¿ERA NECESARIO HACERLE ESTE FAVOR
A LA ULTRADERECHA?
ESTEBAN ORDÓÑEZ
¿Era necesario que
la Junta Electoral le hiciera este favor a Vox? Lo lógico es pensar que podría
haberse evitado, aunque, en realidad, no. La única alternativa existió meses
atrás. Consistía en que los medios de comunicación masivos se hubieran
resistido y hubieran decidido alimentarnos con información y no con pienso
político... Pero eso era imposible.
Se habría evitado
si no se hubiera normalizado la propagación de los mensajes de una ultraderecha
sin fimosis y con una inclinación genital a vulnerar los derechos humanos.
Se habría evitado
si muchos no hubieran dedicado años a meterle el bisturí en la cara a la
pluralidad democrática y al derecho a la información hasta lograr que se
parecieran a lo que en realidad les interesaba hacer: atiborrar a la audiencia
de anabolizantes.
Hoy es normal el
circo. Hoy somos incapaces de distinguir la información de una subasta de
estridencias.
¿Cuánta de la
pluralidad que ahora obligaba a incluir a Vox en el debate por sus datos en las
encuestas no fue causada directamente por el eco que los de Abascal y Smith han
venido recibiendo en los medios masivos? Sin tanta propulsión, ¿estarían
rozando los 30 escaños? Que no me confunda nadie. No hablo del eco, sino de la
forma del eco; de una cobertura mediática sin procesar, de un vertido.
Para que se
entienda, lo que han hecho los medios con Vox se parece a esto: había un
nubarrón que arrojó agua en Andalucía sin que nadie lo esperara y, en vez de
pensar que quizás las condiciones climáticas del resto del país no eran las
mismas y esperar, se decidió realizar una obra colosal de ingeniería: se
construyó un cauce inmenso e impermeable hacia el Congreso para que no se
desperdiciara ni una mínima gotita. Se ha formado un río.
Y no solo eso, han
ayudado al río a contaminarlo todo. Han interpelado a todos los partidos y
candidatos para que se dediquen a responder a los absurdos de la ultraderecha.
El poder, ya se sabe, es siempre de quien fabrica la pregunta.
Pero ahora, de
pronto, Vox se queda fuera del debate, de la cita histórica, de la catarsis del
siglo, del acabose.
¿Qué va a hacer
ahora quien no sabía todavía si votar a Vox? ¿Qué pensarán los indecisos que no
se han leído el programa ni escuchado todos los telediarios ni seguido todas
las tertulias?
Debemos salir de la
burbuja de la actualidad y de los nombres propios y de las filias y los
achaques de los políticos y periodistas. Los periodistas y los lectores asiduos
tenemos la tara (grande, soberbia) de creer que nuestro mundo es Todo el mundo.
No es así. Mucha gente decide su voto después de oír un par de veces a un tipo
que dice algo que nadie dice, algo que suena iluminado, que le repara algún
complejo o que le entretiene. Y no miran más allá: no es que sean cazurros,
simplemente, están a otras cosas (esa es otra: están en su perfecto derecho de
estar a otras cosas; por eso, la labor periodística debería cuidar más la
información ligera y rápida, la que se propaga fácil).
El caso: ¿Qué pensará
hacer el 28A esa gente después de oír a bombo y platillo que les han prohibido
acudir al debate a los que habían conseguido llamar su atención? La épica de
votar a Vox no terminaba de cuajar, no dejaba de sonar engolada. Esto la ayuda.
Lo más cruel es,
como siempre, la ironía. Muchos de esos potenciales votantes de Vox
probablemente habrían dejado de votarlo si Abascal hubiera participado en el
debate. El líder de ultraderecha (su personaje político) es incompatible con
ese tipo de formatos. En un partido identitario, la horma del liderazgo (la
estética, la teatralidad) es todo. Al político-empotrador se le arruina el
hechizo si se le obliga a inclinarse a un diálogo con cuatro contrincantes a
los que, además, no puede uniformizar porque están delante y porque hablan.
Pero, sobre todo, el empotrador pierde su poder cuando se le impone un respeto
a unas pautas y a unos tiempos. La ultraderecha, aquí y en la China Popular,
necesita hacer ver que está todo el tiempo domando cosas. Por el momento han
domado la agenda mediática.
No hay comentarios:
Publicar un comentario