Páginas

jueves, 28 de abril de 2022

AMANTES

 

AMANTES

    QUICOPURRIÑOS 

 

          Hubo un tiempo en que, si no todos, mucha gente tenía su amante. Y la llevaba en secreto, aunque a veces fuera un secreto conocido por todos. Tener amante, en ocasiones, era la única manera de compaginar un amor externo con el amor oficial. A esa pareja de encuentros fugaces, en ocasiones también se las conocía como queridas, pero a mi ese término nunca me gustó. Me pareció siempre despectivo y hasta arrabalero. En cambio, lo de amante, sonaba a poético, a bohemia, a literario, sirva de ejemplo lo de “El amante de Lady Chatterley”, daba categoría, hasta denotaba clase.

          Y en esos tiempos de amores escondidos, ocultos, estaban los que se echaban como querida, digo amante y a nadie lo ocultaban, a la empresa para la que trabajaban, a  la que adoraban más que a la mujer con la que habían celebrado matrimonio. Y eso se dejaba notar. No hablaban más que de ella. Así conocí  a quien su insustituible amor se llamaba “Telefónica”. Otro amigo tenía por compañera de sueños a “Iberia”. Los habían que adoraban a una llamada “Cajacanarias” o “Cepsa” o, mi tío Quico, que estaba prendado de la “Organización Martínez” a la que dedicaba más tiempo que a sus hijos o a su propia esposa. Todos ellos se convertían, por esa suerte de adulterio, en ejemplares y fieles maridos, pues tiempo no les quedaba para mariposear con otra. El que no ocultaban  ese amor prohibido era fácil de detectar, pues no quedaba ocasión en que no hablaran de ellas, fuera en almuerzos de amigos o en cenas familiares. Tanto que los comensales que con ellos tenían ocasión de compartir mesa y mantel, jugaba al ¿cuánto te apuestas que fulanito habla de su empresa en menos de dos minutos? Y así era, reunión, tras reunión.

          Empezaba este recuerdo con un… “ hubo un tiempo en que…”; pero ya no. Y ya no porque aquellos que se liaron con la que les daban de comer, las conocieron siendo jóvenes y estuvieron con ellas hasta la jubilación, hasta que, rodeados de compañeros de fatigas, pero también de risas y fiestas, cenaron juntos por última vez, porque ya no volvería por esa casa, recibiendo como recuerdo, de ese último día junto a su amante, un reloj con una grabación que podría decir algo así como  “A…por su fidelidad de tantos años de dedicación y entrega” Y es que entonces, como con los matrimonios contraídos, la vinculación  era para toda la vida. Hoy las relaciones laborales son efímeras, se interrumpen y no duran. Ya no hay contratos fijos. Pasa como con los matrimonios, como con las parejas. Qué cónyuge en su sano juicio hoy, se buscaría un/una amante.

Para qué.

                                                     quicopurriños  a  27/04/2022

 

                   

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario