HUELGA FEMINISTA: HISTORIA DE LAS MUJERES EN 3.650 MILLONES DE OLAS
POR PATRICIA REGUERO
La historia del
feminismo se ha contado en tres olas, pero esas olas se quedan cortas al
intentar abarcar la diversidad de los movimientos de las mujeres en todo el mundo.
La humanidad está llena de ejemplos de sororidad.
Al menos 50.000
mujeres fueron asesinadas en 2017 por sus parejas, exparejas o familiares, en
su mayoría hombres, por el hecho de ser mujeres, según datos de Naciones
Unidas. La Organización Mundial de la Salud estima que cada año se practican 25
millones de abortosinseguros. 200 millones de niñas y mujeres son víctimas de
la mutilación genital femenina, según UNICEF. Las ganancias ilegales de la
trata de personas alcanzaron los 150.000 millones de dólares, según datos de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 2014, de los cuales 90.000
millones corresponderían a la trata con fines de explotación sexual.
Es tan solo una
pequeña muestra de algunos de los datos que recoge el Atlas de las mujeres en
el mundo, las luchas históricas y los desafíos actuales del feminismo (Clave
Intelectual, 2018), y que planea de Argentina al Kurdistán, y de las beguinas
del siglo XII a las mujeres iraníes en 2018. Según Lourdes Lucía y Ana Useros,
directora y coordinadora de este compendio que sigue el espíritu de los atlas
de Le Monde Diplomatique, “en todos los campos y ámbitos de la vida, las normas
que rigen cualquier sociedad han establecido un yugo patriarcal que somete,
discrimina, ofende y humilla a esa otra mitad de la población”.
Los datos que más
duelen son los referidos a las violencias contra las mujeres, pero hay muchos
más. El 74,7% de los presidentes y miembros de consejos de las principales
compañías que cotizan en las bolsas europeas son hombres. En 2018, las mujeres
fueron solo el 21% del total de personas participantes en el Foro Económico
Mundial de Davos, la cifra más alta en sus 48 años de existencia. Las mujeres
cobran un 24% menos que los hombres según ONU Mujeres y son mayoría en sectores
con ingresos más bajos.
“La intención del
atlas era contar lo más objetivamente posible cómo está la situación de las
mujeres en el mundo, pero la cosa está de tal manera que no se puede contar esa
historia sin incluir las resistencias que genera; el feminismo en este atlas es
una consecuencia”, dice Useros.
Ambas reconocen que
contar la situación de 3.650 millones de personas, el número de mujeres de una
población mundial de más de 7.000 millones, era difícil y que, mientras el
libro pasaba por sus fases finales antes de llegar a las librerías, surgirían
nuevos movimientos. Un ejemplo de lo que no está: en enero de este año,
millones de mujeres formaron un muro humano de 620 kilómetros en India, después
de que dos mujeres desafiaran la prohibición centenaria de entrar en un templo
en el Estado de Kerala. Lo que sí está: la movilización por el derecho al
aborto en Argentina, la organización de las mujeres en el Kurdistán o la huelga
feminista de 2018 en España, además de muchos datos e hitos que dibujan un mapa
de sororidad global.
SORO… ¿QUÉ? UN
CONCEPTO NO TAN NUEVO
Tres mujeres se
quitan el velo y cantan una canción en el metro de Teherán. Un día antes, una
mujer había sido sentenciada a dos años de prisión por quitarse el velo en
público. Decenas de feministas reparten silbatos en las principales ciudades de
Marruecos en una contra el acoso callejero. Miles de mujeres denuncian la
justicia patriarcal que ve “jolgorio” en una violación en España. Aunque el
término entró en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española en
diciembre de 2018, los ejemplos de pactos entre mujeres basados en la
“sororidad” son muchos a lo largo de la historia. “La sororidad no tiene nada
que ver con el ordenamiento jurídico, ni con instituciones ni con estructuras,
sino con un cierto sentimiento que se produce espontáneamente en los sitios más
extraños, desde las comunidades de monjas a la cola de la pescadería”, explica
Useros.
Useros señala,
aludiendo al capítulo “Sororidad, un pacto entre mujeres” que firma la filósofa
argentina María Luisa Femenías, que el concepto de fraternidad, que se
populariza como “hermano pequeño” de la tríada “libertad, igualdad,
fraternidad” de la Revolución francesa, tiene la particularidad de que no se
puede articular políticamente —como sí sucede con los otros— y se convierte en
un término revolucionario y “poco articulable en términos legales” que, sin
embargo, no encontraba su equivalente entre las mujeres. No solo eso, sino que
“mientras que la amistad entre mujeres se presenta como natural, la relación
entre mujeres habitualmente se muestra como un vínculo plagado de conflictos”,
sostiene Femenías.
Para Femenías,
aunque los términos fraternidad y sororidad son lógica y lingüísticamente
equivalentes, no lo son en su uso político, público, social y jerárquico. La
sororidad se refiere así a pactos no necesariamente explícitos, basados en la
confianza recíproca, respeto mutuo y la valoración positiva de la otra mujer,
rechazando la dependencia emocional, económica, de clase o identitaria de una
figura masculina de la que obtener reconocimiento. “La sororidad habilita una
sociedad desjerarquizada que, al mismo tiempo, posibilita un cambio fundamental
en el modo de entablar las relaciones de género, tendente a la transformación
social”, concluye Femenías, que advierte de que “las relaciones humanas son
culturales”, por lo que las relaciones que se conforman dependen de las
circunstancias sociohistóricas.
Como ejemplo de esa
relación, la historia ha dejado a las beguinas, en el siglo XII, una asociación
de mujeres cristianas que dedicaban su vida a la ayuda a pobres y enfermos,
trabajando para poder mantenerse, mucho antes de que la teoría feminista
empezara a poner fechas y nombres a la historia de la organización de las
mujeres como movimiento social y político.
¿CUARTA OLA? O UN
FEMINISMO PARA EL 99%
“Puede llamarse
cuarta ola o puede llamarse feminismo para el 99%, como lo caracterizan las
académicas estadounidenses”, mantienen María Florencia Alcaraz y Agustina Paz
Frontera en el capítulo “La generación ni una menos”. Las argentinas lo tienen
claro: se ha dado un paso más en la historia del feminismo en el que las
mujeres han reforzado su protagonismo y han podido instalar en la agenda
política nuevas demandas. Esto que algunas entienden como “cuarta ola” tiene
como herramienta fundamental internet y como rasgo característico la
masificación del movimiento feminista.
Pero ¿surfeamos ya
en la cuarta ola? “Las olas son constructos teóricos y artificiales, que pueden
ser saludables para intentar entender, pero que, como todo constructo teórico,
está sujeto a limitaciones”, explica Lourdes Lucía. “Una teoría se construye
para facilitar la comprensión de un asunto, pero es algo limitado y cambiable”,
mantiene.
El feminismo,
entendido como una corriente de acción política que surge cuando las mujeres
toman conciencia de la desigualdad, se explica en tres olas. La primera ola
identifica esa desigualdad y encamina sus acciones a conseguir la igualdad
jurídica y el derecho al voto, que se convirtió en una lucha central a finales
del siglo XIX. En la segunda ola se añade que “lo personal es político” y se
describe el sistema patriarcal, además de como opresor, como terriblemente
violento con las mujeres. La tercera ola, a partir de los años 80 del siglo XX,
amplía el sujeto del feminismo y surgen nuevas miradas y preguntas.
“Yo pensaba que
seguía tranquilamente haciendo surf en la primera ola”, dice Ana Useros, que
considera “prematuro” hablar de una cuarta ola. Desde la tercera, o la cuarta
ola, o desde una ola propia, o desde ninguna, millones de mujeres han
demostrado en todo el mundo su capacidad de organizarse ante un mismo sistema
que encuentra formas propias de adaptarse y tratar de mantener a las mujeres en
un segundo plano en todo el mundo. Y han sido las mujeres las que han señalado
la misoginia de Jair Bolsonaro en Brasil o la de Donald Trump en Estados
Unidos, como han sido también ellas quienes han denunciado el peligro que las
extremas derechas representan para los derechos de la mujeres en Polonia o
Andalucía.
Por eso, este año
la huelga feminista se enfrenta al reto de ser global y de desbordar un día, el
emblemático 8 de marzo, para luego seguir. “Iré, iremos a la huelga el 8 de
marzo, pero también hay que seguir luchando todos los días del año”, explica
Lourdes Lucía.
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