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viernes, 18 de octubre de 2019

1* “CADA CUAL ARRASTRA SU SOMBRA”: SOBRE UNA NOVELA-BOMBA DE ESPOLETA RETARDADA



1* “CADA CUAL ARRASTRA SU SOMBRA”: SOBRE UNA NOVELA-BOMBA DE ESPOLETA RETARDADA
ISAAC DE VEGA

Apenas un libro de bolsillo, “Cada cual arras-tra su sombra” es como una bomba de espole-ta retardada. Está ahí, desde hace meses, y aún no ha hecho explosión. Permanece en silencio, quieta, pero guardando dentro de sí una poten-cial fuerza que inexcusablemente se ha de reve-lar.
     Está constituido por dos relatos: el que da nombre al libro y “El arranque”, ambos de una calidad notable, indiscutible, fuera de toda po-sible adversa opinión. Su autor, Víctor Ramírez, es un artista de la palabra. Con él adquieren un pleno sentido las modernas formas estilísticas.
     Ha sabido apoderarse de sus cualidades su-gestivas, operando con repertorios lexicales sin torpeza, sin peligro de caer en una cursilería que su utilización involucraría en un estilo cer-vantino. Vemos un cuidadoso equilibrio, una sorprendente naturalidad, un exacto y concreto uso de las nuevas posibilidades; no se deja des-bordar y perder en ellas, sorteando el peligro de caer en juegos y en barroquismos devaluantes.

     Con sus frases aprehende, sitúa, delimita y elimina con una gran precisión y agudeza; y los párrafos van quedando con su propio vestido, ni de harapos ni de etiqueta, ni de otra conven-ción, sino con la piel que naturalmente le con-viene. Ese, en un sentido formalista, es uno de su mayores méritos; el de no tropezar con las formas, obligándolas a doblegarse al fluir de los contenidos, ni, tampoco, hace tropezar al lector.
     No le hace trabajosa la materialidad de la lectura, no lo aleja, pues sus líneas, también ellas, cada cual arrastra su sombra, su propio perfil y no otro que le sea ajeno. Facultades literarias no comunes supone el que VR, en su primer libro, haya sabido mantener esta ecua-nimidad, arte difícil, ya que observamos que hasta los grandes maestros actuales se dejan resbalar, en ocasiones, por algunas fáciles pen-dientes o se ven obligados a recurrir a técnicas un tanto artificiosas por lo elaboradas. Para VR, este moderno tipo de literatura, ya no es una fase experimenta: ha entrado plenamente en las formas conseguidas que interesan.
     Es preciso insistir en ello: Víctor Ramírez ha sabido adaptar y diferir las nuevas formas na-rrativas popularizadas actualmente por los ma-estros sudamericanos. Se ha apropiado, se ha valido de los aires de libertad para, como es-critor de su tiempo, dar constancia de su pre-sencia como hombre sensible de sí mismo y de los hombres de su contorno.
     Este testimonio de VR, también moderno, indeformado, lanzado más allá de la autonom-brada literatura de testimonio, ha superado las impuras etapas de postguerra, ya anacrónicas. La nueva narrativa coloquial, de habla directa del autor consigo mismo y con el lector, intere-sada en reproducir con fidelidad la fluencia del pensamiento común, arrastra consigo, por mi-metismo, la también sincera necesidad de man-tenerse en los niveles de la absoluta verdad, en cuanto ésta pueda ser alcanzada, en oposición a la relativa.
     Con él, como con otros narradores actuales, se intenta la necesaria y ya imprescindible ta-rea de llegar a una posible objetividad senti-mental, anímica o emotiva, cuya falta se ha he-cho sentir desfavorablemente, transformando fuerza en raquitismo, olvidados los autores de su primordial papel de creadores y guías para transformarse en siervos.

Ello trajo el  apartamiento de la gran masa de lectores de una literatura que nada nuevo o de interés le decía. Casi quedó el libro en cosa aje-na a la comunicación. Frío en el corazón y tru-culento en el lenguaje. Hoy, con la nueva orien-tación, el lector está respondiendo generosa-mente.
     En “Cada cual arrastra su sombra”, la na-rración, supuesta lineal en el tiempo, se corta en trozos y se van intercalando unos con otros hasta formar tres series que se suceden alter-nativamente. Estas tres líneas van actuando las unas contra las otras, recargando el ambiente, resaltando su carga emocional, en una técnica aprovechada con maestría.
     “El arranque” despierta mayor curiosidad por su núcleo temático, desarrollado impecable-mente. Ello está infiltrado de humor negro, per-ceptible también en los relatos incluidos en “Aislada órbita” (antología de Rafael Franque-lo), de reciente aparición. En éstos, posible-mente, algún lector se debata con la composi-ción, pero en cambio se encuentran reforzados de mayor fuerza dramática y dotados de un am-biente denso, espeso.

VR es un hombre de gran corazón, de afectos expandidos, afecto que no es frío ni intelectual, teórico, cultural. Para él los hombres tienen hu-manidad latente. Son cuerpos y espíritus que tienen, dicho con aproximación, su olor a suda-do, a real humanidad no aséptica, no completa-mente limpia.
     El perro huele a perro y tiene sus pulgas; el hombre huele a hombre y tiene las suyas. En realidad el hombre sin olor y sin parásitos per-tenece a un tipo desfasado de nuestra especie. Los personajes de VR no son sólo los hijos de su observación, de su mente o de su fantasía, sino los hijos de su propio corazón.
     Amor doliente, en verdad, más que amor ale-gre: lo que tal vez sea inevitable. Todos, en un supuesto esquema de buenos y malvados, es-tán acogidos a su gran calor comprensivo y pro-tector: amor en el que se desea cerrar los ojos para descansar y dormir.
     La soledad y el aislamiento, cuando es forza-do, la incomunicación, es un veneno que ani-quila. Estos personajes desvalidos de VR, siem-pre carentes de algo, zarandeados en un mundo lleno de fallos en donde las cosas no ocurren como debieran o como, al menos, uno intenta y se esfuerza por conseguir.
     Pasan por sus páginas los menudos “extran-jeros” buscando integrarse en algún país satis-factorio. O tal vez dudando la existencia de tal país que, en todo caso, para él acaba por con-vertirse en algo de fronteras prohibidas e in-franqueables.

A la vista del libro que estamos comentando, surge necesariamente el tema del llamado “boom” novelístico canario, algo controvertido últimamente. Una cosa es la aparición de un grupo numeroso de autores, lo que siempre es posible, y otra es que este grupo presente una obra media con la necesaria calidad.
     Únicamente podríamos reconocer esta eclo-sión si se cumpliera el último presupuesto. En tan opinable asunto me inclino a afirmar la existencia de esta proliferación en número y calidad. Estas narraciones de VR son superio-res, sin posibles dudas, tanto por su forma co-mo por el desarrollo de la temática, a muchas, a bastantes, de las que aparecen en las grandes editoriales españolas, premios literarios inclui-dos.

22-abri-1973

En la separata Tagoror Literario del periódico EL DÍA


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