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viernes, 8 de noviembre de 2019

POR DECORO Y COMPASIÓN



POR DECORO Y COMPASIÓN

RICARDO GARCÍA LUIS


Narrador incuestionable –ahí están sus cuentos y novelas-, Víctor Ramírez se vio, un día, en la necesidad –por decoro y compasión, según él; por dignidad, que al cabo es lo mismo, según mi opinión- de explicarnos lo que somos los canarios, por qué estamos en la situación en que nos encontramos, cuáles son las causas de nuestra situación moral y económico-político-social.
Sólo había yo leído a otro escritor, grancanario también, que en sus Crónicas de la Ciudad y de la Noche dibujara nuestra alma, nuestras miserias; me refiero a Alonso Quesada (con la diferencia de que éste hubo de publicar sus escritos en prensa catalana y utilizando pseudónimos, además de –como dice el propio Víctor Ramírez- que sólo pudo Alonso Quesada señalar los síntomas de nuestra enfermedad, pero no nombrar ésta ni el agente patógenocolonialismo puro y duro y el Estado español  respectivamente, según Ramírez).
         ¿Y qué impelió a nuestra gran narrador a dedicar tantos años de su ajetreada vida de docente a intentar literariamente iluminar a tantos empecinados ciegos o ignorantes o acobardados paisanos?

         “Señalarnos la situación a que nos ha llevado la madre patria a continuación de la conquista de las islas, y ayudarnos a pugnar por la soberanía de las mismas” parece ser su pertinaz objetivo. “¡Hasta aquí podría haber llegado!” –exclamarían, escandalizados e indignados, muchos.
La intolerancia interesada cuando publica, por ejemplo, Que le hubiera gustado ser canadiense, en cinco partes –12, 15, 16, 17 y 18 de mayo de 1995-, hace que le lluevan los denuestos más viles y algún apoyo –denuestos y apoyo que el lector de este volumen puede leer, ya que nuestro autor ha tenido la lúcida idea de incluirlos en él.

Hemos oído y leído palabras de jerifaltes conservadores proclamar que todas las ideas pueden ser defendidas por las pacíficas vías del pensamiento o políticas. Mas, en la práctica, quienes lo hacen contra sus intereses son anatemizados, demonizados, poco menos que expulsados a los infiernos.
         En casi todos los medios de comunicación –podemos decir- ha sido Víctor Ramírez censurado... ¡por sus ideas independentistas y sin importar la calidad de su obra literaria y la pacífica y razonada exposición de tales ideas! Sí, en un país que se ufana de decirse democrático se vulnera la libertad de expresión: nuestro escritor, uno de las grandes intelectuales inquietos de Canarias, no tiene acceso más que a escasísimos medios de comunicación alternativos, marginales.
Pero le queda la voz al cantor que también es; y se le puede escuchar en emisoras de radio entonando rancheras y corridos mexicanos o dando charlas por algunos pocos centros educativos de su Patria como académico de la Lengua Canaria... pues ¿cómo callar a un rebelde si es la palabra la que nos hace humanos y que, según se la utilice, así se es?

A veces resulta triste –por la cruda verdad que emanan- leerle artículos como Sentenciados(*), donde nuestro autor muestra el lado perverso de algunos compatriotas, como el que le pregunta “cómo aún no me habían metido mano por mis opiniones periodísticas” o “sería yo de los primeros que se cargarían”. Pues eso quisieran a alguien que ha tenido agallas para meter el dedo en la gangrena de este Paraíso Podrido –como tan bien él ha definido a nuestra Patria Canaria, pero no de manera amarillista sino dando con rigor clase magistral de los orígenes y consecuencias de nuestras miserias pasadas, presentes y futuras si no ponemos reme-dio.
         En el citado artículo Sentenciados contesta nuestro escritor con palabras de Secundino Delgado, quien manifestó: “En vano buscará el español una mordaza para nuestras bocas y una loza para nuestros corazones”.
Así y todo, siempre he encontrado –hasta en sus aparentes virulentos escritos- un fondo claro de dolor humano con el que trata de alzar al sumiso canario de su postración para hacerle tomar consciencia de su opresiva realidad.
         Sí, pienso que hace muy bien Víctor Ramírez editando todos sus artículos periodísticos en libros. Aquí, en Canarias, hay poco verdadero progreso, por más que empecinen en dar este nombre a la destrucción sistemática de nuestro territorio y de nuestro espíritu. De ahí que el discurso de nuestro escritor siga vigente.
Y por eso sería bueno, salutífero, leer y releer estas sus reflexiones periodísticas... para cargarnos de energía libertaria, para mantener erguida la esperanza dignificadora.

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