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viernes, 30 de abril de 2021

FERRERAS Y TU EX

 

FERRERAS Y TU EX

Se dan a conocer más cartas amenazantes, Ayuso retoma sus reflexiones sobre la vida en Madrid y Pablo Iglesias responde sin filtro al presentador de ‘Al Rojo Vivo’

ELENA DE SUS

Siguen circulando cartas amenazantes, con balas incluidas. Esta mañana se informaba de la detección de una en Sant Cugat, provincia de Barcelona, que iba destinada a Isabel Díaz Ayuso. En Madrid se encontraba otra para el expresidente Zapatero y una tercera dirigida a la Dirección General de la Guardia Civil que al parecer contenía amenazas a Iglesias. La seguridad de todos los candidatos ha sido reforzada. Todos han condenado las amenazas a Ayuso, y ella ha hecho gala de la “serenidad” que pide a los demás y ha añadido que darle importancia a ese tema daña la imagen de España, hace pensar que es un sitio peligroso. Edmundo Bal ha publicado un manifiesto de “unidad frente a la violencia” para los candidatos que, por ahora, solo ha firmado él.

 

Ayuso ha acudido al programa de Carlos Alsina, un entrevistador exigente. En su entrevista, Alsina y sus contertulios han sido incisivos con el discurso de Ayuso, pero no han salido de él. Es decir, la conversación ha girado en torno a lo que supone “vivir a la madrileña” o si acaso en el resto de comunidades autónomas no hay “libertad”. En un momento dado, Ayuso ha dicho que en Madrid hay “múltiples formas de empezar de nuevo una vida” y que puedes “cambiar de pareja y no volver a encontrártela nunca más”. Hemos echado la mañana hablando de ello, debatiendo sobre si es así o no tanto, incluso algunos inconscientes están diciendo que se trata de algo negativo, pero lo cierto es que la frecuencia con la que vemos a nuestros ex, sea cual sea, no cambiará si Ayuso deja la presidencia, ni siquiera si gobierna Pablo Iglesias.

 

Hablando de Pablo Iglesias, lo ha entrevistado Antonio García Ferreras en ‘Al Rojo Vivo’. Ha sido una batalla de gallos, solo faltaba el público.

 

Iglesias ha insistido en que está siendo “deshumanizado” por rivales políticos. Ferreras ha iniciado su respuesta diciendo que “ya se puede imaginar lo que pensamos todos los que estamos en esta mesa de los insultos, vengan de donde vengan y sean del nivel que sean” (un tema sobre el que me parece francamente difícil tener una opinión), para a continuación recordar a Iglesias que él defendió “naturalizar el insulto”

 

Iglesias ha contestado que “una cosa es que te insulten y otra cosa es que mi familia lleve acosada un año por ultraderechistas, que uno de ellos se haga una foto con un funcionario de las UIP o que la Fiscalía esté pidiendo un año de prisión para uno de los hombres de tu amigo Eduardo Inda por acosar a mis hijos”.

 

Interrogado sobre si condena la violencia en el acto de Vox en Vallecas, Iglesias ha afirmado que: “Cualquier piedra lanzada contra un ser humano es un delito y es condenable”, pero ha recordado que fueron los de Abascal quienes rompieron el cordón policial.

 

Ferreras le ha dicho a Iglesias que “hay una sensación en la Policía y en la Guardia Civil de que Podemos no les apoya”, e Iglesias ha respondido que “eso es como si yo te digo que hay una sensación en la gente de que manipulas lo que dices”. La cara de Ferreras, un poema.

 

Ahora, a todo gas (27-A)

 

La ministra de Industria Reyes Maroto, que podría ser vicepresidenta económica de la Comunidad de Madrid si gobernase Gabilondo, recibió otra carta inquietante, en este caso con una navaja manchada de lo que puede ser sangre. La Policía ha identificado al autor de los hechos gracias a que el remite estaba escrito en el sobre. Ya se encuentra a disposición judicial. Fuentes policiales consideran que este envío no tiene relación con los anteriores de amenazas y balas a Pablo Iglesias, Fernando Grande-Marlaska y María Gámez, directora de la Guardia Civil.

 

La narrativa de la derecha respecto a este tema es que todos los políticos reciben amenazas, que son gajes del oficio y que los de Podemos y PSOE se quejan porque les va bien para la campaña y quizás también porque son un poco [inserte palabra]. Ayuso opina que están montando “un circo” y que esas cosas (las amenazas de muerte, en este caso) hay que llevarlas “con discreción”.

 

Se ha conocido que el remitente de la carta a Maroto estaba diagnosticado con esquizofrenia. Medios de comunicación como El Mundo y El Español han considerado que eso lo explicaba todo (spoiler: no explica nada) y descargaba de culpa a la derecha mediática, como si las personas con esquizofrenia fueran agresivas por definición y viviesen al margen del debate político. Un mensaje peligroso, que ha sido contestado por múltiples voces. El seguimiento de esta campaña me va a dejar sin pelos en la cabeza.

 

Según reveló posteriormente el diario Público, el responsable del envío de la navaja es, además, de ascendencia noble y miembro de una familia que entronca con la de Iván Espinosa de los Monteros. La Marea cuenta que había expresado en diversas ocasiones su apoyo a las ideas de Vox en internet.

 

En Hoy por Hoy, de la SER, Pablo Iglesias acusó a Ana Rosa Quintana de mentir sobre a quién correspondía la gestión de las residencias madrileñas durante la primera ola y calificó su programa como “portavoz mediático de la ultraderecha”. Quintana respondió acusando a Iglesias de “fascista”, un término cuya definición según ella es la siguiente: “El que señala al que piensa distinto”. Después, el colaborador del programa Eduardo Inda, también identificado por Iglesias como responsable de difundir ideas ultraderechistas y bulos en televisión, se defendió, indignado, de esa acusación tan absurda. “Yo jamás he votado a Vox”, dijo.

 

La citada entrevista a Iglesias en la SER la hizo Àngels Barceló, que ha sido entrevistada en diversos programas tras su experiencia con el debate fallido. Barceló ha declarado en TV3 que “en este país todavía no ha habido un debate sobre la ultraderecha. Es un debate que no hemos afrontado, ni los medios, ni la gente, ni los políticos”. Esto es un poco como cuando C. Tangana inventó el flamenquito y la rumba en su último disco.

 

Más Madrid celebró un debate sobre diversidad en el que participaron Alex de la Croix y Samantha Hudson. Ambas hablaron de “miedo” y “pánico” a la posibilidad de un gobierno de coalición entre PP y Vox y consideraron que el debate político sobre las personas LGTB “no debería ni existir”. Si bien Hudson dijo que vista “desde fuera” la actitud de quienes les atacan es cómica: “Se sienten amenazadas por dos nenas rubias, por dos travestis vivarachas súper majas, somos personas normales y somos el enemigo”, comentó entre risas.

 

Más Madrid y UP se han comprometido con el Sindicato de Inquilinos de Madrid a impulsar una ley de Vivienda que incluya la regulación de los precios. A priori, difícil sin el PSOE.

 

Hablando de Más Madrid, han publicado, sí, ellos también, un vídeo de Mónica García corriendo. En su defensa, diremos que tiene más texto que el de Ayuso. Aun así, desconcierta leer datos sobre la sanidad madrileña metidos en una especie de anuncio de Nike, con rayos y colorines saliendo de las zapatillas de García. Personalmente, confieso que Ayuso a la carrerita me resultaba más simpática que la súper Mónica. Así me va, ya lo sé.

 

El presidente del Rayo Vallecano, Raúl Martín Presa, invitó a Santiago Abascal y Rocío Monasterio a ver en el palco el partido contra el Albacete, equipo donde juega Roman Zozulya. El acceso del público general a los estadios de fútbol de primera y segunda sigue estando prohibido por motivos sanitarios, por lo que Abascal y Monasterio disfrutaron de una velada tranquila. Qué bonita es la libertad.

 

Ahora Vox se llama fascismo (26-A)

 

Se acabaron los debates electorales. El juguete está roto, seño. Tras el despropósito del viernes en la Cadena SER, los candidatos de Unidas Podemos y Más Madrid se niegan a compartir mesa con Vox. En consecuencia, La Sexta y RTVE han cancelado sus programas de debate, previstos para hoy, 26 de abril, y el miércoles 29 respectivamente. A ninguno de los dos habría asistido Ayuso.

 

No es el único cambio debido a lo del viernes. Otro, muy importante, es la irrupción del término “fascismo” asociado a Vox en entornos nuevos. Tras su desagradable experiencia, Àngels Barceló calificó al partido como “neofascista” y Pepa Bueno también habló de fascismo, ambas presentándolo como una amenaza a la democracia. El propio Ángel Gabilondo adopta el término, en sus mítines y ante el ceño siempre fruncido de Ana Pastor, que ha entrevistado a los candidatos de PSOE y Ciudadanos en El Objetivo.

 

El fin de semana de Gabilondo ha sido… intenso. Además de lo de El Objetivo, ha concedido entrevistas a eldiario.es y El País. El sábado dio un mitin en Vallecas, donde le acompañó Jorge Javier Vázquez, y el domingo otro en Getafe, donde aparecieron el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ministro Fernando Grande-Marlaska (receptor del mismo correo amenazante que Pablo Iglesias), bajo el lema “No es sólo (chínchate, RAE) Madrid. Es la democracia”, acompañado de la palabra “vota” en caracteres latinos, árabes y chinos. El candidato sereno y gris, el que intentaba no alarmar y no meterse mucho con el lifestyle PP, se ha tenido que poner precipitadamente el traje de antifascista.

 

El hombre moderado es ahora Edmundo Bal, que se ha quedado solo en ese papel de llamar a la concordia, el diálogo y todas esas cosas que nos decían en el cole. Pretende ser la alternativa a Vox como socio del PP, pero también está siendo ese señor que te da una palmadita en la espalda y te dice que no pasa nada, que no te pongas así, que estás perdiendo las formas, que no es para tanto, que ya verás que hablando se entiende la gente. Ese señor, imprescindible para tantas cosas, puede llegar a generar, irónicamente, mucha ira.

 

Las poderosas keywords de la campaña del PP, como “terrazas”, “libertad” o “estilo de vida madrileño”, que resultaban simpáticas a mucha gente, podrían verse perjudicadas por la presencia tan próxima de otros conceptos como “amenazas de muerte” o “fascismo”, con los que sobre el papel no combinan. Veremos hasta qué punto es así.

 

Podríamos pasarnos días discutiendo las diferencias y similitudes entre una organización como Vox y lo que se llamó fascismo en el siglo XX. No creo que valga la pena el ejercicio ahora mismo. Lo cierto es que el partido ultra no parece tener ningún problema en llevarse por delante lo que haga falta, sin complejos. Arrinconado en lo económico y pandémico por Ayuso, Vox basa su discurso en señalar a aquellos que pueden estar pasando más apuros en el “difícil” Madrid del PP y en atacar las instituciones que, con todos sus defectos, les pueden ser útiles, todo con un énfasis marcado en los niñosy adolescentes. Sus highlights hasta ahora, si obviamos los insultos y la actitud hacia las amenazas a rivales políticos, son fomentar la rabia contra los menores migrantes tutelados por la Comunidad de Madrid y una obsesión con impedir que en la escuela pública se hable de educación sexual o género, en nombre de la preservación de la “inocencia”, cosa importantísima por motivos sobre los que solo podemos elucubrar. Esto tiene muchos nombres pero me temo que ninguno es bonito.

 

Han aparecido campañas tanto de fomento del voto (“¿Sabes quién vota fijo? Tu vecino el pijo”) como de desincentivación del sufragio, esta última movida por pequeños influencers de derechas. Se refuerza la idea de que la participación es un factor muy relevante para un martes todavía pandémico, donde el ayuntamiento de Alcobendas está anunciando franjas horarias recomendadas para mayores, jóvenes y sospechosos de covid.

 

Fernando Savater escribió una columna en El País en la que anunciaba su apoyo a la candidatura de Ayuso. El coordinador de Ciudadanos en Soria ha dimitido tras ser descubierto en una fiesta ilegal con Leticia Sabater. Esto último no tiene nada que ver con la campaña, pero al escribir sobre lo de Savater he recordado lo de Sabater. Ambos personajes me provocan un levantamiento de ceja similar cada vez que recibo novedades sobre ellos.

 

Comunismo o libertad. Democracia o fascismo. ¿Comunismo o fascismo? ¿Democracia o libertad? El otro día decíamos que tenemos un concepto raro de democracia, pero el de libertad puede ser mucho más curioso aún.

 

Pero, ¿qué mierda es esta? (23-A)

 

Hoy se iba a celebrar el segundo debate electoral en la Cadena SER con todos los candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid excepto Isabel Díaz Ayuso, que no había querido asistir. A lo que finalmente ha ocurrido no se le puede llamar debate de ninguna forma.

 

Nada más empezar, Rocío Monasterio puso en duda las amenazas de muerte que Pablo Iglesias denunció haber recibido por carta y le instó a irse. Iglesias se levantó y se fue.

 

La moderadora, Angels Barceló, intentó evitarlo y le pidió que respondiera a la provocación (expresión literal) mientras, por detrás, Monasterio calificaba a Iglesias de esta forma: “No solo mala gente, sino una aberración”. Ángel Gabilondo murmuró: “Pablo, tienes razón pero no te vayas”. Pero Pablo se fue, mientras Rocío, satisfecha, decía “lárgate, eso es lo que quieren muchos españoles, que te vayas de España”. A continuación, se reanudó el debate como si nada hubiese ocurrido. 

 

La escucha resultaba surrealista, no solo por la indiferencia ante lo que acababa de suceder, sino por el contenido mismo del debate. Prácticamente nadie querría seguir adelante con una conversación en la que el interlocutor mantiene el nivel de agresividad que estaba mostrando Monasterio, ya sea en un debate electoral, en una sobremesa, en el patio del cole o en un bar de los que tanto nos gustan, salvo que se busque la violencia directamente. Y sin embargo, ahí estaban Edmundo Bal, Mónica García y Ángel Gabilondo escuchando faltadas múltiples (“amargada” a García) y debatiendo principalmente las propuestas de una Monasterio que se reía y les interrumpía sin parar ante la impotencia de la moderadora.

 

Y quién sabe si habría sido así hasta el final de no ser por una pausa publicitaria en la que tal vez, y solo tal vez, alguien de sus equipos informó a Gabilondo y García de que ciudadanos y medios de izquierdas les estaban poniendo a caer de un burro en las redes sociales por su pasividad.

 

Cuando se encendieron los micrófonos de nuevo, Gabilondo condenó “sin paliativos” las amenazas a Iglesias y anunció que se iba. Después, cuando llegó su turno, Mónica García hizo lo mismo. Edmundo Bal les pidió por favor que se quedaran, que irse era “hacerle el juego a la señora Monasterio”, les pidió, no a la candidata de Vox sino a García y Gabilondo “paz y calma” y dijo que la democracia en 1978 se había obtenido “con la palabra, sin levantarnos de esta silla”, cosa que no es estrictamente falsa, pero no vamos a hablar de eso ahora.

 

Gabilondo y García no llegaron a irse, pero, visto el percal, Angels Barceló dio por finalizado el debate. Rocío Monasterio reclamó que quería cerrarlo ella y terminó diciendo que “la SER es una dictadura”. Sin embargo, en su desconexión madrileña, la radio dictatorial decidió preguntarle a la disidente Monasterio por sus impresiones respecto al debate que les acababa de reventar.

 

Algunos comentaristas opinan que la actitud de Monasterio buscaba mostrar un enfrentamiento con el establishment periodístico, al estilo de Trump. Si es cierto que Vox quiere eso, desde aquí les mando mucho ánimo, porque, como hemos comprobado hoy, es una misión prácticamente imposible.

 

Cuando Iglesias abandonó el debate, el PP de Madrid publicó un tuit que decía “Iglesias, cierra al salir. 4 de mayo”. Más adelante, lo borró. Preguntado por ello, Pablo Casado ha explicado que desconocía los hechos, pero que seguramente lo que quería expresar su partido es que “en los debates es bueno estar”. Curiosa respuesta teniendo en cuenta que hablamos de un debate al que Isabel Díaz Ayuso, la candidata popular, había rechazado asistir.

 

La democracia, en fin, es una cosa muy extraña.

 

¿Tú crees que esto es un juego? (23-A)

 

Ayer, Pablo Iglesias fue entrevistado en Espejo Público.

 

Se produjo un duelo de espadachines entre Iglesias y Susanna Griso centrado en uno de los temas favoritos de ambos: el modelo fiscal. Iglesias dijo una vez más que su opinión era la misma que la de Cristina Pedroche. Empezó Griso criticando el impuesto de patrimonio por ser “ideológico” y “un impuesto que está desapareciendo en Europa, que los países serios han renunciado a él”. Pablo Iglesias respondió que la presión fiscal en general es más alta en la mayoría de países de Europa occidental que en España. Griso señaló que aquí hay más paro y más fraude fiscal, que igual habría que combatir eso. Pablo Iglesias le dio la razón, pero dijo que el grueso del fraude era cosa de los ricos y puso de ejemplo los chanchullos en la venta de un cuadro de Goya por parte de Esperanza Aguirre y su marido. Después hablaron de la regulación del alquiler. Iglesias argumentó que era necesaria porque los alquileres altos chupan recursos de la economía productiva, a lo que Griso respondió que eso también se podía decir de los impuestos. Iglesias dijo que las grandes empresas son las primeras que van a solicitar ayuda del Estado en cuanto pueden.

 

El otro día hablábamos de la propaganda xenófoba desplegada por Vox en la estación de Cercanías de Sol. Han ocurrido dos cosas con ella. Una, que ante la denuncia de la Fiscalía por un posible delito de odio, un juez ha descartado retirarla de forma cautelar. La otra, que mientras tanto la imagen ha sido pintada con espray, tapada con mensajes opuestos a ella, arrancada y efectivamente destruida por gentecillas de Madrid.

 

Se ha colado en la información sobre la campaña el Foro de Curas de Madrid, un grupo de sacerdotes, al parecer minoritario, que anima a no votar al PP ni a Vox, pues “en lo relativo a algo tan fundamental como es tender la mano a ‘los cansados y agobiados’ (Mateo, 11,28-30) no creemos que puedan ser tenidos como modelo”.

 

Pablo Iglesias, Fernando Grande Marlaska y la directora de la Guardia Civil han recibido cartas con amenazas y balas. Cosas que pasan.

 

Hoy se hace el segundo debate electoral en la Cadena SER. Este es sin Ayuso, para los sinayusistas.

 

20.000 muertos, xd (22-A)

 

El debate entre los seis candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid, emitido anoche desde la Academia de Televisión por Telemadrid y retransmitido también por La Sexta, competía por nuestra atención contra un nuevo capítulo del programa sobre Rocío Carrasco, contra el apasionante duelo entre Elche y Real Valladolid que terminó con tablas en el marcador y también contra la visita del Real Madrid a Cádiz (victoria blanca).

 

El resultado del debate es más difícil de determinar. Los candidatos de la izquierda presentaron sus proyectos, alternativos al del PP de los últimos 25 años, y explicaron diversas medidas. Edmundo Bal (Ciudadanos) también hizo lo que pudo por articular un plan serio, que planteó como opuesto al de Vox, pues según él lo que se dirimía en las elecciones era si Ayuso gobernaba con los ultraderechistas o con ellos (ánimo, crack). Bal dejó un par de ideas que dan testimonio de lo que Ciudadanos pretendía ser, como desplegar equidistancia entre los bandos de la guerra civil (nadie más sacó la guerra civil), o esa propuesta para estimular la natalidad de que se desgrave la congelación de óvulos.

 

Al volver atrás sobre la gestión de la pandemia, todos los candidatos, pero especialmente los de izquierdas, lanzaron una batería de datos que alguien se estará encargando de factcheckear sobre cómo la covid hizo más daño en Madrid. La crisis de las residencias ocupó bastante tiempo en este primer tramo de debate. Gabilondo declaró que las órdenes de no trasladar mayores a los hospitales fueron una decisión ideológica más que una mala gestión, Mónica García habló de “traición a los mayores”, Edmundo Bal señaló que en una de cada tres residencias no hay personal sanitario, cosa que proponía corregir, aunque después llamaría a no “politizar el dolor”. Ayuso echó balones fuera y vino a decir que aquella tragedia “no se podría haber evitado, hicimos una lucha por la vida”.

 

En ocasiones, los candidatos parecían profesores de la ESO intentando dar una clase de ética o de ciudadanía mientras la líder popular dibujaba distraídamente unos cojones y un rabo en cada una de las páginas de su cuaderno.

 

Pablo Iglesias le preguntó a Ayuso si conocía una serie de cifras sobre la sanidad madrileña. Ayuso miraba sus apuntes y sonreía mientras Iglesias nombraba a los más de 20.000 muertos por la covid en la Comunidad, y este se lo recriminó. La respuesta de Ayuso consistió en una retahíla de insultos personales: “Me río porque usted no es creíble”, “Da vergüenza ajena”, “Nadie le quiere en Madrid”, “Es mezquino”. Y ya estaría. Poco después, amenazó a Gabilondo: “Usted quiere ser defensor del pueblo, no lo será si de mí depende”.

 

Rocío Monasterio no solo sacó a relucir el mensaje racista contra menores migrantes que aparecía en un cartel de Vox y que causó indignación y denuncias el otro día en la estación de Sol, sino que lo convirtió en el centro de su discurso. Se dedicó una cantidad de tiempo casi inverosímil a esta cuestión.

 

Fue tal vez Mónica García (es médica, ¿lo sabíais? ¡y madre!) quien pudo articular con más energía la crítica compartida al modelo de Ayuso, a quien llamó “presidenta nini”. 

 

Aunque Gabilondo e Iglesias mostraron sus discrepancias en los puntos que ya conocemos (impuestos, regulación de alquileres), al final del debate, el candidato del PSOE se situó por fin junto al de UP: “Pablo, tenemos 12 días para ganarles”, le dijo.

 

A ver, tía, tampoco es eso (21-A)

 

Podemos ha presentado su programa electoral, que plantea una reorganización fiscal un poquito de todo: bajar el primer tramo del IRPF, eliminar la bonificación para las herencias de más de un millón de euros, esas cosas. Además, regulación de precios del alquiler en zonas tensionadas, impuesto a las viviendas vacías y meter un buen chute de inversión a la educación y la sanidad públicas, que es en lo que parece coincidir toda la izquierda. Pablo Iglesias ha reivindicado la Constitución española, que es su libro fav desde la última campaña electoral, y ha citado unas declaraciones antiguas de Cristina Pedroche en contra del PP que se hicieron virales ayer (no se les escapa una de Twitter, ¡nos leen!).

 

Entrevistada por Antonio García Ferreras en Al rojo vivo, Ayuso ha expresado su deseo de mantener el toque de queda de las 23 horas hasta las 6 de la mañana, las limitaciones del tamaño de los grupos en los bares y la prohibición de celebrar reuniones en espacios privados cerrados tras el fin del estado de alarma, previsto para el 9 de mayo. Considera que estas medidas que limitan derechos fundamentales, al coartar la libertad de circulación de los ciudadanos, son “una solución intermedia” frente a otras que, entendemos, consideraría más radicales como… ¿cerrar el interior de los bares? Rocío Monasterio ha propuesto… retrasar el toque de queda una hora, hasta medianoche. Tampoco hay que confundir la libertad con el libertinaje. Edmundo Bal ha señalado que no es legalmente posible mantener esta medida.

 

En una valla publicitaria de la estación de cercanías de Sol, en el centro de Madrid, ha aparecido propaganda de Vox con un mensaje xenófobo contra menores de edad. CTXT ha montado una campaña (entre otras surgidas de otros lados) para pedir su retirada a Renfe y a los posibles responsables. Podemos lo ha denunciado a la Junta Electoral y Más Madrid ante la Fiscalía, por un posible delito de odio. Da la casualidad de que justo ayer los medios se hicieron eco de una agresión racista a un niño de 12 años en Guadalajara. Ayuso se ha pronunciado en contra del cartel, ya que afirma que el “problema” al que se refiere no es competencia autonómica.

 

Esta noche, a las 21:30 horas, primer debate televisado entre los seis candidatos en Telemadrid.

 

Dame más alcohol (20-A)

 

Parecería que hay que ser muy osada para arrancar una campaña electoral reconociendo que la vida en la Comunidad cuya administración presides es “difícil”, que hay “grandes distancias”, que “se paga mucho por la vivienda”, pero que, oye, tras pasar el día “trabajando y sufriendo” podemos ir a empifolarnos en un bar, eso sí, “a la madrileña”. Sin embargo, esa exaltación de la incomodidad ha sido siempre la base del discurso de Isabel Díaz Ayuso (“Hablar de empleo basura es ofensivo para quien está deseando tener ese empleo”, 2019), que lidera las encuestas con una estimación de voto en torno a un 40% en las elecciones a la Asamblea de Madrid del martes 4 de mayo. A algunos os parecerá absurdo, igual que un día a mi compañera de piso empezó a parecerle absurdo que se ligase así en Ponzano, presumiendo de las 12 horas al día que dedicas a ese trabajo en esa consultora tan exigente, pero este es el estado de la cosa.

 

Ángel Gabilondo, el segundo candidato en intención de voto, que rondaría el 24%, sigue impasible, citando a Camus y anunciando medidas de protección social para los mayores: habla de un complemento de 400 euros anuales en las pensiones no contributivas, “el mayor de España”. Ante la constante búsqueda de confrontación con el Gobierno central por parte de Ayuso, Gabilondo ha dicho, de un modo que casi produce ternura, que “el candidato soy yo, no Pedro Sánchez”. Ayuso ha reaccionado riéndose de él por no haber mostrado oposición a medidas suyas como mantener la hostelería abierta, o haber dicho que no subirá los impuestos, y le ha animado a ir a un mitin suyo de “telonero”, en un empujón que el hombre tranquilo seguramente ignorará. Gabilondo cuenta con el apoyo de Jorge Javier Vázquez, que, atención, elogia de él su carácter “reflexivo, educado y nada faltón”. En casa del herrero, cuchillo de palo.

 

En un foro patrocinado por Asisa y Microsoft, el candidato de Ciudadanos, Edmundo Bal, ha arremetido contra la ley Celaá.

 

Mónica García (Más Madrid) ha visitado la estación de metro de Gran Vía. Sí, había una estación de metro ahí, ¿te acuerdas? Un amigo me suele decir que en esta ciudad, por diversas razones, nunca se puede dar una obra por terminada y estoy empezando a pensar que (socorro) tiene razón. Más Madrid propone una tarifa plana de 90 minutos de transporte público por todas las zonas y un “abono social” para personas en situación de vulnerabilidad. Propuestas de descuentos en las que no se contempla el desconcertante factor de la edad.

 

Podemos ha publicado un vídeo curioso, obra de Daniel Guzmán. Dos chicos de barrio están sentados en una plaza. Uno de ellos empieza a hablarle al otro de política por la cara y con descaro (tremenda pereza) y le cuenta que hay que votar porque se rompe España, vuelve ETA, nos vamos a convertir en Venezuela, y se va a llenar esto de inmigrantes que nos quitan el trabajo. “¿Y los inmigrantes que tiene tu padre trabajando en la construcción?”, pregunta el primero. “Ese es otro tema, esos son otro tipo de personas, aparte, mi padre está levantando España”, responde el otro. Viendo el percal, el primer chaval, que mostraba desinterés por la política, decide ir a votar… lo contrario de lo que dice su interlocutor. Veremos si UP logra lo que se ha propuesto, pero es interesante ver esto en campaña. Todo transversal no puede ser.

 

Ya es primavera (17-A)

 

Ha pasado lo peor o eso parece, ha llegado la primavera, el solecito, van poniéndose vacunas a pesar de todo, se vienen los fondos de la UE, y en la precampaña madrileña, el discurso de los partidos se centra en diseñar la recuperación y darle gas (o voltios). Hoy tanto Mónica García (Más Madrid), en el desayuno informativo con Europa Press, como Ángel Gabilondo (PSOE), en la presentación de su programa, han hablado de reforzar los servicios públicos, sobre todo la sanidad.

 

García ha propuesto un plan de choque para superar la crisis denominado Reanima Madrid, que incluiría, además de ayudas directas para los sectores más afectados, la contratación de más de 2.000 nuevos sanitarios y la de 1.300 docentes. También ha explicado sus planes para el hospital Zendal a largo plazo: convertirlo en un health lab, un espacio de investigación colaborativa a semejanza del MediaLab Prado. ¿Qué supondría esto? Pues… casi que pregúntale a ella, lo siento.

 

Ángel Gabilondo ha presentado el programa del PSOE en el Ateneo de Madrid, un escenario ciertamente solemne. El candidato socialista ha iniciado su discurso citando a Josefina Carabias, que contaba una anécdota sobre Manuel Azaña. Dijo Gabilondo que Azaña tenía 50 años cuando alcanzó la presidencia de la República española, y dejó caer un: “Quién los tuviera…” .

 

En modo druida, Gabilondo ha presentado su paquete de 350 propuestas recuperando el viejo lema de “no dejar a nadie atrás”. Le ha puesto un nombre épico: “El programa de los olvidados”.

 

Incluye medidas de lucha contra la pandemia, como abrir los centros de salud para la vacunación todos los días de la semana, y otras de inversión en sanidad en general, como construir 30 nuevos centros de salud, garantizar la salud dental gratuita a los niños y prestar más atención y recursos a la salud mental.

 

Gabilondo, que se sabe mayor, ha hablado bastante de los mayores. Propone una ley integral para su cuidado que incluya la creación de una bolsa de cuidadores, ayudas económicas, etcétera. Y ha apuntado la necesidad de poner en marcha una “estrategia contra la soledad”.

 

También ha asegurado que su gobierno sería “feminista”, paritario y ha propuesto un plan contra la violencia de género que incluya la alternativa habitacional.

 

Ayuso, por su parte, ha dicho en Mercamadrid que deberían poder vacunar las mutuas y las farmacias, y anuncia que propondrá que los que quieran ponerse AstraZeneca y Janssen lo hagan bajo su propia responsabilidad, que mejor eso que tirarlas. Más info sobre esto, aquí.

 

Ahora pasemos al heavy metal, es decir, la televisión.

 

Iglesias ha dedicado el grueso de su intervención en el programa Las cosas claras, de TVE, a rajar de la policía y el sistema judicial, a propósito de las detenciones por los disturbios en el acto de Vox en Vallecas (“Cuando son los nazis los que agreden, ¿dónde están las detenciones?”, “Si eres el rey puedes hacer lo que te dé la gana”), y ha animado a no creer en las encuestas que pronostican una victoria clara de la derecha. Además ha calificado la idea de subir el IBI a viviendas vacías como “de cajón”.

 

Antes, en Espejo Público de Antena 3, Susanna Griso entrevistó a Rocío Monasterio, que se dedicó a explicar que si gobierna en Madrid “no hará falta el pin parental” que Vox ha exigido en Murcia, porque derogarán toda ley sobre educación sexual en la escuela. Monasterio hablaba exaltada al pensar en la corrupción de los inocentes infantes por las ideas de los degenerados, y Griso hacía amagos de cortar el chorro de su discurso: “No, esto no es así…”, “¿Eso dónde lo dice?” A continuación, la periodista preguntó a la candidata qué opinaba de “los impuestos ideológicos, los mal llamados impuestos sobre la riqueza”.

 

Por cierto, El Mundo ha publicado un reportaje sobre Ayuso en Chueca. El titular de la versión en vídeo es: “A mí me da igual cómo configure cada uno su vida en su cama”.

 

Ah, y la Audiencia de Madrid ha invalidado finalmente la candidatura de Toni Cantó.

 

Continuará…

 

Choose your fighter (14-A)

 

El otro día me dijeron que la Junta Electoral había reñido a Ayuso y yo dije que por qué y me enseñaron una noticia de El País que explicaba lo siguiente: la Junta Electoral provincial amonestó a Isabel Díaz Ayuso por aprovechar un acto institucional en el Hospital de la Paz, al que acudió como presidenta, para promocionar su candidatura. Además, la Junta solicitó a PP, PSOE y Podemos que retirasen las imágenes de sus respectivos candidatos de cartas y folletos dedicados a “promocionar el voto por correo” y pidió también la retirada de la lona gigante con la cara de Gabilondo desplegada en la plaza de Callao (como propaganda, se supone).

 

Leí la noticia por encima. Superado el desconcierto, murmuré: “Ah, claro, que aún no estamos en campaña…”. La campaña electoral para la Asamblea de la Comunidad de Madrid empieza oficialmente el 18 de abril, este domingo: lo de ahora se llama precampaña, pero eso da igual porque la campaña es constante, no puedes huir de la campaña; mientras tú duermes, los demás están haciendo campaña, bitch. Por ahora, la cosa va como sigue:

 

Isabel Díaz Ayuso (PP) lleva las de ganar. Su mensaje es algo así: Madrid es libertad y la libertad soy yo. Todo lo demás es comunismo, es decir, lo contrario de la libertad, una mierda como un templo. La máxima expresión de la libertad son los bares. ¿Tres euros por caña? El precio de la libertad.  Y sí, quizás trabajas como una mula y te cuesta llegar a fin de mes, no puedes con tu vida, pero te compensa porque eso va en el pack de la libertad, a ver qué te has pensado. Los que no viven aquí no saben lo que se pierden. Losers. Tú eres mejor que ellos.

 

Factor importante, juega en casa: el PP lleva dos décadas y media gobernando y ha ordenado las cosas a su gusto. El discurso de Ayuso se asienta sobre una masa de cosas y algunas guardan parecido con la realidad. Madrid es la comunidad más rica, también es la más desigual. Ayuso ha anunciado que finalizará la campaña con una corrida de toros a la que prevé una asistencia de unas 6.000 personas (el 25% del aforo de Las Ventas). Este acto, que tiene energía de pedorreta, por supuesto, también tiene que ver con la libertad.

 

Ángel Gabilondo (PSOE) es lo opuesto a Ayuso. Nunca haría una pedorreta. Si Ayuso fue community manager de un perro (trabajo que no puedo descartar ejercer en algún momento), Gabilondo es catedrático en Filosofía (cosa muchísimo menos probable). Es un candidato moderado, aparentemente más preocupado de minimizar daños (¿Subir los impuestos, yo? ¡Qué dices!) que de otra cosa. Como líder de la oposición, fue discreto incluso en los momentos más críticos de la pandemia, cuando algunas noticias sobre la gestión de la Comunidad respecto de los ancianos, los niños, los enfermos y los pobres daban ganas de arrancarse los pelos de la cabeza.

 

Ese papel de opositora parlamentaria lo ha desempeñado Mónica García (Más Madrid), que además es profesional de la sanidad pública (¡anestesista!, un gran poder que conlleva una gran responsabilidad) y habla con conocimiento de causa. Los carteles la definen como “médica, madrileña, madre”: tres características que no descartarían en absoluto que se tratase de un ser horrible. Como candidata, le ha faltado finura en ocasiones, y puede parecer que este concepto no es pertinente cuando Ayuso habla de “COMUNISMO O LIBERTAD”, así en mayúsculas, pero los discursos trumpistas son finos a su manera y, si te despistas, te fuerzan a adoptar decisiones duras, como la de ir a tomarte un café al 100 Montaditos.

 

Luego está Pablo Iglesias (UP), exvicepresidente del Gobierno, que ha venido aquí a interpretar uno de mis arquetipos favoritos: el pistolero crepuscular. Sabe que su misión es difícil, está de vuelta, se la sopla todo un poco y, liberado de la formalidad institucional, se enfrasca en rifirrafes con los fachas y los grandes medios de comunicación. Esto quizá no es práctico, no es prudente, pero qué más da. A él le iban a atizar igual y así por lo menos nos reímos un poco.

 

Aunque nos han intentado engañar con el vídeo de Ayuso corriendo, el verdadero candidato runner es Edmundo Bal (Ciudadanos). También es abogado del Estado. Es decir, una máquina. Sin embargo, lo tiene muy difícil. Quizá por eso, porque de perdidos al río, su campaña ha escogido como lema “Madrileños por Edmundo”, una frase de la que varios tuiteros han reclamado la autoría, o quizá les ha parecido realmente una idea genial, no sé, yo ya me pierdo.

 

¿Qué decir de Rocío Monasterio (Vox)? Fueron a Vallecas. Yo diría que les fue bastante mal ahí, aunque las opiniones sobre esto son variadas. En redes sociales, han afirmado que deportarían a Serigne Mbayé, número tres de las listas de UP y ciudadano español, si pudieran, causando la indignación de, entre otros muchos, Bertrand N’dongo, asesor de la propia Monasterio. También han dicho que estaban en Carabanchel cuando estaban en Pinto. No sé.

 

Telemadrid, la tele pública, ha ofrecido organizar un debate entre los candidatos. Ayuso dijo que pasaba, pero ahora dice que igual sí.

 

La partida ya ha empezado... Choose your fighter.


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