ESE FASCISMO DE AYUSO
CRISTINA FALLARÁS
Este lunes Pablo Iglesias anunció que deja la vicepresidencia del Gobierno de España para presentarse a las Elecciones Autonómicas a la Comunidad de Madrid. Hasta tal momento, y desde que la actual presidenta Díaz Ayuso las convocó, se daba por hecho que acabaría ganando las elecciones una coalición de extrema derecha formada por el Partido Popular y VOX. De hecho, la presidenta del PP las convocó porque tenía la misma certeza.
En cuanto se enteró del tremendo, insospechado, cambio de situación, apareció ante los medios de comunicación y soltó las siguientes perlas:
"Iglesias es
una persona independentista, afín al entorno de ETA".
"Cree en la
expropiación, la okupación, la intervención de la empresa, en el fomento de
huelgas o en quemar las calles de Madrid".
"Yo haré pocos
debates".
"España me
debe una".
Y poco antes había
afirmado: "Si te llaman fascista, estás en el lado bueno de la
Historia".
Sin duda, todas las
frases merecen su bonito marco dorado en el salón de la basureta básica, y sin
embargo dos son las relevantes (lo de ETA tiene una caspa que no merece
mención, no en vano la Fundación Francisco Franco se declara fan de esta
señora).
La primera
memorable es: "Si te llaman fascista, estás en el lado bueno de la
Historia". Ay, ay, ay, esta España de generales con hambre de
fusilamiento, sembradas de fosas comunes y añoranzas de dictador enano. Díaz
Ayuso pertenece a esa parte no pequeña del país que considera mejor ser
fascista que luchadora por los derechos humanos; esa parte no pequeña del país
que sueña con cárceles y reclinatorios. Se llaman fascistas, y así se reconocen
entre copas cuando se juntan a beber, jajaja.
Pero ella da un
paso más. Admite que la llamen fascista y considera que es bueno. No es
frivolidad. Es fascismo. No es, por supuesto, un desliz, es fascismo. Llevo
toda la vida escuchándome que "en España no existe la extrema
derecha". Hasta que sí, hasta que ha sacado la cabeza porque una nueva
generación (no la mía, dicho sea de paso, ni la de La Movida etc) ha exigido
mandar al dictador al moridero que merece; hasta que una nueva generación ha
llegado al Congreso exigiendo una dignidad que no se anda con chiquitas. Conste
que aquí no hay menoscabo hacia los que lucharon antes. Sencillamente esto ha
cambiado y ya ningún Carrillo se atrevería a definirse
"Juancarlista".
A Díaz Ayuso le
gusta estar en la banda de los fascistas. Y eso representa. Y eso es. Bien está
que lo deje claro sin recato.
Pero hay más, y es
mucho. Muchísimo. De hecho, es más de lo que habíamos visto y no debería pasar
desapercibido.
"España me
debe una".
¡¡"España me
debe una"!!
Nada más y nada
menos. No al PP. No a su Madrid convertido en una caricatura del nacionalismo
más rancio. No a su Gobierno de la Comunidad. España le debe una a ella. Ah, la
magnífica araña de la primera persona. Teje una telaraña donde una acaba
quedando pegada, para bien o para mal. Para bien si se trata de urdir la
intimidad. Para mal si se desprecia al resto en un trabajo que se supone común;
más, si se desprecia a quien te coloca donde estás.
Cuando Díaz Ayuso
afirma que "España" le "debe una" a ella, a ella y solo a
ella, revela su idea de dictadorzuela. Solo hay que sumarle lo de su
pertenencia al bando de los fascistas, proclamado por ella misma en horario de
máxima audiencia, para contemplar el retrato de lo que es.
Todo fascismo
necesita su autorreconocimiento explícito y un personaje mesiánico sin
complejos. Ahí la tenemos.
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