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domingo, 4 de abril de 2021

BUFONADA BRUTAL

 

BUFONADA BRUTAL

Eduardo Sanguinetti, filósofo y poeta.

El ex presidente Mauricio Macri solicitó por decreto de necesidad y urgencia -sin mediar la aprobación del Congreso (representante de la voluntad del pueblo)-, un crédito al Fondo Monetario Internacional de 50 mil millones de dólares, el que le fue otorgado por dicho organismo transgrediendo sus propios estatutos.

Actualmente, el Estado argentino no puede pagar esta deuda tomada en beneficio ¿de quién?... ¿corresponde pagarla si el FMI ha delinquido soslayando su normativa interna?... Es preciso recordar, que quien ofició de mediadora, la entonces directora gerente del FMI, Christine Lagarde, actualmente ocupa el cargo de presidenta del Banco Central Europeo.

 

Los grupos de presión dan idea acabada de la presencia de gobiernos invisibles en el paisaje dinámico de Argentina y demás naciones del Tercer Mundo. Son entes de pesada realidad que actúan al margen de los estatutos jurídicos de organización, pero cuya sangre llena las arterias legales y desborda su energía en los intersticios de la estructura jurídica, dándole sostén al fatalismo simulado, que empuja la conducta de las comunidades en estado de indigencia, a la práctica de la resignación.

 

El genio del Corán será más benigno y útil que el espíritu de los Evangelios para apuntalar injusticias o privilegios, montando las técnicas de conservar todo lo referente al robo y la estafa en nuestras sociedades, por parte de quienes cumplen todas las funciones directivas de gestión del espectro político y empresarial, tan criminal en sus actos de dividir, confrontar e instalar vacuidad en el tiempo que nos toca experimentar, con desesperación inocultable, de sentirse uno invisible ante tanta desmesura en el trabajo de autopsia de existencias carnales, condenadas al olvido.

 

Tengan lo que tengan de válidas las explicaciones, es la verdad que en esa trama de artificios traidores, es ese juego tramposo de los grupos de presión parciales que aspiran a universalizar las soluciones para consuelo de su parcialidad, en esas cretinas gestiones de opinión, en cuyo dialecto moral quiere decir 'beneficio', técnica de soborno y prepotencia en que se gastan las formaciones asociativas de intereses de núcleo, han quedado sepultados los ideales fundacionales de la Argentina.

 

Dentro de la casta bestial de la política, se gestó la tragedia argentina... un encadenamiento de estructuras metálicas todas buenas conductoras del fluido de la fatalidad. De una a otra etapa de farsa institucionalizada, inalterables en sus fines de enriquecimientos ilícitos y corrupciones consuetudinarias, perseveraron estos buitres, bajo la misma consigna de dolor y fracaso para el destino popular, sumado a la eliminación de una cultura y sus hacedores.

 

"Élite" política, mantenida, con sueldos millonarios y honores de 'serviles al imperio', por los dueños invisibles de la nación, dándose, además el lujo, de interpretar en la escena mediática corporativista, la comedia de su "heroísmo barroco"... reservándose, con el aval del poder real, el derecho a envolver en su procaz lenguaje, desbordado y soez, el esqueleto de la consigna, lacónica y ajena, de ese modo completando el crimen a 'ojos vista' de un pueblo, sin ánimos para inventarse glorias, luego de largas jornadas de fatiga y hambre, años espesos de miseria y postración, décadas turbias de terror y angustia... todo asomándose juntos por la primera grieta.

 

La plasmación de los valores que predicaba la democracia, solo son “sueños de libertad”, guardados en la memoria de la historias, que jamás se han cristalizado en acto.

 

Ya no más predicación de valores, lo que supone preferir lo sustancial y posponer lo aleatorio. Para esta nueva democracia solo vale que el procedimiento sea coincidente con el sistema de normas. La corrupción que pulula por todas partes se produce cuando el sistema normativo cae en desuso. Nos hemos transformado en sociedades anónimas… nos gobiernan gerentes, que obedecen a directores de corporaciones fantasmas... repugnante ¿no?… pues este es el estado natural y continuo que recibimos. Lo que resultaría más ingenuo sería elevar al terreno del deseo justo lo que ya existe como realidad travestida de bufonada brutal.


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