POR ENÉSIMA VEZ, MARRUECOS
NO QUIERE TESTIGOS
CRISTINA MARTÍNEZ BENÍTEZ DE LUGO
Hoy se celebra el
juicio a varios jóvenes detenidos tras la violenta represión ejercida contra la
población saharaui el día 19 de julio y posteriores a raíz de una manifestación
de júbilo por la victoria de Argelia en una final africana de fútbol. Y como
no, reivindicativa de la autodeterminación.
Había un material
fílmico muy abundante de las agresiones de las fuerzas de ocupación: policías
disparando, cebándose a patadas contra algún joven indefenso; de hecho,
falleció una joven en el asalto, atropellada por un coche policial, y hubo
heridos cuyo estado no se conoce. Vaya, ese tipo de cosas que a RTVE no le
interesó publicar.
Quise venir al
juicio para contar lo que sucediera, pero Marruecos no me ha dejado entrar en
El Aaiún. Me han preguntado en el control de pasaportes a qué iba a los
territorios ocupados (bueno en esos términos no). Yo dije que venía de
observadora a un juicio, me pidieron la acreditación, y, al rato, aparecieron
varios policías para decirme que me tenía que ir de vuelta en ese mismo
momento. No se identificaron, no me dieron un atestado, algún tipo de
documentación del acto que se estaba produciendo.
Uno de ellos dijo
que España y Marruecos ya tenían un convenio de colaboración en materia de
ayuda judicial y que esa acreditación no valía para nada. Yo entiendo que la
ayuda judicial entre dos países es una cosa y la observación ya sea social o
jurídica que llevan a cabo asociaciones de derechos humanos en un territorio
ocupado es otra.
Decidir si yo puedo
presenciar un juicio es competencia del juez en la sala, no de la policía en el
aeropuerto.
Quise llamar al
cónsul español en Rabat para que me ayudara en esta sinrazón, pero me
apremiaron a que me pusiera en marcha. El cónsul no tiene nada que decir, y
-aunque ustedes lo nieguen- está Vd. en Marruecos y somos un país soberano.
Yo estaba
convencida de que no tendría problemas. Ya había estado bastantes veces en El
Aaiún. Cuando te pasa esto, te quedas perplejo, te preguntas qué tenías que
haber hecho o explicado, cómo tenías que haber presentado batalla. Pero no hay
razonamiento que valga. Es que no quieren que veamos lo que pasa. ¡Váyase ya!
El consulado de
Rabat no contestaba y tuve que subir al avión de vuelta, el mismo que me había
traído. Los policías me facilitaron una tarjeta de embarque, deprisa, deprisa.
Yo tenía el móvil
en la mano, llamando al cónsul. Y la policía me avisó de que no se me ocurriera
hacer fotos. Estábamos en un aeropuerto.
Una vez en
Casablanca, la policía me pidió el pasaporte, el billete de ida y todas las
tarjetas de embarque, y me tuvo esperando mucho tiempo hasta que me dijeron que
se habían gastado 75 euros en una habitación de hotel en el aeropuerto, pero
está lleno el hotel) más el billete de vuelta a Madrid. Insistí en que me
devolvieran el pasaporte y los documentos. ¿Para qué los quiere? Yo no me tengo
que desprender de mi documentación, es mía. El policía me prometió en nombre
del Gobierno marroquí que me los devolvería cuando subiera al avión. Dejaron a
un policía en recepción.
Conseguí hablar en
dos ocasiones con el consulado de Casablanca. No podían hacer nada y la verdad
es que a mi interlocutor le pareció todo normal. La expulsión, el pasaporte,
todo normal.
En el viaje de ida,
pasé el control policial en la escala de Casablanca y salí del aeropuerto sin
problemas. Ahora estoy retenida, vigilada, sin opción a elegir, como un
malhechor. Ellos mismos se contradicen, Marruecos, sí; territorios ocupados, no.
No quieren que haya diferencia, pero la hay.
Si yo no voy al
juicio, otro contará lo que pasó. Pero lo que más perjudica a Marruecos es su
declaración abierta y tajante de que no quiere testigos de lo que allí suceda.
Sería deseable que
el gobierno español se moviera un poquito para evitar este tipo de abusos, y la
ONU, la UE, la UA exigieran a Marruecos respeto a las obligaciones que firma.
Claro, que esto es el chocolate del loro. Quién no evita la mayor…
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