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viernes, 15 de octubre de 2021

G--21: NUEVAS NOVELISTAS CANARIAS, de Ánghel Morales

 

G--21: NUEVAS NOVELISTAS CANARIAS,

 de Ánghel Morales

SINESIO DOMÍNGUEZ SURIA

Tanto en la Introducción del libro de 2011 G-21: Nuevos novelistas canarios como en la de este libro que hoy nos convoca G-21: Nuevas novelistas canarias, ambos de Ánghel Morales como autor y como editor, él señala que tanto en ensayos y artículos comprobaba una y otra vez cómo se repetía el tópico de que Canarias era casi exclusivamente tierra de poetas, esto es, una tierra solo propicia a la poesía.

No lo dice él, pero sí lo refiere como dicho por algunos críticos. Yo tampoco sé quién lo dijo, pero, en mi opinión, quien lo dijo se equivocó. Claro que Canarias es tierra de poetas, de magníficos y magníficas poetas y claro que es tierra propicia para la poesía. Pero también Canarias es tierra de narradores y narradoras que viven aquí y gozan de sus características, aunque la puedan ver, sentir y pensar de otra manera, no como poetas sino como prosistas. Canarias es, también, tierra de narrativa.

Hasta finales del siglo XIX, salvo algún caso aislado, no existió una narrativa escrita por mujeres o por lo menos no las incluye el canon literario que ya sabemos todos que tiene omisiones injustificadas e imperdonables.

Refiriéndonos a la narrativa española peninsular fueron escasos intentos, incipientes en cuanto al número de autoras, que son más conocidas por sus vidas que por sus obras: Fernán Caballero con La gaviota, Gertrudis Gómez de Avellaneda con Dos mujeres y Emilia Pardo Bazán con Los pazos de Ulloa. Y muy poco más en el XIX.

Ya en el siglo XX se produce un importante progreso en cuanto a narrativa escrita por mujeres, en número y en tendencias literarias. Hasta 1944, como consecuencia de la Guerra Civil, no empieza una narrativa escrita por mujeres que despunta y crece: Carmen Laforet gana ese año el Premio Nadal de novela con Nada. Pareció entonces que la mujer invadió el mundo de la narrativa y se inauguró una primera generación de mujeres escritoras: Elena Quiroga en 1950 gana el Nadal (Viento del Norte); en 1952, lo obtiene Dolores Medio (Nosotros los Rivero); en 1953 lo gana Luisa Forellat (Siempre en capilla); en 1957 Carmen Martín Gaite se alza con el premio (Entre visillos) y en 1959 Ana María Matute se hace con él (Primera memoria). Por otro lado, Mercé Rodoreda publica en catalán y se traduce al español La plaza del Diamante en 1962 y Mercedes Salisachs gana el Premio Planeta en 1975 con La gangrena.

La crítica saluda esta explosión de narrativa escrita por mujeres como un fenómeno atípico que empieza a ocupar las páginas de los periódicos, un lugar en las enciclopedias y un sitio preminente en las librerías.

La segunda generación, en la que se habla ya de una novela que expresa la condición de la mujer y su problemática, y no por eso se la califica de femenina, la componen Carmen Riera, Nuria Amat, Ana Mª Moix y Monserrat Roig.

Poco más tarde y con una novela de tinte social, irrumpe con una fuerza inusitada la tercera generación con autoras como Soledad Puértolas, Cristina Fdez. Cubas, Lourdes Ortiz, Rosa Montero y Marina Mayoral.

Luego, llegan Lucía Etxebarría, Flavia Company y Belén Gopegui, que forman la cuarta generación y que escriben sobre personajes problemáticos, con temas oscuros y llenos de confusiones en lo que se llamó la novela sicológica.

Finalmente, y conformando una novela de temática diversa, se instalan en el panorama narrativo Espido Freire, Almudena Grandes, Pilar Adón, Irene Jiménez, Matilde Asensi, Ángeles Caso, Luisa Castro o Mari Pau Jener que, por ahora, componen la quinta generación y que están absolutamente consolidadas.

No quiero dejar de mencionar la narrativa de bestsellers escrita por mujeres, como la de María Dueñas, Carmen Posadas, Luz Gabás, Marta Robles y Julia Navarro, entre otras.

Y tampoco quiero dejar pasar la narrativa llamada romántica escrita por mujeres de las novelas de Corín Tellado, Carlos de Santander, Carmen Rico Godoy y alguna otra autora, que tuvo el mérito, al menos, de ser ávida lectura de muchísimas mujeres y no pocos hombres.

Mientras tanto, ¿qué había ocurrido con la narrativa escrita por mujeres en Canarias? Pues que había seguido de cerca el mismo camino que la narrativa peninsular. Hasta la aparición de Él (1926), de Mercedes Pinto, no se inicia una corriente narrativa escrita por mujeres en Canarias; María Rosa Alonso en 1951 publica Otra vez; Nivaria Tejera publica El barranco en 1958.

Algunas narradoras se contagian del dinamismo de los años 70. En 1978, Esperanza Cifuentes, nacida en Madrid, pero afincada en Tenerife, queda finalista en el Premio de Novela ‘Benito Pérez Armas’ con Buscando a B y en 1980 lo gana con Perverso ríe el ángel. Más tarde gana el Premio ‘Felipe Trigo’ con su novela La travesía.

Dolores de la Fe, obtiene el Premio de Novela ‘Ángel Guerra’ en 1988 con Tiempo en sepia.

Dolores Campos Herrero, que, aunque poeta, publicó relatos y lo que ella llamaba breverías, publica en 1989 Daiquiri y otros cuentos y más tarde Basora.

Silvia García, escritora argentina radicada en Las Palmas, gana el ‘Benito Pérez Armas’ en 2012 con El reino de los cielos.

Otras autoras de novelas son: Paula Nogales, poeta y narradora con Sociedad anónima y Elena Morales, autora de Malgache (2004) y sobre todo, animadora del espacio editorial de Tenerife; Elsa López, nacida en Fernando Poo en 1943, poeta, editora, novelista, Medalla de Oro de Canarias, autora de El corazón de los pájaros (2001), publicada por Planeta, Las brujas de la isla del viento (2006) y La gasa delante de mis ojos ((2011). 

Están también como ensayists, poetas o narradoras los nombres de Alicia Llarena, Yolanda Arencibia, Pino Ojeda, Flora Lilia Barrera, Cristina R. Court, Isabel Medina, Tina Suárez, Olga Rivero, Pino Betancor, Alba Sabina, Beatriz Morales Fernández, y un sinfín de escritoras, sin olvidar, por lo que tiene de boom, a Andrea Abreu con su Panza de burro.

La narrativa canaria siguió un camino paralelo a la de la península, aunque sí parece cierto que sufrió un descenso, sin que hubiera una razón para ello, durante la década de los 80-90

Después de este rápido caminar por el mundo de las mujeres escritoras de los siglos XIX y XX entramos en el campo de las mujeres narradoras pertenecientes a G—21.

G—21 son las siglas de Generación 21, que es el conjunto de narradores y narradoras que, habiendo nacido alrededor del año 1965 o siguientes, empezaron a publicar sus escritos a principios del siglo XXI, con las excepciones de narradores y narradoras que, habiendo nacido antes de 1965, empezaron a publicar tardíamente su obra narrativa a finales del XX o principios del XXI. Tal es el caso de narradoras como María Teresa de Vega que tiene 4 poemarios en el XX y comienza el XXI con dos libros de relatos, uno del 2000 (Perdidos en las redes) y otro del 2005 (Sociedad sapiens); Pilar Escalona, que se afincó en Tenerife en 1997 y no tiene obra hasta metidos en el XXI; María Candelaria Pérez Galván que publicó su primera obra narrativa en 2015 (El cazador de la inocencia) y Cecilia Domínguez Luis cuyo primer libro de relatos (Futuro imperfecto) es de 1994. (Cecilia Domínguez Luis, Premio Canarias de Literatura 2015, ha dedicado gran parte de su vida a la poesía y sigue dedicándose a ella, alternando ahora con trabajos de narrativa). 

En 2011, Ánghel Morales publica su antología Generación--21: Nuevos novelistas canarios y en ella presenta los relatos de 12 narradores y ninguna narradora. Él mismo, en la introducción de esta antología que hoy se presenta dice que recibió muchas críticas por ese motivo. Ánghel Morales, posteriormente, acalla esa crítica y promueve la colección G--21 de 30 novelas en la que, ahora sí, incluye a siete mujeres: María Teresa de Vega, Cecilia Domínguez, Pilar Escalona, Ana Joyanes, Maca Martinón, Cristi Cruz Reyes, y María Candelaria Pérez Galván. Y hoy acalla aún más aquella crítica con la publicación y presentación de esta antología G—21: Nuevas novelistas canarias. Aquí están, además de las recién citadas, Felicidad Batista, Elizabeth López Caballero, Mayte Martín, Fátima Martín Rodríguez y Elena Puchalt Ruiz.

Evidentemente, no se puede limitar a doce narradoras lo que representa la narrativa de mujeres en la literatura canaria del siglo XXI. Todas las que figuran en esta antología son narradoras, pero no están todas las que son. Quedan fuera de ella otras escritoras que es necesario citar: María José Alemán, Saro Díaz Monroy, Verónica García, Maiki Martín, Inma Vinuesa, Lola Suárez, Balbina Rivero, María Nieves Pérez Cejas, Aida Rossi, Angela Ramos, Juana Santana, Candelaria Quintero, Rosy Robayna y Ana Criado, entre otras.

Es evidente también que G--21 no es una generación al uso de lo que llamamos generación en Literatura. No es un grupo que escriba sobre unas temáticas determinadas como pudiera ser la novela de los 50, o un grupo con unas características propias como pudo ser el boom de la narrativa de los 70. Esta G—21 es un conjunto heterogéneo de escritoras reunidas en torno a un año de nacimiento vital o nacimiento literario. Si algo tienen en común, me atrevería a decir, es una narrativa muy bien escrita, fuerte, intimista, con tintes de novela social y de cruda crítica social y moral, y alguna de género negro o policíaco por lo que se refiere y distingue en esta antología.

Con esta nómina de narradoras no se puede decir que Canarias sea casi exclusivamente tierra de poetas, que también. Lo digo y lo defiendo por el bien de nuestra narrativa. Felicito sinceramente a las autoras, deseando que sigan en este campo de la literatura tan duro, pero tan estimulante.

El libro está editado por Ediciones Aguere en colaboración con Ediciones Idea y, como siempre, es una edición muy cuidada por lo que damos la enhorabuena a Ánghel Morales por su autoría y por su edición. Espero que se difunda y que se difunda bien, que es lo que todavía le falta a nuestra Literatura.

                                                                                                                     

 

Sinesio Domínguez Suria

 

 

 

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