TRAS LEER LA RENDIJA
(REFLEXIONES
PERIODÍSTICAS)
POR JUAN MANUEL TORRES VERA
En este efecto de
retroceder en el tiempo con el cielo de la memoria, presencio el primer
encuentro con Víctor Ramírez hace ahora veinte años en la plaza central del
pueblo de Vallehermoso, y como testigo mudo el Roque Cano, allí arriba.
Con motivo de la presentación de la primera edición del libro "El
Fogueo", por el
que muchos paisanos dijeron que ya podían morir tranquilos, recuperaban la
verdad histórica del golpe de Estado del general Franco contra la II República.
En ese hilo conductor entre reflexiones recuerdo a mi abuela
materna, siempre vestida de luto desde que la conocí muchachito llegado de la
patria de Bolívar. Constantemente me insistía, ya en sus últimos días, con
ochenta y seis años, que lo más que había visto en abundancia en su vida era la
maldad y en el corto espacio del territorio de la isla de la Gomera, y por
tanto desconfiaba de todo, menos de sus vecinos casi hermanos con quienes
compartía los frutos de su trabajo agrícola, desde las papitas recién cavadas
para que las probaran a las dulces peras del Barranco de los Guanches. "La
persona biófiIa" acaba sintiéndose solitaria, incomprendida, luchando
tenazmente contra el desánimo y el miedo a practicar lo más digno de su
naturaleza, la solidaridad emancipadora.
Con ese cariño inmenso habla Víctor de su abuela Constancita
que en paz descanse también: bueno es, mi niño, quien da a la sociedad más bien
del que recibe, y malo lo contrario, por eso casi todos los que mandan son
malos, desde reyes a papas. En los ratos de las tardecitas azocados junto a la entrada de la
antigua cocina de leña, se prolongaban los silencios interrumpidos por algún
cernícalo haciendo penino en retirada y alguna ráfaga de viento estremecía las
ramas del duraznero mollar del patio de tierra y le observaba disimuladamente
los surcos de las arrugas de la piel curtida por tantos trabajitos para ganar
el sustento con el sudor de su frente.
Ella, sin saberlo, partía también del principio de rebeldía
ante tanta mentira impuesta de los señoritos que le tocó soportar después de la
resistencia de su pueblo que terminó en rendición con el pacto de honor de
palabra que los fascistas nunca respetan si están en juego sus privilegios. Así
pude comprobar la existencia de la maldad con mis propios ojos en la escuela de
los últimos años del franquismo en el pueblo de mi abuela y de mis raíces
cuando un maestro llamado José Antonio, como el ideólogo de la falange, ayudado
por dos alumnos que obedecían sus órdenes, hacía pasar por encima de unas
bostas de burro a un chico tremendamente noble para humillarlo ante todos los
compañeros; hoy éste es un extraordinario profesor universitario y uno de
aquéllos, como refleja en muchos artículos Víctor el destino de estos
personajes, ocupa un alto cargo en las finanzas de una entidad bancaria, dañino
en otras labores sociales, amparado en la confianza que le da el olvido que
-piensa- tiene a sus expensas.
Tampoco podré olvidar
nunca la pistola que me apuntó el pecho, en la puerta del mismo cuartel
acribillado a balazos en 1936 y símbolo de la resistencia, durante la
investigación de la historia del libro del "Fogueo" a principio de los años ochenta. Allí supe hasta
dónde puede llegar el valor de decir la verdad cuando percibí la fría mirada de
un cacique justificándome el fusilamiento de gente buena con la Biblia en las
manos.
Sí, uno escribe como recibiendo un dictado interior
misterioso, aparece ese estado indómito de prevención hacía todo lo español
ofIcializado, pues ellos en el nombre de España justificaban todas sus
acciones. Que hacía pensar a una persona de la burguesía, como al gomero
Guillermo Ascanio en sus artículos de prensa en 1933 cuando afirmaba con
rotundidad que: "no se diga que los canarios somos españoles y tenemos
el derecho de intervenir y hasta de formar parte del gobierno español, ya que
cuando son ministros en Madrid, tienen que gobernar para España y no para
Canarias".
Y esto una vez más lo tenemos a prueba muy reciente cuando
el ministro canario en España, López Aguilar, para hacer méritos suelta con
toda soltura el disparate de "construir" nuevas figuras
legales para encerrar de por vida a los vascos que se niegan a ser españoles.
Ningún tema es ajeno al
pensamiento de Víctor; así nos habla de la atosigante invasión de nuestras
islas por españoles, y de otros europeos y no europeos, pero no podemos sentir
xenofobia porque vivimos asustado en nuestra propia tierra, la fragmentación
del territorio nos imposibilita la concienciación de pueblo sometido y ni tan
siquiera ante tanta opresión aboga por la violencia contra quien oprime sino
defiende una valentía pacífIca antes que la guerrera.
Y en lo social no puede abandonar el mensaje que pone en
boca de la abuela Constancita: "los hombre buenos trabajan decentemente y no
quieren ser ricos, porque ser rico significa hacer pobres y desgraciados a los
demás".
El tiempo exaltará estas reflexiones con el canto de su
admirado José Alfredo Jiménez de fondo, pues a pesar de la adversidad para
lograr los objetivos del bien colectivo y convivir con menor injusticia, la
causa no está perdida porque Víctor Ramírez está en pie y asegurado su mensaje
para encender la dignidad en los soles de la Independencia.
Vallehermoso, Gomera,
Mayo de 2006
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