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martes, 1 de febrero de 2022

LA BANCA EN ESPAÑA: NO ES PAÍS PARA VIEJOS

 

LA BANCA EN ESPAÑA: NO ES PAÍS PARA VIEJOS

JAVIER DURÁN 

 

Victoriano, casi 90 años, lleva ya tres cuartos de hora de espera, de pie en la calle, a la intemperie, con su gorra, su bastón, su cartilla del banco en una mano y el PIN apuntado en un papel en la otra, para que alguien le ayude en la sucursal a hacer una transferencia a su hijo.

Los mismos que hace unos años le daban atención personalizada para intentar venderle unas preferentes como una inversión segura que casi le cuesta los ahorros de toda una vida, ahora le dejan en la calle. Literalmente.

Cuando consigue entrar en la sucursal se encuentra con unos empleados insuficientes y quemados, más pendientes de sus prejubilaciones que de sus clientes jubilados, y que siempre usan la misma frase comodín si les pide ayuda: “Vaya al cajero”.

El cajero:

Pantallas táctiles para dedos temblorosos, PINES para principios de Alzheimer, menús con demasiadas opciones para tan poca vista, y en múltiples idiomas extranjeros para quienes, en muchos casos, no tuvieron la suerte de tener la educación que se merecían.

Victoriano solo pide algo de trato humano, de empatía, que le ayuden a manejar su dinero y le pregunten por sus nietos, la salud y le regalen el clásico calendario con fotos de paisajes de España, para colgar en la cocina y tener una pequeña ventana que les lleve a él y a su mujer a lugares a los que nunca pudieron viajar o a los que tuvieron que abandonar por una ciudad dormitorio donde poder sacar adelante a su familia.

Estamos asistiendo a una degradación sincronizada de la atención bancaria: oficinas con poco personal, pocos cajeros automáticos y estropeados, gestiones solo online o en horarios cada vez más reducidos, citas previas imposibles de reservar porque nadie coge los teléfonos.

Gente mayor humillada, avergonzada, indefensa por no poder manejarse con una tecnología que les supera. 

 

Este es el día a día de millones de personas de la tercera edad que la banca ha convertido en clientes de tercera. Es el maltrato bancario.

La banca española no es país para viejos. La han convertido en una España vaciada de cajeros y sucursales donde no puedes gestionar ni tu propio dinero, una distopía capitalista que no hubiera imaginado ni Orwell.

Y mientras, siguen cobrando unas escandalosas cuotas de mantenimiento que lo único que mantienen son sus escandalosos beneficios en detrimento del servicio a sus clientes.

Haciendo más caja que nunca con menos cajeros.

Es que en España tenemos una banca que no nos la merecemos.

¿La solución? 

Mientras despiertan al Defensor del Pueblo y como el Banco de España, en teoría responsable de supervisar el sistema bancario, ni está ni se le espera, un hombre de 78 años ya ha recogido casi 250.000 firmas ya para pedir a los bancos un trato presencial.

En sus propias palabras: “Se han olvidado de las personas mayores. Ahora casi todo es por internet y no todos nos entendemos con las máquinas. Yo he llegado a sentirme humillado al pedir ayuda en un banco y que me hablaran como si fuera idiota por no saber completar una operación. Y he visto ese mal trato dirigido a otras personas. Duele mucho sentirse así. Las personas mayores existimos, somos muchas y queremos que nos traten con dignidad”.

Y visto que la autorregulación bancaria es un oxímoron, solo nos queda una última esperanza:

Vamos, Garzón, sal a bailar, que tú lo haces fenomenal, tu cuerpo se mueve como una palmera, suave, suave, su su suave, suave…

Igual después de las macrogranjas es hora, desde el Ministerio de Consumo, de abrir el melón de las macrobancascada vez más grandes gracias a las fusiones y cada vez más pequeñas en prestaciones.

Eso sí, igual la oposición para llevarle la contraria al ministro colgaría en Twitter fotos haciendo cola en sus bancos para demostrar que no hace falta tanto personal, cajeros y oficinas, que lo importante es la libertad de la banca para ganar mucho más dinero, junto al hashtag #MásBeneficiosMenosComunismo.

Se dice que la banca siempre gana, pero ojo, Victoriano y otros casi 9 millones de jubilados tienen todos sus ahorros y sus pensiones domiciliadas en los bancos. Igual los yayos, si se organizan, se convierten en los nuevos Pelayos y hacen saltar la banca.

 

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