LO QUE PARECE PABLO MOTOS
DAVID TORRES
A Fernando Simón no
paran de lloverle críticas y burlas cada vez que aparece a dar una rueda de
prensa, pero el hombre se lo toma con filosofía, una frase hecha que suele
referirse a esa corriente filosófica denominada estoicismo. Con una carrera en
Medicina, especialidad de Epidemiología, y un currículum de décadas en diversos
cargos nacionales e internacionales dedicado a la prevención y control de
enfermedades, hay que ser muy estoico para aguantar las sandeces de los cuñados
y borrachuzos que, un día sí y otro también, le explican a Simón cómo debería
hacer su trabajo. Son, por lo general, lanzadores de huesos de aceituna,
automovilistas con ínfulas, cantantes de cortijo y cómicos evolucionados a
políticos. Gente con menos luces que el disfraz de Batman y que hasta hace dos
meses creían que una pandemia era una variedad de la empanada dando lecciones a
un científico. Lo de sabio es demasiado fuerte, se trata de un adjetivo que en
España reservamos para entrenadores de fútbol nacidos en el barrio de Hortaleza.
Entre los cuñados
más recalcitrantes se encuentra nada menos que Pablo Motos, quien no sólo se
atreve a cuestionar a diario las estrategias del comité de expertos del
gobierno, sino que la otra noche arremetió también contra el aspecto de
Fernando Simón diciendo que parece que duerme en un coche y que tiene una voz
tan chillona que cuando habla se giran los delfines. Hay que agradecer a Motos
que haya recobrado la gloriosa tradición hispánica de la denostatio física,
emulando aquellas trifulcas en verso en las que Góngora llamaba a Quevedo
"pies de cuerno", porque era un poco patizambo, mientras que Quevedo
decía que Góngora tenía una nariz que era "el espolón de una galera".
De hecho, hay una sátira de Quevedo contra Ruiz de Alarcón, dramaturgo pelirrojo
y contrahecho, que parece escrita a propósito para Pablo Motos.
La verdad es que si
hay alguien capacitado para reírse del físico de una persona es Pablo Motos,
alguien que con un kilo de maquillaje encima sigue teniendo toda la pinta de
acabar de levantarse de un contenedor de basura. Por no hablar de esa voz que
suena a mitad de camino entre un serrucho y un moco. Motos es un entrevistador
obsesionado con la fachada del personal hasta el punto de que rara vez le
interesan los trabajos profesionales de los invitados que lleva a su programa.
A Ed Sheeran le
preguntó si la gente no lo veía más guapo desde que tiene éxito; a Mónica
Naranjo le palpó minuciosamente el culo para comprobar que era de verdad; a
Peter Dinklage, uno de los protagonistas de Juego de tronos, le alabó que fuese
un enano que hacía de enano en la ficción, a lo que Dinklage le replicó que sí,
que los enanos son reales y que ahí estaba él para demostrarlo. Ahí Motos, una
vez más, no anduvo fino porque apenas mide cuatro centímetros más que Dinklage.
El machismo repugnante del presentador llegó a su cenit cuando invitó a las
actrices protagonistas de Las chicas del cable y les preguntó si las mujeres
critican a otras mujeres a sus espaldas y si sabían perrear. "Las chicas
se dividen entre las que saben perrear y las que no" dijo. Un comentario a
su altura. La belleza está en el interior, excepto en el caso de Pablo Motos.
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