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viernes, 8 de octubre de 2021

LAS BATAS

LAS BATAS

AIZPURUA tar JOSU Mª

Las batas de Don Amancio, ya nadie las quiere coser. Y el País agoniza económicamente, nada produce el beneficio de aquellas, pues el del cazo, hay que ser de sangre azul para obtenerlo y si no miren al pobre Iñaki.

¿Volvemos a las batas de Maruja? Pero yo sigo incrédulo de aquellas batas traigan estos cientos. El “Corte y Confección” tenía muchos alumnos nocturnos, pero no vi a ninguno enriquecerse como Don Amancio ¿Nos cuentan la verdad?

En un País de corrupción reinante, ¿Es Don Amancio el único justo?

A Florentino se le ve el plumero, pero el angelical Don Amancio sobrevuela las noticias en una nube donde cose sus batitas por no encanecer sus dedos. (Violines)

¡Menos mal que yo no tengo nietos! No sabría cómo explicarles el milagro de los panes, los peces y las batas. Cómo no vuelva el Caudillo; esto va a ser inexplicable.

A los de mi generación, no nos enseñaban mariconadas en el Colegio y no sabemos coser, menos Don Amancio que se apañaba muy bien y hoy no tira los calcetines a la basura a la menor rasgadura como hacemos los ancianos solos, y las ancianas solas zurcen tan pichis ellas. ¡Y encima son feministas!

Pero este artículo no avanza en cuanto a las batas de Don Amancio.

Coleta Morada, en su día atacaba mucho a Don Amancio por donar sanidad, pero yo no puedo creerlo y sospecho que sabía algo de las batas, pues donar es una noble actitud, aunque desgrave. Peor es gastárselo en facherío como hacen otros.

Había pensado en recomendar a la juventud que hicieran batas y olvidaran sus redes en las que se enredaron sin remedio, pero luego pensé en que les saldría un chino que las hiciera mejores y más baratas. Oigan; ¿y por qué a Don Amancio no le salió un chino?

Algo tiene el agua cuando la bendicen y Don Amancio tiene “algo” y ese algo lo hace estar a precio VIP en los mejores MALL del Caribe, mientras en su tierra compite por precio.

Me temo que los millonarios hispanos son misterios impenetrables y me siento como el niño que vaciaba el mar con una concha. Ni ellos entrarán por el ojo de una aguja, ni siquiera la de Don Amancio, ni yo me enteraré del origen de sus fortunas.

Lo uno por lo otro.

 

 

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