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miércoles, 11 de septiembre de 2019

SAMIR DELGADO: “LA POESÍA ES LA ÚLTIMA TRINCHERA DE LAS UTOPÍAS”


SAMIR DELGADO: “LA POESÍA ES LA ÚLTIMA TRINCHERA DE LAS UTOPÍAS”

Para el autor grancanario, residente en México, “quien escribe debe asumir el riesgo y el desafío de hacerlo a vida o muerte.

JOSEFA MOLINA / INFONORTE DIGITAL
Cuando entrevisto a escritores, lo que más anhelo es que me sorprendan. Y es que siempre hay motivos para la sorpresa dentro de la literatura, no solo dentro del tipo de escritura o de poesía que desarrolle el autor entrevistado en concreto, sino también dentro de su propia ocupación como creador, dentro de su ímpetu, dentro su empuje, dentro de su convencimiento, es decir, dentro de su profunda y visceral alianza con la palabra.


El autor grancanario, Samir Delgado, es un ejemplo de esa alianza y de ese continuo empuje en cuanto a la difusión de la palabra, tanto dentro como fuera de las islas Canarias, ya que reside en México desde hace tres años.
Estoy plenamente convencida de que la lejanía geográfica no ha hecho más que reforzar su compromiso hacia la literatura canaria. No en vano, este mismo mes de septiembre, regresa a las islas con un objeto de dar a conocer su última obra, “Jardín seco”, un poemario que presentará en la Fundación Martín Chirino y con la que recorrerá más de una veintena de ciudades españolas, además de otras de fuera de España como Venecia, Boston y Manila, en un periplo donde no faltará la impartición de diversas conferencias en Gran Canaria, entre ellas, la que se celebrará en la Casa Museo Benito Pérez Galdós, el 9 de octubre, o en la Casa Museo Antonio Padrón, en Gáldar, el día 11 de octubre.
¿Qué es la poesía para usted? Tanto la literatura como el arte me parecen las expresiones más auténticas de la condición humana, cada civilización ha sentido la necesidad de trascender a través de la magia del símbolo. Y ahora que vivimos la irrupción planetaria de las nuevas tecnologías de la comunicación tengo la certeza de que la poesía es la última trinchera de las utopías, se parece mucho a la herejía de épocas pasadas, quien escribe debe asumir el riesgo y el desafío de hacerlo a vida o muerte, tal vez sea lo único absoluto que nos queda.
¿Qué le ha hecho a usted poeta? Desde pequeño sentí una atracción especial por las enciclopedias y los libros, al vivir buena parte de mi adolescencia en el sur de las islas bajo el imperio del turismo de playa y sol encontré en la literatura una forma de supervivencia. Tras participar en las luchas sociales y estudiantiles también sentí que ser poeta era un modo de confrontar la incertidumbre. Empecé a escribir en el norte de Gran Canaria, apenas a medio kilómetro de la casa de Tomás Morales en Moya; allí escuchaba las mismas campanas cada tarde y no he cesado en el empeño de encontrar una voz propia.
En su opinión, ¿qué cualidades deben reunir un ‘buen’ poema? Realmente no creo que existan malos poemas. Un poema como tal siempre reúne unas cualidades necesarias que hacen del estremecimiento, de la perplejidad y de la conmoción su sello de identidad. Más allá de los dogmatismos sectarios que perjudican la literatura tengo plena confianza en la pluralidad y en la diversidad de miradas, no se puede poner un código de barras a la experiencia genuina de un poema y deberá ser el lector quien haga suyo en cada momento el latido de unos versos.
Entonces, ¿es poesía todo lo que se pone negro sobre blanco de forma verseada? Cuando José María Millares escribió su libro “Liverpool” nadie supo ver la ruptura visionaria que significó aquel poemario, lo mismo sucede con otros muchos libros donde todo se pone negro sobre blanco de forma verseada, ¿qué decir de Huidobro y de T. S. Eliot? Hay poesía en las permutaciones de Cirlot y en voces tan extrañas como el estridentismo mexicano o la maravilla barroca de Lezama.
¿Qué hace un texto sea un buen poema, que haya nacido para la eternidad, para ser leído no una, sino varias veces? A lo mejor su carga utópica, y también la sinceridad de quien lo escribe; siempre imagino a Hemingway frente a la máquina de escribir y muy cerca el rifle con el que se pegó un tiro…Vivir como se escribe puede ser la respuesta para la única eternidad posible. Creo que hay libros que se asimilan a un acelerador de partículas, desde Rayuela de Julio Cortázar a los poemas de Sylvia Plath. Nada es igual después de su lectura y siempre regresan a nuestra vida.
¿Qué verso de otro le hubiera gustado crear a usted? Siento una cercanía especial con poetas de muchas otras lenguas y procedencias; últimamente leo mucha poesía norteamericana. A lo mejor los poemas de Félix Francisco Casanova se parezcan más al bólido intergaláctico que pasa muy de cerca y nos hubiera gustado tener, algunos momentos de Neruda en su Canto General y, ¿cómo no?, autores canarios de la talla de Manuel Padorno cuya mirada atlántica deslumbra y conmueve.
¿Qué supone para usted escribir? Hace tiempo que reflexiono sobre la posibilidad de ver de modo diferente a como se mira la televisión. Durante el tránsito al nuevo siglo sospecho que la escritura es una forma de emancipación creadora que se resiste al trastorno irreversible de la pantalla y del mundo virtual. Comencé a escribir con veinte años a la luz de una vela cuando todo el mundo se iba a dormir en casa y ahí seguimos aunque mediante el teclado de la computadora.
¿Para quién escribe Samir Delgado? Creo que cada uno escribe para sus propias sombras.
En su opinión, ¿tiene el poeta el deber moral de utilizar su creatividad para hacer crítica social? Insisto en la idea de la pluralidad, hay poemas muy críticos sin mencionar banderas y consignas. Como dijo el poeta griego Odysseas Elytis lo importante no es la excepción sino cómo se percibe la regla. Y en este sentido poemas centrados en la contemplación del paisaje pueden llegar a ser panfletos de ecología profunda. Sí, estoy a favor del deber moral de la creatividad, sin embargo cada quien es libre de tomar posición en el tablero de ajedrez de la historia. Hace una década me tocó escribir sobre los incendios forestales y de aquella experiencia surgió un compromiso permanente con la naturaleza y con el planeta.
Desde la distancia de residir fuera de las Islas, ¿cómo ve el panorama literario actual de Canarias? Cuando charlo en México de la literatura canaria siempre la respuesta es el asombro y la expectación; atesoramos una tradición literaria de más de cinco siglos y a pesar de todo creo que las islas brillan con luz propia. Otra cosa es la desidia institucional, las carencias de la publicación editorial, de revistas y de festivales, desde fuera veo con preocupación que transcurren las décadas y se va perdiendo el horizonte internacional. No creo para nada que se necesiten presupuestos de la banca privada para organizar encuentros literarios y sí me parece vital que se favorezca el diálogo intergeneracional y que la movilidad de los autores entre islas y hacia fuera se garantice de un modo más intenso y eficiente.
¿Usted cree que se caracteriza a Canarias por un género literario o por una tendencia más concreta, o es decir, hay un género, tema, estilo (novela negra, poesía, …) que caracterice con un sello ‘canario’? Siempre la poesía canaria ha tenido un acento especial, en su diversidad conserva un latido inconfundible que nos acerca a otras orillas. Despuntan también últimamente la novela negra y eso es positivo, incluso en cada momento histórico en las islas se puso un grano de arena a la universalidad, eso sucedió con los fetasianos, con la vanguardia surrealista, con el modernismo atlántico, con la mitología de Viana y Cairasco, con el romanticismo de la Escuela Lagunera, con la voz de las escritoras.
¿Influye nuestro espacio en lo que escribimos? Hace unos meses pasé una tarde entera en la biblioteca de Brooklyn en Nueva York, en la estantería de poesía contemporánea estadounidense. Y tuve la revelación de que también Nueva York es una isla, cada espacio hace suyo un horizonte propio y aspira a la conexión con otras latitudes. Me pasó igual en el trópico maya leyendo una antología de poetas tabasqueños una noche de hotel a casi treinta grados centígrados. En Canarias se escribe en la orilla noroeste africana y en español, con un pie en el Caribe y el otro en Europa. Es un designio, una predestinación, nuestro entorno además es cosmopolita y ahí es donde estaremos siempre.
En su opinión, ¿hay un ‘gran tema’ dentro de la literatura canaria? Probablemente la isla sea la constante más visible, aunque como en todos los territorios, existen los grandes temas de la literatura universal; hay una mirada y una voz que se repite con originalidad en cada periplo de la historia. Provenimos de una tierra volcánica y, como dijo Juan Ramón Jiménez, hemos nacido del sol.
¿Cuentan los creadores canarios con el apoyo institucional necesario para difundir sus obras tanto dentro como fuera de las islas? Sí, existen estímulos para la movilidad de los creadores canarios aunque deben ser consolidados de un modo más efectivo, la distancia geográfica en este sentido juega a nuestro favor y además de los recursos para viajes hay que potenciar la distribución de los libros canarios y el apoyo institucional a las ferias y a los festivales, crear nuevos certámenes literarios y los encuentros anuales entre los autores de las islas, no solamente en Canarias, sino también en Cabo Verde, Azores o Madeira. Tengo la intuición de que el futuro está en la Macaronesia.
Hablemos de proyectos en marcha, ¿quién es Fernando Zóbel? ¿Cómo surgió el proyecto de hacer un poemario teniendo como referente su obra pictórica? Mi nuevo poemarioJardín Seco (Bala Perdida, 2019) está dedicado a más de cincuenta pinturas del artista filipino Fernando Zóbel que fundó el Museo de arte abstracto español. Es la continuación de un proyecto de escritura que desarrollo alrededor de la pintura, como otros dedicados a las arpilleras de Manuel Millares o a la colección del museo Eduardo Westerdahl. En este viaje poético por los cuadros de Zóbel hay ríos y paisajes que conectan con un imaginario que evoca el universo íntimo del artista y que evocan mi propia experiencia de vida en Castilla-La Mancha.
En su opinión, ¿las redes sociales han supuesto una revolución para la escritura hispanohablante? Sin duda se ha ganado un espacio virtual para la interconexión entre los autores hispanohablantes y también para el reconocimiento de otras voces, una prueba de ello es el incremento favorable de los festivales internacionales y el circuito de encuentros literarios a nivel mundial, por eso en las islas no podemos permitir que carezcamos de espacios de referencia, no todo debe ser turismo masivo, playa y golf, hay que reivindicar de una vez el papel de la literatura y del arte en la vida social de las islas.
¿A qué poema o poemario regresa cada cierto tiempo? A la poesía canaria en general. No pertenezco a ninguna filiación literaria y puedo sentirme libre absolutamente y sin remordimientos para leer a un mismo tiempo poemas de Manuel Padorno y de Sánchez Robayna, de los surrealistas o de Nicolás Estévanez. He tenido épocas muy felices alrededor de la poesía cubana y ahora ando detrás de todos los poemas de Fayad Jamis, de origen libanés como yo y nacido en México.
¿Qué libro debe de estar en todas las bibliotecas? Lo he dicho siempre, el libro Poeta en Nueva York de Federico García Lorca. Ya no se entiende Nueva York sin Lorca.
¿Qué autor salvaría de la quema? Admiro profundamente a Fernando Pessoa; es una lástima que la literatura en portugués se ignore sistemáticamente en los planes de estudio en España, a fin de cuentas me gusta la idea de Saramago de la unificación futura de la península ibérica… Allá se hablan muchas lenguas y hay fronteras que son enriquecedoras, también creo que está por descubrirse la riqueza de la literatura en euskera y en catalán o gallego, hay que democratizar la poesía de todas las lenguas.
Para terminar, si tuviera que elegir a un escritor/a para tomar un café para hablar de poesía, ¿a quién elegiría? He tenido suerte y he podido tomar café con poetas como Juan Carlos Mestre, Waldo Leyva y otros muchos que admiro y respeto. Tal vez me faltó, como a mi generación, conocer más de cerca y en vivo a escritores fundamentales de las islas como Pedro Lezcano, Domingo Pérez Minik o García Cabrera. Al menos nos quedan sus libros…
Termino que cerrar la entrevista, esta vez realizada vía correo electrónico, con la sensación de que me quedan muchos más aspectos que tratar con Delgado sobre literatura y poesía, detalles que, presiento, solo obtendrán respuesta en el marco de un diálogo más sosegado, tal vez, acompañados por un café o por una cerveza. La gira que tiene prevista realizar durante el próximo mes de septiembre constituye, sin duda, una buena ocasión para continuar hablando de poesía con este autor inquieto y audaz.

Samir Delgado (Gran Canaria, 1978) Poeta y crítico de arte, con ascendencia libanesa y naturalizado mexicano. Licenciado en Filosofía por la Universidad de La Laguna y Maestría en Bellas Artes por la Universidad de Castilla-La Mancha. Participa en festivales internacionales en América Latina, Europa y Estados Unidos. Director del Festival 3 Orillas de literatura en sus diez ediciones. Es miembro del proyecto “Leyendo el turismo” junto a Acerina Cruz y David Guijosa y fundador del Tren de los Poetas. Es autor de libros como Banana Split (XXIV Premio Emeterio Gutiérrez Albelo), Galaxia Westerdahl (XV Premio Internacional de Poesía Luis Feria) o Las geografías circundantes. Tributo a Manuel Millares editado por el Gobierno de Canarias. Es colaborador de prensa digital y participa en antologías de habla hispana. Poemas suyos han sido traducidos y publicados en revistas como Aurora Boreal, Círculo de Poesía, Letralia, La Otra y América Invertida. Es miembro del World Poetry Movement y dirige el blog de autor Purpuraria


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