DIVAGACIONES DE UN 21 MARZO..
DUNIA SANCHEZ
Una
llovizna temprana. El frescor de un
viento callado embellece nuestros rostros apagados. En algún año que no recuerdo había dos
colinas distanciadas. Ella con su silbo llamaba a su cómplice con lo hermoso de
un aliento tierno. Ella de la otra colina respondía con su piano amarrado a las
raíces de la tierra con una tonada esperanzadora, con una tonada agarrada a los
espíritus que venían de una a otra colina. Ella con su silbo en medio del
vacío, del silencio ahuyentaba la ira de la tierra, de esta tierra
consumida por nuestras propias manos.
Ella con su piano contestaba, de rama en
rama iba engendrando notas con sabor a calma, con los colores de la templanza,
con las espaldas mojadas por cada pozo donde se precipitaba la nada. Ella con
su silbo enamoraba, creaba la perfección de una brisa invisible, intocable.
Ella con su piano sanaba lo que era funerales anónimos. Y al unísono se vestían de una sonrisa, de un
canto galopante a través de un mundo enfermo, decaído, deshecho, cansado.
Y vendrán
los sueños.
Y vendrán
los deseos.
Y vendrán
las esperanzas.
Y vendrán
los cuerpos
Solapados
a los soles, a las lunas.
Ella con
su silbo aislaba cada abrazo prieto, cada mano tendida a la soledad con un
sutil entusiasmo en vertical. Ella con su piano contestaba en el hueco de la
distancia los fértiles rosas que volveremos a besar. Una llovizna temprana. El frescor de un
viento callado embelleciendo cada sombra a ras de nuestros ojos.
Y vendrán
los sueños.
Y vendrán
los deseos.
Y vendrán
las esperanzas.
Y vendrán
los besos
Agarrados
a los soles, a las lunas.
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