MARRUECOS Y ESPAÑA, AMIGOS
EN LA TORTURA
DAVID BOLLERO
Sultana junto a su hermana,
manifestándose en
la azotea de su casa - Frente
Polisario
Tras cerca de 300 días de arresto domiciliario, la activista saharaui Sultana Khaya, ha enfermado de covid-19 y sus síntomas se agravan. A las torturas, incluso, violaciones por parte de fuerzas policiales marroquíes, durante estos diez meses de cautiverio se suman ahora los efectos del coronavirus cuyo contagio, según el testimonio de su hermana (también contagiada), se produjo tras un nuevo ataque por las "fuerzas de ocupación marroquíes". Ante esta situación, el Frente Polisario ha pedido al Gobierno español que intervenga para salvar la vida de Sultana.
Confieso que en
ocasiones escribir estas columnas requiere de un esfuerzo añadido porque uno
tiene la sensación de no contar nada nuevo, de repetirse. Si en el pasado fuera
Aminetu Haidar, ahora es el turno de Sultana, I Premio Derechos Humanos La
Ciudadana. Diferentes activistas, pero idénticas torturas, mismas violaciones
de Derechos Humanos (DDHH) y misma pasividad de la Comunidad Internacional, con
España, como potencia administradora del Sáhara Occidental, a la cabeza.
Las partes
interesadas, fundamentalmente los gobiernos de España y Marruecos, juegan a eso,
a agotarnos a quienes desde hace tantos años tratamos de visibilizar una de las
mayores injusticias para, así, poder seguir con sus intercambios comerciales y
geopolíticos. No lo consiguen, porque cuanto más tiempo pasa, más pruebas
acumulamos de bajeza moral de ambos gobiernos, de impunidad del régimen
marroquí.
El pasado mes de
julio la relatora especial de la ONU que examina la situación de los defensores
de los Derechos Humanos, Mary Lawlor, fue tajante al acusar al reino de Mohamed
VI de violar sistemáticamente los DDHH. "Instamos al Gobierno de Marruecos
a dejar de atacar a los defensores de DDHH y a los periodistas por hacer su
trabajo y a crear un ambiente en el que puedan realizar dicho trabajo sin miedo
a represalias", apuntó en su informe.
Lawlor, que citó
como ejemplo el caso de Sultana, no encontró respuesta alguna del nuevo titular
español de Exteriores, José Manuel Albares, que ha tomado el relevo de sus
predecesores y ya se ha mostrado como otro mercenario de vidas humanas,
dispuesto a mirar para otro lado en pos de las buenas relaciones con el vecino
del sur. Tanta preocupación impostada por las mujeres afganas y, sin embargo,
con las saharauis, sobre cuya situación tiene mucho más poder de reacción, ni
una sola mención. Esa es su catadura moral, la misma que ha terminado por unir
a España y Marruecos en un senda que recorren con babuchas de piel y exquisito
bordado a la vista, pero con la mancha de la tortura pegada a la suela.
La situación en el
Sáhara Occidental es insostenible. Precisamente ayer se habrían cumplido 30
años de la entrada en vigor del alto el fuego, pero desde el pasado 13 de
noviembre la guerra ha vuelto a la región. Marruecos rompió la tregua, reactivó
el conflicto bélico y, a pesar de ello, desde el Gobierno de España no se ha
hecho ni una sola declaración al respecto.
No sorprende que
ayer mismo, Sidi Mohamed Omar, miembro del Secretariado Nacional y
representante del Frente Polisario en la ONU, emitiera un comunicado
constatando el fracaso de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum
del Sáhara Occidental (MINURSO) por el constante boicot marroquí y la
connivencia internacional. Los bombardeos se suceden ante el masivo silencio
informativo, pese a la proximidad con nuestro país.
Sería ingenuo no
admitir que el bloqueo mediático que articulan desde los despachos
hispano-marroquíes funciona, que esa estrategia de eludir al Sáhara Occidental
ha conseguido que muchas personas vivan ajenas a cómo nuestro país es parte
activa por omisión en la violación de DDHH de antiguos compatriotas. Sin
embargo, lo que rotundamente es de justicia subrayar es que sus artimañas para
sumirnos en el hastío, por tratar de que el agotamiento nos supere y termine
silenciándonos, están fracasando. Si no han podido con el pueblo saharaui
durante casi 46 años, no podrán con nosotras y nosotros. Se lo debemos.
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