aberri Eguna, días de la Patria Vasca.
La fiesta de URBIA fue elegida
para izar la “nueva bandera vasca”, la encargada de substituir a la caduca
sabiniana ikurriña.
En aquellos tiempos la
clandestinidad, muy relativa, hasta el punto de que alguna madre llamaba a su
amiga para preguntar si su hijo tenía esa noche ·ekintza· (acción) pues “no
vaya a ser que me engañe y se vaya de golfería”. En ese ambiente, no es raro que
la cúpula de EGI y MENDIGOIZALEAK enterada de la nueva bandera, tomara sus
medidas.
La campa de URBIA el día de la
fiesta estaba plagada de cuadrillas con ikurriñas escondidas que se colocaban
en alrededores por Mendigoizales, y en las cumbres los comandos de EGI izaron
ikurriñas en lugares enrevesados que
motivaron la retirada de los controles policiales, desbordados.
La campa de Urbia era un mar de
ikurriñas.
Las fuerzas represivas optaron
por marcharse y esperar en controles de carreteras a los que gozaron de un día
festivo en su terreno montañero y bajo la presidencia de la bandera vasca, la
ikurriña que condujo a sus padres a la derrota contra el franquismo, pero que
ya entonces recobraba su protagonismo de manos de una juventud concienciada. Yo
andaba aquel día en esas cumbres y no llegué a ver la “nueva bandera” que sus
partidarios no alzaron.
Años después poco antes de morir
el líder sabiniano Saratxaga, gran persona y patriota, me dijo en una
entrevista para prensa que nos hicieron a los dos, “si no llega a ser por “estos”,
la ikurriña; ni existiría hoy”. Él era tan responsable como yo, pero modestia
obliga.
Y quizás era verdad.
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