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martes, 1 de febrero de 2022

R E V É S, de José Rivero Vivas

 

R E V É S

Fragmento de

Rútila oquedad 

José Rivero Vivas

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José Rivero Vivas

RÚTILA OQUEDAD – Obra: NL.21 (a.98) –Novela-

Ilustración de  la cubierta: Café de Davos, 1928

Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.

 (ISBN: 978-84-16759-90-3) D.L. TF 1226 - 2017

Ediciones IDEA. Islas Canarias. Año 2017

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RÚTILA OQUEDAD - Obra: NL.21 (a.98) -Novela –

(ISBN: 978-84-16759-90-3)D. L.: TF 1226 - 2017

Ediciones IDEA, Islas Canarias. (Año 2017)


 

José Rivero Vivas

REVÉS

(Fragmento:

Cap. III; págs. 28-33)

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III

 

        En Colmario, barrio apartado de Cotunda, mitad industrial, mitad agropecuario, era Hermógenes Sangil célebre en cuanto hombre mañoso, metido a carpintero y albañil, fontanero, pintor de brocha y rodillo, además de conductor, mecánico y electricista. Su vida, un tanto azarosa, lo llevó de pago en pago, hasta volcar fuera de su camisa todo el afán que en su pecho acumulaba. Luego, echó a correr delante de la Guardia Primordial -republicana y real, imperial y ecuménica- comandada por Teniente Aldaya, una vez licenciado del Ejército. El caso es que no cesó en su carrera, porque su sentencia supuso motivo para convertirse en blanco de los disparos que hacían los agentes, en fija persecución del proscrito, por haber simulado un atraco al banco central de Cotunda. Logró escapar de milagro, pero la espeluznante experiencia lo estigmatizó, de modo que ya siempre adoptó aquel talante díscolo y su imagen quedó marcada por la rudeza y zafiedad que por doquiera lucía.

          Su amigo Horacio Arribas, en cambio, aparecía fino y pulido, como correspondía a su empleo, en el centro ciudad, en una tienda de juguetes, ropa de mujer y cortes de traje masculino. Aficionado a los eventos culturales, de ilustración sublime, conoció a Víctor Simón, durante el acto de presentación del libro de un estimado poeta, Marco Albino, lírico exacerbado, enamorado de sí mismo, por estímulo de su quehacer, megalómano profundo y pretendido andador de los bosques, como aquel Nemoroso de Garcilaso.

          -Pese a cuanta presunción derroche -afirmó Hermógenes Sangil-, Marco Albino debe agradecer a Julián Tortosa su mediación cerca de Begoña Pulido; de lo contrario, nunca hubiese visto su libro publicado.

          -Ella siente predilección por él.

          -Simpatía, en cuanto figura débil.

          -Va siempre de su brazo, y con frecuencia lo lleva a su casa.

          -No será por soberbio garañón.

          -Quién sabe.

          -Teniente Aldaya suplantó de maravillas su rol.

          -Es un supuesto.

          -Ella es quien puede esclarecerlo.

          Begoña Pulido tuvo la discreción de no decir nada al respecto; al contrario, mantuvo firme y en buena armonía su relación con el muchacho y aguardó paciente a que distinto galán se le acercara en demanda de la ambrosía de su corporal oferta. Hecha a ciertos reveses, a pesar de poseer nivel financiero en holgada liquidez, encaró las circunstancias con un talante extraño en quien contara con medios para reparar desperfectos y propiciar cobertura a su vehemencia y deseo. Diferente empeño y soflama hubo puesto en lograr alguna ilusión, que al cabo abocó a frustración y desgana. Quiso, a muy temprana edad, ser cantante de ópera; aunque pretendidamente llamada, no resultó elegida, y su ilusión se fue al traste. No obstante, sentía verdadera predilección por este tipo de artistas; así, una tarde en Regent Street, de compras en Londres, se encontró con la prima donna que tanto la emocionara como protagonista de La Traviata, en el Covent Garden. La miró directamente a los ojos y le dijo:

          -Usted es Linda Taylor, la Violette de la otra tarde.

          ­-Me fascina ese papel, pero no lo canto hace tiempo.

          -La vi anteayer.

          -¿Dónde?

          -En televisión.

          -Probablemente se trate de un programa repetido.

          -Es igual. Me pareció extraordinaria.

          -Gracias.

          -Percibí su dolor, además de la cara de angustia que mostraba.

          -Es una obra que hace sufrir.

          -Más de lo imaginado. Con el brindis del principio y un poco de frivolidad, entre festejos y amoríos, olvida uno la raíz profunda, de herida humanidad que transpira el drama.

          -¿Le gusta entonces?

          -Ahora, después de su interpretación. Lloré.

          -Sensible a la amargura y la decepción.

          -Así como a la música que la acompaña.

          -Me alientan sus palabras.

          -Son sinceras.

*

          En charla abierta con los habitantes de Colmario, Víctor Simón asevera:

          -El mundo vuelve por sus fueros, que son los de imposición y dominio, menoscabo y sometimiento. Quien se exhiba erecto, sin mostrar acatamiento, puede afirmar que sus días están contados dentro de la comunidad que integra.

          La situación actual no tiene cura ni nadie aporta remedio a su mal. Pensar lo contrario supone embuste que cada cual inventa para propia tranquilidad. La estima se pierde en sí misma, y nunca vale por la aquiescencia de los demás. La mejora económica no será posible mientras continúe el plan de austeridad, como panacea impuesta desde altas instancias. Es método aprendido en tiempos del antiguo régimen, cuando los ministros hablaban en clave cabalística, ponderando la misión estoica de las clases pudientes. Nosotros lo comprobamos hoy al amanecer.

-Hablemos -propone Pedro Antúnez- de cosas edificantes. Estos temas de actualidad entrañan riesgo; sobre todo, aprensión, por lo abyecto y aberrante de su mensaje.

          Marco Albino, traspuesto, sugiere:

          -Vayamos a las flores, su aroma y el néctar de estambres y pistilos, arropados con sus pétalos.

          -Mi discurso -aclaró Víctor Simón- versa sobre la libertad de expresión y su prevalecencia en diversas etapas de la historia.

          Respecto de lo acaecido dentro de la semana, considerada trágica por su repercusión en la vida de las personas desfavorecidas de esta ciudad, hemos de convenir cuán ingenuo era en aquellas fechas, pensando que la filosofía imperante era así de sencilla y elemental. No podía suponer cuántos entresijos impensables acarreaba su aureola. Hoy sabemos que cualquier estado baladí, insustancial, es más complejo y mucho más complicado de lo que a simple vista pudiéramos advertir.

          -En este incidente ruinoso -puntualizó Horacio Arribas- rompe su ilación y su alocución descarrila.

          -Antes -señaló Julián Tortosa- facilitaban oficialmente el receso.

          -En Cotunda -expuso el conferenciante- nada se sabe de esta guerra, provocada por la necesidad de sacar arena para la construcción de peanas a las que subir la efigie de los famosos.

          -Su argumento -medió Hermógenes Sangil-, cual si constara de varios volúmenes, se alarga demasiado.

          Con el tiempo, aventuró Víctor Simón, intentarán eliminar lo excedente en un entorno dado. Ahora toca a otros países padecer la depuración; en un futuro, tal vez no lejano, será la población del propio país dirigente quien sufra en su seno la intensidad de la criba. Significa ello que los paupérrimos no tienen derecho a respirar; han venido al mundo por error, y, para eficaz enmienda, deben ser desaparecidos.

          Tratarán más tarde los cronistas de pasar en limpio los acontecimientos malditos, devastadores de aquel lugar condenado a la inexistencia. Justificarán la terrible aniquilación de tanto ser en la reluctancia a aceptar un orden que les suponía tremenda contrariedad por cuanto disponía un destino subordinado a palmaria esclavitud frente a la ostentación de poder de quienes se adueñaron de la poltrona y en ella descansaba su concepto de bien y mal, desgraciada injerencia, afín a la tragedia, teñida de gesto cabal.

          Pregonen los letrados cuanto quieran, sin mérito ni adulación, ajenos a insistencia y perseverancia. La humanidad, inconsciente hoy, mañana olvida y pasado ignora; mientras, saca fotografías al busto del presidente y la estatua ecuestre del general, al mando ayer de la invasión.

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José Rivero Vivas

REVÉS

Rútila oquedad

(Fragmento:

Cap. III; págs. 28-33)

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José Rivero Vivas

RÚTILA OQUEDAD – Obra: NL.21 (a.98) –Novela-

Ilustración de  la cubierta: Café de Davos, 1928

Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.

(ISBN: 978-84-16759-90-3) D.L. TF 1226 - 2017

Ediciones IDEA. Islas Canarias. Año 2017

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