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viernes, 2 de octubre de 2020

DESOBEDECER PER SALTUM

DESOBEDECER PER SALTUM

EDUARDO SANGUINETTI,

FILÓSOFO Y POETA.

Hora de aplicar el Per Saltum al cosmos mafioso apátrida, articulado para destruir la vida de millones de seres humanos que se debaten en la indigencia extrema... ¿entonces? ¿Quién decretará una resolución de necesidad y urgencia, sobre la instalación de tribunales populares que administren justicia?

Pues, la justicia hoy, es un Espacio cloacal, donde cualquier recién llegado defeca palabras que lastiman el corazón de lo que supo ser en un tiempo una República.

He aprendido a leer los presupuestos, a no creer en la palabra de nadie, a contemplar de inmediato lo más profundo de los pactos a oscuras, a rehacer todas las restas, a enfrentar al estafador hasta el final y salir de la bruma antes de que me envuelva también.

 

Me refiero a los golpes fácticos de los poderes internos y externos, que desestabilizan la institucionalidad en Argentina y toda Latinoamérica... ¿caben dudas del accionar multimediático que erosiona y degrada al gobierno, en tiempos imposibles de Covid-19, que asola el planeta?

 

Pues, a las claras, la desafectación de jueces que tuvieron el coraje de procesar a funcionarios de gobierno offshore, es una muestra de ello… Sin duda, no resiste archivo alguno, la designación por decreto de jueces “amigos”, para transitar en las autopistas de la impunidad y el delito elevado a ley.

 

Se respira un clima de confrontación que no podemos ignorar... ¿o el levantamiento de la policía de la provincia no es un acto sedicioso? Lo manifestado por Eduardo Duhalde en los más diversos medios de la corporación, sigue la línea trazada de desestabilización. Del mismo modo, marchas de descerebrados 4x4, sin argumentos pero plenos de odio hacia la vicepresidenta Cristina Fernández y al gobierno de Alberto Fernández, no dejan de amedrentar a aquella mayoría que votó al gobierno.

 

La impunidad de los amarillos, apuntalados por poderes del exterior, hacen del presente un espacio insalubre. Mauricio Macri es un peón en el ajedrez que juegan los factores del poder mafioso planetario, que con los miles de millones que recibió del FMI, ha decidido jugar de alfil. Y nada fuera de la desesperanza de arribar a un país donde la verdad sobrevuele el lawfare, asimilado a una corte sin valor alguno para seguir en función. La presión no cede.

 

Los prejuicios tienen un rol fundamental en la vida de la masa amorfa que marcha todos los días, como la inseguridad de saber que no son quienes piensan ser, ni lo serán, incluyo por supuesto a la política y a sus mercaderes. Son perniciosos y peligrosos en sus prácticas, y, como vemos, muy eficaces a la hora de asestar el golpe a la democracia, tal como ya lo hemos experimentado en la dictadura cívico-militar del ´76.

 

Se torna indispensable ante las urgencias del momento hacerles conocer los límites a los “empresariuchos” mezquinos, los habilitados por el poder judicial genuflexo y la corpo de medios mafiosos que ordenan a piacere. Argentina, la que se debe construir, estará, si el pueblo se lo propone, por fuera de su capacidad de destruir, la pandemia se hará cargo de ello... no es menor la porquería que ocultan de sus vidas degradantes y degradadas, los mafiosos/as, a quienes conozco muy bien, de cuando eran ciudadanas/os de a pie...

 

Hora de ponerles los puntos a los que monopolizan los espacios de cultura, sociales, políticos y de medios. Primer poder hoy, con estilo violento, impiadoso, grosero y altamente excluyente de todos aquellos que pueden aportar con talento, gracia e ideales.

 

Me refiero a informantes de medios mentirosos, corpos de la falsa cultura, compuesta por pseudo intelectuales dodecafónicos, actorcitos y actrices de toilette, modelos insaciables en funciones de comunicar lo incomunicable, politicastros de toda laya, artistas de la nada, cocineros armados en cantinas de periferia urbana y demás basura que componen el carnaval a toda marcha, que hoy, podría ser aplastado por la "parca" que se asoma y decide por quienes no tienen respuestas para dar.

 

“Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibamos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común”, estas palabras de Eduardo Galeano las hice mías el sábado 19 de octubre de 2013, con espontaneidad y naturalidad suma pues, ante las urgencias de los pueblos condenados, tuve la iniciativa de declarar el “Día de la Desobediencia”.

 

Desobedecer al poder de los ignorantes y a sus cómplices, a la justicia criminal, al poder de las corporaciones económico-mediáticas que conforman la obtusa realidad de hoy, a la genuflexión de los intelectuales y a la cobardía de los pueblos. Pero, qué no se ha dicho ya de esta fauna conformada de “tilingos”, que ha malogrado el prodigio de lograr que cada ser conforme en sí, un modo irrepetible de estar en este mundo.

 

En fin, una actitud “demasiado humana” nutrida del estremecimiento que ofrece un estado de resistencia cultural y social. Instancia ética, en sus principios y fines, que nos remite a los “dorados años de la infancia” donde el desobedecer era una actitud natural ante el atropello y la torpeza de nuestros mayores, imponiendo criterios y haciendo valer sus arbitrarias decisiones.

 

La razón ejercerá un racismo contra la emoción, la emoción contra la percepción, la vista contra el olfato, la intuición contra el pensamiento, los estilos mentales contra los sentimentales, los estilos clásicos contra los barrocos... en sucesivas batallas de la diferencia sin fin. Desde ella, la muerte del sentido no conmueve, ni conduele. Ni tampoco el florecimiento esplendoroso de cenotafios y sepelios, en una auténtica primavera de la muerte eterna a la que estamos asistiendo. Nosotros y ellos.

 

No somos inmortales. Revolucionar, desarrollar, igualar, compartir, vivir y morir, están, hoy más que nunca, ligados indisolublemente. Lo han visionado en advertencias apocalípticas: visionarios, poetas, soñadores y sabios. Y si el apocalipsis se equivoca, será porque ocurrirá algo improbable. Y en tal sentido habrá tenido razón: nos preparamos para lo improbable.

 

(*) Filósofo y poeta

 

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