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viernes, 19 de julio de 2019

FUERTEVENTURA PROTEGE SUS OLAS POR LEY


FUERTEVENTURA PROTEGE 
SUS OLAS POR LEY
ANA SHARIFE
Unamuno, desterrado en Fuerteventura por sus críticas al Gobierno de Primo de Rivera y Alfonso XIII, deshizo la leyenda negra que rodeaba a la isla y la situó en el mapa cultural mundial. “Te has hecho ya, querida mar, costumbre / para mis ojos, pies, pecho y oídos, / cansados de esperar, y tus quejidos / añaden a los míos pesadumbre”.

Considerada por entonces un territorio desértico y sin encanto, para el escritor se convirtió, sin embargo, en un regalo del destino: “La mar ciñe a la noche en su regazo”. En los meses de 1924 que estuvo exiliado descubrió “la nobleza de la gente”, la apacible calma del cielo, el océano turquesa y las playas de arena blanca. Fuerteventura “atraerá más al peregrino de una tierra pura, evangélica, que al hedonista de la sociedad de consumo”, escribió. No se equivocó. Apenas 60 años después, la isla se convertiría en uno de los destinos de surf mundial, el Hawaii europeo de naturaleza virgen donde remontar olas entre tortugas y peces espada.


Fuerteventura ofrece olas de primera calidad todo el año. Las condiciones del clima (21 grados de media) hacen que la isla sea perfecta para la práctica de una amplia variedad de deportes de agua, pero el aumento del turismo atraído por las actividades acuáticas ha necesitado de una infraestructura significativa, puertos deportivos, escuelas para el aprendizaje, espigones e incluso playas artificiales creadas a lo largo del litoral que han afectado a las olas, un patrimonio ecológico y natural que genera una importante riqueza económica para la isla.

Para remediarlo el Cabildo de Fuerteventura ha decidido proteger y conservar las olas en las que se practica surf y otras disciplinas como activo importante para la isla, tanto a nivel cultural como social y económico, y ha pedido que se elabore un catálogo de olas surfeables.

El informe estudia 48 olas (la mayoría, 39, están en la costa norte de la isla), y aplica las mediciones en cada zona para determinar el área de influencia que tendría una obra marítima, es decir la distancia que debe respetarse a la hora de ejecutar una obra marítima para no afectar al desarrollo de las olas de surf.

En la memoria del catálogo se señala que la isla “es reconocida mundialmente por el gran número de olas surfeables a lo largo de su costa” y que el oleaje (tipo swell) “tiene altos periodos ideales para la práctica del surf, windsurf, kite surf y bodyboard”. Con esta declaración oficial aprobada por el Cabildo se pretende evitar que el ecosistema natural y deportivo y el desarrollo económico asociado al surf, se vea afectado por el crecimiento de la población y del turismo. Fuerteventura se convertiría en la primera isla del Archipiélago en comprometerse con el registro de sus rompientes.

Una ola vale 12 millones

Las olas son procesos muy complejos que sufren grandes transformaciones en su movimiento hacia la costa, tanto en la altura, en la forma, en la longitud de onda como en la velocidad de propagación y el movimiento del agua a su paso (círculos, elipses, segmentos, corrientes), llegando incluso a romper, por efecto del fondo.

En la isla majorera los amantes de los deportes acuáticos saben interpretar a vista de pájaro el paisaje litoral, el viento y la profundidad del agua, pero sólo si eres natural de allí puedes llegar a entender los mecanismos exactos que forma una ola natal.

El catálogo final redactado para el Cabildo, que ha contado con la colaboración de una comisión de trabajo formada por asociaciones, clubes de Fuerteventura, otras entidades y un ingeniero, incluye zonas de protección en una propuesta de “declaración de olas de Fuerteventura como patrimonio natural y de interés deportivo”, así como protocolos de actuación frente a supuestas actuaciones en el litoral.


En 2015, Canarias acogió las Primeras Jornadas nacionales sobre las olas en donde expertos de California, Francia o Gran Bretaña analizaron la importancia de este recurso como motor económico de áreas geográficas. Los titulares de los medios de entonces señalaban que “una ola puede suponer para la economía local 12 millones de euros anuales en ingresos por imagen, aprovechamiento energético, uso recreativo o turismo”.

Un artículo que cubría aquellas jornadas técnicas y recoge en su web la Federación Canaria de Surf estimaba que “la utilización de la ola como fuente generadora de energía renovable, su papel dinamizador para la economía local de muchos pueblos, su cada vez mayor protagonismo para actividades asociadas al turismo alternativo o su necesaria presencia para industrias relacionadas con el oleaje son razones que evidencian la necesaria protección de este recurso”.

La proyección exterior de Canarias como destino turístico está relacionada hoy, más que nunca, con deportes basados en naturaleza y mar. De ahí que algunos deportistas de enorme popularidad hayan hecho un llamamiento para que la iniciativa del Cabildo de Fuerteventura se extienda como ejemplo al resto del Archipiélago.

Unamuno curó sus miedos en Fuerteventura. Al residir en una isla, la contemplación reiterada del mar le sosegó el alma. “Es en Fuerteventura donde he llegado a conocer a la mar, donde he llegado a una comunión mística con ella, donde he absorbido su alma y su doctrina”. Es en esta isla, en la que estuvo confinado, en la que escribió sus versos más desgarrados e intensos, de crítica o amor desesperado a España, o de evocación De Fuerteventura a París.

Unamuno dejaría escrito: “¡Ser enterrado en lo alto de Gredos! ¡O en medio del páramo, o del mar! Pero no en un sitio cualquiera sino en ¡Sierra de Ávila! ¡Páramo de Palencia! ¡Mar de Fuerteventura!”. Las olas al romper habrían hecho el resto.


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