LEER "PALABRAS
DE AMAZIGH"
POR RICARDO GARCÍA LUIS
Algunos -y yo
mismo- han dicho: "Si no existiera Víctor Ramírez, habría que
inventarlo". Otros, como el doctor Rafael Inglott -en la
presentación de la cuarta edición de "Nos dejaron el muerto"-,
habló de "genio".
Una persona poco dada a los halagos
como el maestro Isaac de Vega escribió: "Digo que Víctor Ramírez es
un escritor nato, que ya salió así desde sus comienzos. No le hicieron falta
mimetismos para tomar la pluma y escribir desde un principio historias que
todas ellas salen muy naturales". Y más adelante asegura: "Su
prosa es auténticamente propia porque corresponde a una forma, sintetizada, de
expresión popular de nuestras gentes, una traducción en palabras y sintáctica
hasta ahora por ningún otro alcanzada". Para terminar: "Víctor
Ramírez es un ser energético, no comulgador con ratonerías. El arte de escribir
lo da en gran medida el azar, y él lo tiene en su corazón, un corazón generoso
y grande que atiende cuidadoso a esas pequeñas mujeres y a esos hombrecillos
que están latiendo en sus relatos".
Me consta que Isaac de Vega quedó
impresionado con el primer -y genial- libro de Víctor Ramírez: "Cada
cual arrastra su sombra" (dos ediciones en Canarias y una en la
capital de Italia), y le hizo decir palabras como las anteriores, que yo
suscribo.
Pero dejémosnos
de preámbulos y pasemos a enjuiciar al Víctor Ramírez que un buen día, año
1991, es incitado a publicar sus opiniones. ¡Y hasta la fecha! Yo, que he sido
un seguidor atento de sus escritos, he perdido la cuenta de sus ya numerosas
columnas.
Pero hoy hablamos de "Palabras
de Amazigh", porque ha salido un libro que recoge "veintiocho
opiniones" salidas en DIARIO DE LAS PALMAS, con prólogo de Juan Manuel
Torres Vera, libro publicado por la Editora Juvenil Canaria, que irrumpe
con inusitada fuerza -y con calidad- en su corta andadura editorial.
"Palabras
de Amazigh" es un libro que aporta enseñanzas -quien lo escribe
es un enseñante- impagables. Me atrevo a asegurar que quien lo lea ya no volverá
a pensar igual que antes sobre nuestra realidad. De verbo fácil y argumentación
rotunda, Víctor Ramírez va sacando punta a todos aquellos asuntos que aportan
luz a nuestro pueblo canario.
Si hay algo que nadie puede dudar es
que Víctor Ramírez ama, hasta el dolor más profundo, a estos peñascos (el
fallecido escritor herreño José Zamora Reboso, que tanto admiraba a Víctor, en "Relatos
de inquietud y oscuridad”, dejó escrito: "Tal vez amamos
demasiado a estos siete peñascos y no se lo merecen").
Pero Víctor tiene fe en el futuro de
estas Canarias nuestras y no se cansa de hablarnos de sus grandezas y miserias
(las que nos ha propiciado la Metrópoli). Nos quita el velo que ha mantenido
oculta una realidad nunca mostrada (vergonzosa que es): y está contando la
verdad a la opinión pública.
Y no se cansa de contar y volver a
contar nuestra historia -sabe que otros la han más que tergiversado- para que
nadie luego diga: "yo no sabía...". Después de estos atareados
años, Víctor sigue incombustible, sin mirar atrás ("corrigiéndolos
-los artículos- sentí como si los leyese por vez primera: ni me acordaba
mínimamente de la mayoría de ellos").
Lo más llamativo
del libro es que toca los temas más variados, cuyos títulos son muy
significativos: "Miseria que no cesa" (para el pueblo,
claro); "Otra vez con Premios Nobel" (contra el
papanatismo cultural); "Otro obispo colonizador" (o el
papel de la Iglesia siempre apoyando al poder opresor); "Acaso todos
somos analfabetos" (contra las excusas para justificar desvergüenzas)...
De ellos -todos son ejemplares-
agradezco a Víctor que dedicara su tiempo a mi buen amigo Hermógenes Afonso de
la Cruz "Hupalupa", en artículo cuyo encabezado es suficiente
para entender su hondo pesar -Hupalupa falleció a los 50 años-, "Los
héroes son esencialmente frágiles" (o la necesaria
desmitificación). Y también le agradezco "Ana Doreste Suárez nos
recuerda a Eduardo Suárez Morales, su tío", escrito porque "lo
que no se habla, no existe". Semblanza del fusilado Diputado a Cortes
del Frente Popular, por Las Palmas de Gran Canaria; y la vida familiar, con el
entrañable testimonio de su hermana, quien "dejó de cantar y contar
cuentos" (¡cosa bien seria!) desde que fusilaron a su hermano.
Después de sus anteriores libros de
artículos -"Respondo", "La escudilla", "La
rendija"- ahora le ha llegado el turno a "Palabras de
Amazigh"; quien en verdad quiera saber algo de la Canarias real, que
lea este libro. No quedará igual tras leerlo. Aporta una visión diferente,
novedosa, a los temas que seriamente nos conciernen, visión a la que no estamos
acostumbrados porque es más cómodo -y seguro- "aplaudir a los
tiranos"... ¿verdad, Amazigh?...Santa Cruz de Tenerife, 13 de
enero de 1998
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