AYUSO NO ROBA CREMAS
ANÍBAL MALVAR
Ayuso,
Casado y Almeida. EFE
Está bastante divertida la guerra de poderes que se ha declarado en nuestra derecha española. Sobre todo si la observas desde la perspectiva del batallón mediático, que no sabe a quién querer más, si a papá o a mamá. O sea, que no se atreven a tomar partido. En qué orilla de la trinchera agazaparse, si en el lado de Pablo Casado o en el de Isabel Díaz Ayuso.
La verdad es que lo tienen difícil. Casado y Ayuso gozan de parecida juventud, los dos son más o menos guapos y carteleros, y resulta difícil discernir cuál de ambos disfruta de mayor cociente intelectual.
O sea, que se
comprende que nuestros grandes directores mediáticos duden entre apoyar a un
caballero que cree que "Melilla es la única ciudad española y europea del
continente africano" (marzo de 2019), o a una dama que asevera que no hay
que combatir la violencia machista pues "también hay violencia sobre el
propio hombre. Sufren incluso más agresiones que nosotras".
El debate ideológico,
como veis, está por las nubes. Y yo todavía sigo estancado en mi presocrático
dilema entre Kierkegaard y Schopenhaüer. Cómo se nota que ellos han sido
educados en colegios de pago.
El jefe de opinión
de El Mundo, Jorge Bustos, pronosticaba el otro día en su periódico "un
hundimiento homérico" del Partido Popular "si finalmente hay
primarias entre Ayuso y José Luis Martínez Almeida", presidenta de la
autonomía y alcalde de Madrid. Lo del "hundimiento homérico" debe ser
cosa terrible, pues no recuerdo estudio sobre la cultura grecolatina que
indique que Homero no flotara.
Las pugnas dentro
de nuestra derecha más tradicional parecían apaciguadas desde la gasificación
de Ciudadanos, que solo era un globo inflado por Ana Patricia Botín y otros
pulmones del Íbex. Ahora está Vox. Pero Vox no molesta tanto a la rama dura del
PP, salvo en temas financieros (se cobra una pasta por cada diputado). Vox es
la excusa perfecta de los populares más radicales para verse abocados a
fascistearse aun más. Se está notando en los gobiernos que se apoyan en los de
Santiago Abascal.
El caso de Ayuso es
diferente, pues su discurso ideológico para enfrentar a Vox no deja dudas: la
única forma de no ser devorado por Vox es parecerse a ellos. Y lo está haciendo
de vicio. Dentro de poco se deja bigotillo recortado. La veo a menudo en memes
con bigote hitleriano y le queda muy bien. No todo va a ser criticar a esta
señora.
Maliciando desde la
tribuna, da la impresión de que Teodoro García Egea le ha escupido un hueso de
aceituna en la frente a Pablo Casado para despertarlo y decirle que hay que
detener el fenómeno Ayuso. Hasta se habla de que la presidenta de la Asamblea
de Madrid pueda, en caso de ser derrotada en primarias, formar un partido
regionalista propio: Ayuso Existe, supongo que se llamaría. El peligro es
evidente. Sobre todo porque al fiel votante rural y periférico del PP (que es
enorme) no le gustan los autonomismos, aunque vengan de Madrid. El dumping
fiscal madrileño ya está siendo criticado, aunque casi sotto voce, por los
barones populares de La Mancha, la vieja Castilla, Aragón...
El problema es que,
cuando de noche le echas agua a un gremlin como Ayuso, después es muy difícil
desactivarlo. No tendrá Casado la suerte de filmar a la actual presidenta
robando cremas faciales en un Carrefour. Eso solo le pasa a un enigmático
andacaminos llamado M. Rajoy.
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