DEBAAAAAAATES ELECTORALES
DAVID BOLLERO
Los debates
electorales son necesarios en una democracia madura. ¿La nuestra lo es? Debería
serlo, pero lo que no es es una democracia seria, gracias a la acción de la
clase política. Esta campaña hemos asistido atónit@s cómo el comité de campaña
de Pedro Sánchez huía de la televisión pública para, después, regresar obligado
por las circunstancias, pero con el agravante de querer imponer su fecha.
Finalmente corrigió, pero el daño ya estaba hecho, para su imagen y para el
resto de la ciudadanía, a la que ahora se le van a atragantar dos debates
electorales consecutivos.
El hecho de que hoy
y mañana se celebren los dos debates electorales es un error antológico.
¿Alguien cree que ayudará a combatir la desafección política este empacho de
careos? Otra cosa hubiera sido si las dos cadenas hubieran tenido altura de
miras y se hubieran repartido los ejes temáticos; de ese modo, los candidatos
podrían profundizar sobre cuestiones económicas, sociales, educativas… y el
objetivo del debate, que no es captar audiencia sino informar a la ciudadanía,
se habría conseguido holgadamente.
Esa posibilidad ni
siquiera ha estado encima de la mesa. Perdemos tod@s, porque en el segundo
debate nos convertiremos en periodistas de caravana electoral, esto es, en
víctimas de los discursos repetitivos mitin a mitin, salpicados con alguna que
otra frase ingeniosa. Visto el transcurso de esta campaña, en lo único en lo
que los candidatos produndizarán será en bajar al barro…
Por otro lado, la
prensa ha malacostumbrado a la clase política a lo largo de nuestra democracia.
Históricamente, son los candidatos quienes imponen sus condiciones y no l@s
periodistas. Error. Es el profesional de la información quien debería imponer
el marco del debate, los ejes temáticos, los turnos, los planos y
contra-planos… normalmente no sucede así y es una pena porque, de hacerlo, veríamos
quién accede y quién no a debatir, retratándose; del mismo modo que los propios
medios se retratan si en estas condiciones favorecen más a un candidato que a
otro. Decididamente, nos falta mucha cultura de debate político.
Por último, dos
cuestiones finales: seguimos siendo víctimas del imperialismo de la televisión,
como si los debates en otros medios de comunicación no fueran igual de válidos.
En ese sentido, Vox ha vuelto a hacer el ridículo llorando por las esquinas
porque la ley electoral no le permite participar en el debate de mañana y, al
mismo tiempo, faltando a debates a los que se le invita en la radio. ¿Qué se
puede esperar de un partido que tanto miedo tiene a enfrentarse cara a cara a
l@s periodistas? Sus lagunas de conocimiento superan a la fosa de Las Marianas.
La segunda
cuestión, muy ligada a ésta, es la ley electoral, tan caduca y obsoleta como
nuestra Constitución. Tan absurda es la prohibición de la participación de Vox
en un debate como que quienes más visibles son, más espacios públicos tengan a
su disposición para seguir siéndolo, privando a las nuevas formaciones de darse
a conocer. De nada sirve ahora gimotear como anda gimoteando Santiago Abascal,
pues cuando militaba en el PP jamás se quejó, pues esa misma ley es la que favorecía
el ascenso de los populares y, con ello, los años de mamandurrías de las que
vivió el líder de Vox.
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