Páginas

sábado, 20 de julio de 2019

¿A QUIÉN DEFIENDES, SÁNCHEZ?


¿A QUIÉN DEFIENDES, SÁNCHEZ?
JUAN CARLOS MONEDERO
Todo lo que le ha pasado al PSOE desde el 15M le tiene como pollo sin cabeza. Desde que la gente se echó a la calle a gritar aquello de “PSOE-PP la misma mierda es” ha perdido el pulso. Y estamos hablando del partido que consolidó el régimen del 78 y devolvió a España a Europa. Del partido que actuó como columna vertebral de la nueva Constitución; del que desarrolló el Estado social y ha sido principal sostén del Rey, especialmente de Juan Carlos I; del que organizó los GAL y también del que negoció con éxito el fin de ETA; del que desmanteló nuestra industria, del que nos metió en la OTAN y también en la CEE y el euro. Del que puso en marcha el feminismo institucional y también del que no ha entendido los últimos 8M.
El PP, como heredero de la España franquista nunca hubiera podido articular por sí mismo la salida del franquismo y no le hubiéramos permitido construir una democracia tan débil. Hacía falta un partido que obrara en el imaginario social como un partido de izquierdas. Que lo fuera realmente, quedaba en segundo plano. Con el Pedro Sánchez resucitado hemos estado dispuestos a primar la urgencia democrática sobre la memoria. Pero parece que lo que es persevera en su ser.

La emergencia de Podemos llevó a Rubalcaba a equivocarse cerrándole el paso a Carme Chacón y volvieron a equivocarse cuando Felipe González, Susana Díaz y Rubalcaba buscaron a un burócrata del partido que llevaba toda la vida obedeciendo a que se postulara contra Eduardo Madina. Lo que no contaban era con que ese joven, Pedro Sánchez, que no había hecho otra cosa en su vida que trabajar para el partido iba a desobedecerles y además de Secretario General del PSOE quería también ser Presidente del Gobierno. Las baronías del PSOE aún no le han perdonado a Sánchez su desobediencia.

A partir de ahí la historia se aceleró: elecciones en diciembre de 2015 sin mayorías absolutas, presiones para que el PSOE hiciera una gran coalición con el PP o al menos se abstuviera, renuncia de Rajoy a presentarse a la investidura -con la colaboración de Felipe VI-, conversaciones de investidura de Sánchez, fracaso, acercamiento a Podemos y Ciudadanos, pacto de gobierno del PSOE con Albert Rivera, fracaso en la investidura, convocatoria de nuevas elecciones, mínimo histórico del PSOE en la repetición electoral de junio de 2016, acuerdo de gobierno de Rajoy y Rivera, fracaso de Rajoy, intentos de investidura de Sánchez, mayor acercamiento a Podemos, amenazas de los barones a Sánchez por ese acercamiento, defenestración de Sánchez en el Comité Federal del PSOE, formación de una gestora en el PSOE que se abstendrá para que gobierne Rajoy, renuncia de Sánchez a su escaño desde el discurso del “no es no”, primarias del PSOE encaradas por Sánchez desde un discurso “podemizado” de izquierda, entrevista con Jordi Évole de Sánchez reconociendo que se había equivocado primando a Ciudadanos sobre Podemos, reconocimiento de las presiones del IBEX 35 y del grupo PRISA, victoria en las primarias y regreso de Sánchez a la secretaría general del PSOE pero sin escaño, moción de censura contra Rajoy organizada por Pablo Iglesias sin contrapartidas, elección de Sánchez como Presidente de gobierno, elecciones de 2019 con un discurso de colaboración con Podemos, mayoría relativa del PSOE en las elecciones (de 123 diputados), olvido de todas las promesas de izquierda de Sánchez en las primarias y en las elecciones, petición al PP y a Ciudadanos de una abstención para no tener que gobernar con Podemos, endurecimiento del discurso y de la negociación con Unidas Podemos, agravada tras el mal resultado de la formación en las elecciones municipales y autonómicas. Y donde dijo digo, empezó a decir Diego.

¿Qué Sánchez es el que está negociando con Unidas Podemos el gobierno de España? ¿El del discurso de izquierdas que ganó la Secretaría General con su enfrentamiento a barones y banqueros? ¿El burócrata de toda la vida del PSOE? ¿El que colaboró en la reforma del artículo 135 de la Constitución, el que dijo que había que endurecer el delito de rebelión, el que amenazó con más artículo 155 en Catalunya, el que insultó a Corbyn? ¿El que le echó la culpa al IBEX 35 o el que le echa la culpa a Pablo Iglesias?

Sánchez acaba de dar pistas: ha pactado con los liberales y la derecha europea entregarle la Presidencia de la Comisión europea a Van der Layen, ministra conservadora de defensa de Angela Merkel en el gobierno de Gran Coalición que tienen allí sus socios socialdemócratas del SPD. Al tiempo, postula a Nadia Calviño, su perfil más neoliberal, a la Presidencia del FMI. Siendo Europa el freno a las políticas sociales ¿qué hace Sánchez apoyando los perfiles más conservadores que dificultarán muchísimo cualquier avance en España?

Mientras, en España sigue confiando su futuro a otro golpe de suerte gestionado por otros (como el que le sacó del barro con la moción de censura), al tiempo que representa el guión de mercadotecnia de Iván Redondo. Pero no le están saliendo las cuentas. Rivera sabe que una abstención para que gobernara Sánchez le entregaría el bastón de la derecha a Casado, puesto por el que lleva luchando desde que saltó al ruedo nacional. Y su soberbia -la misma que le ha echado en brazos de VOX- no le va a dejar abandonar ese sueño después de tantas encuestas y entrevistas en Antena 3 y TeleCinco diciéndole que es el elegido de los dioses. Casado sabe que una abstención del PP implicaría una suerte de Gran Coalición que rompería el juego bipartidista, entregándole el testigo a Ciudadanos y dejando el espacio de la izquierda a Unidas Podemos. No parece nada probable. Queda intentar doblar el brazo a Podemos.

Hemos visto estos días a Pedro Sánchez decir una cosa y la contraria en espacios a veces de unos segundos -como cuando reconoció en la entrevista en la Sexta que le había dicho a Rivera qué quería para negociar el gobierno para al instante reprocharle a Iglesias sus críticas de que estaba queriendo negociar con Rivera-. Lo que denota la sempiterna ausencia de ideología y el único objetivo de la gestión mediática de todo lo que ocurre. La lógica de imponer el relato derrota a la coherencia y a la ideología.

Pero es verdad que Sánchez ha ido cambiando su posición para terminar clarificando lo que pasa: le da miedo que alguien más preparado y con más carisma que él esté en el Consejo de Ministros. Lo que dice poco de Pedro Sánchez. Ha terminado asumiendo que está dispuesto a que haya Ministros y Ministras de Unidas Podemos siempre que no esté Pablo Iglesias (que pensarán lo mismo respecto de Catalunya, Europa, etcétera.). Pero sus miedos no se los puede cobrar a la democracia.

Ese miedo mal procesado debilita la democracia, porque establece vetos que no son de recibo en una democracia parlamentaria que tiene que aprender a negociar. Además de demostrar la enorme debilidad del PSOE, que tendría que respetarse más a sí mismo y no tenerle miedo a un partido joven como Podemos. Aunque se trata del mismo partido que, como decía, acaba de poner un tronco en las ruedas de la actualización por ley de las pensiones al IPC al colocar en la Presidencia de la Comisión Europea a una neoliberal y proponer a otra neoliberal para el FMI (aunque luego dirá que son apuestas feministas, aunque esas dos mujeres les quiebren una vida digna a millones de mujeres).

Pese a la enorme presión, las bases de Podemos han sido claras: estamos en el siglo XXI y los vetos no caben en una democracia que se respete. Porque si Unidas Podemos cede ¿qué es lo siguiente? Porque en el fondo, lo que está pidiendo Sánchez es que haya ciudadanos en España sin derechos políticos. Claro que cualquier poder nunca quiere cerca a los líderes de otros partidos. Pero para permitirte ese lujo, o te buscas mejores líderes o sacas mayoría absoluta. En ausencia de esas dos cosas, solo te queda negociar.

Es verdad que también está ahí la voluntad desesperada de no poca gente que no entiende cómo es posible que el PSOE y Unidas Podemos no son capaces de ponerse de acuerdo. Que se parece mucho a los hijos que no quieren que sus padres discutan. Pero cuando hay peleas matrimoniales, no es verdad que los dos tengan la misma culpa. La amenaza de una derecha frotándose las manos ante la falta de diálogo en la izquierda hace más acuciante ese diálogo. Pero la línea azul pardo del PSOE diciendo a su socio quién puede entrar y quién no en el gobierno no es aceptable. Aunque todos los tertulianos sigan insultando a Podemos a ver si así les asustan.

Sánchez ha ido virando con cuentagotas y de manera predecible. Como en un mal guión de película de serie B (La inflación de series va a devolver la gloria a los libros y la conversión de la política en un espectáculo televisivo dará vida a políticos con más ideas que estrategias pensadas para los focos). Parece que la última oferta de Pedro Sánchez ya habla de “gobierno de colaboración” con Ministros y Ministras de Unidas Podemos. Como le ha planteado Podemos desde la noche de las elecciones. Ningún demócrata en España de ningún partido debiera asumir que hay listas negras en España. Va siendo hora de recuperar todo el tiempo perdido. Quedan pocos días para ponerse de acuerdo. El chantaje de las elecciones es perfectamente idiota porque no queriendo nadie en el país elecciones salvo la derecha, Sánchez se juega la Presidencia, el Senado y su credibilidad. Aunque le quiera echar las culpas a otros. Hay que dejar de hablar para la galería. Está en juego un proyecto esperanzador para España y para Europa o la incorporación de nuestro país a esa usurpación de la democracia que son las grandes coaliciones o los gobiernos de derecha tutelados por la extrema derecha. El primer paso es que desaparezcan los vetos. Eso facilita muchas cosas.

Cuando Pablo Iglesias dice que no acepta vetos está defendiendo los derechos políticos de casi cuatro millones de votantes que, además, no se meten en las listas de otros partidos. Cuando Pedro Sánchez dice que gobierno con Unidas Podemos pero sin Pablo Iglesias ¿a quién está defendiendo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario