POR UN GOBIERNO DE
LAS IZQUIERDAS
CTXT
La incertidumbre es
un componente esencial de la democracia. A nueve días de las elecciones, no
puede descartarse ningún resultado, y es cierto el riesgo de que la extrema
derecha y la versión más retrógrada de las otras dos derechas, PP y C's, ahora
ya sin complejos, sumen una mayoría en el Congreso. Si esto sucediera, España
entraría en una involución política severa: recortes de derechos; agravamiento
de las tensiones territoriales, y protagonismo absoluto de los reaccionarios
que han convertido las falacias, la demagogia, la desmemoria, la confrontación,
la chulería y el machismo en armas políticas. Es fundamental, por tanto, una
movilización masiva del electorado progresista si no queremos vernos en un
escenario similar al que están viviendo Italia, Brasil o Estados Unidos (y
Andalucía).
Si las derechas de
la foto de Colón no obtienen mayoría absoluta, se abren varias posibilidades.
Las más relevantes son estas: un gobierno en minoría del PSOE con apoyos
variables de Unidas Podemos, Ciudadanos y los grupos nacionalistas; un acuerdo
o gobierno de coalición entre PSOE y Ciudadanos; y un acuerdo o coalición entre
PSOE, Podemos y algún partido nacionalista (con más probabilidad, Compromís y
el PNV que los catalanes).
En CTXT estamos
convencidos desde 2015 de que la mejor opción para el país es la tercera; y una
vez más, abogamos por una coalición de gobierno de las izquierdas, con
ministros del PSOE y de Unidas Podemos. Para esto es necesario que tanto PSOE
como Podemos obtengan unos resultados que acerquen la suma de ambos a la
mayoría absoluta, o al menos que sean lo suficientemente amplios como para no
depender de un apoyo continuado –y siempre incierto– de los partidos
procesistas catalanes.
Un gobierno en
minoría del PSOE con apoyos variables sería un mal menor: el PSOE sin duda se
sentiría más libre en esas condiciones, pero, como ha sucedido en otras
ocasiones, conformaría un gobierno frágil e inestable, en busca permanente de
apoyos y con poca capacidad para resistir los ataques filibusteros de una
derecha envalentonada y las presiones de los grandes grupos de poder económicos
y mediáticos.
Un gobierno del
PSOE con Ciudadanos podría abrir el camino a reformas dirigidas a mejorar la
eficiencia, pero las políticas sociales y de igualdad que tanto se necesitan
para paliar los efectos más lacerantes de la recesión y la austeridad quedarían
aguadas o incluso bloqueadas. Además, el apoyo de Ciudadanos impediría
cualquier avance en la resolución de la crisis constitucional catalana. La
alianza con un Ciudadanos cada vez más derechizado e híper-nacionalista
llevaría al Partido Socialista a asumir políticas neoliberales, las mismas que
en el pasado provocaron su debacle electoral (entre 2008 y 2015, el PSOE perdió
la mitad de sus votantes), y profundizaría el clima de confrontación en
Cataluña.
Un gobierno del
PSOE y Unidas Podemos, sin embargo, podría culminar algunos de los proyectos
que quedaron inconclusos en esta legislatura, empezando por los Presupuestos
Generales del Estado pactados por ambas fuerzas, con un fuerte componente
redistributivo con respecto a ejercicios fiscales anteriores. Garantizaría una
agenda nítidamente social y a favor de las políticas de igualdad, las pensiones
públicas y la transición ecológica. Y proporcionaría la estabilidad suficiente
para abordar problemas largos y complejos como el territorial. La presencia de
Unidas Podemos en el gobierno serviría, además, para frenar la deriva liberal
que suele sufrir el PSOE cuando llega al poder; para desterrar prácticas tan
deleznables como las de Villarejo y compañía, para reforzar las políticas de
memoria, justicia y reparación y para derogar leyes tan inicuas como la ley
Mordaza.
Sabemos bien que
las élites mediáticas y económicas españolas y europeas harán lo posible por
torpedear un posible gobierno PSOE-Unidas Podemos. Ya hemos vivido eso antes.
La tarea exigirá además cintura y valentía por parte de Pedro Sánchez y los
socialdemócratas, y una buena dosis de pragmatismo y calma por parte del
partido liderado por Pablo Iglesias. Pero, antes que nada, hace falta que el 28
de abril haya una movilización amplia e incontestable de las votantes y los
votantes de izquierda y centro izquierda.
Animamos por tanto
a nuestras lectoras y lectores a acudir en masa a las urnas, y a votar sin miedo
y con esperanza, siendo conscientes de la gravedad del momento político que
vivimos, y del peligro para los consensos básicos, la convivencia y las
libertades que supondría un gobierno de las derechas con la extrema derecha.
Abstenerse es una opción tan legítima como cualquier otra. Pero quedarse en
casa esta vez acarreará consecuencias terribles.
Y después, será
tarde para lamentarse.
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