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miércoles, 2 de enero de 2019

BOLSONARO, ¿UN TIRANOSAURIO ELEGIDO PRESIDENTE DEL BRASIL?


BOLSONARO, ¿UN TIRANOSAURIO ELEGIDO PRESIDENTE DEL BRASIL?
FERNÁN MEDRANO

«Los negros no hacen nada, creo que ni como reproductores sirven más», declaró de manera abierta y descarada en la campaña electoral Jair Messias Bolsonaro, presidente ultraderechista de Brasil, un país donde la mayoría de la población es negra o afrodescendiente.

Para calificar a Bolsonaro, sin embargo, se puede recurrir a un surtido de adjetivos y decir que él es un tipo desvergonzado, deslenguado, lengüilargo, desbocado, mal hablado, y aun así sin duda nos quedaríamos cortos.

De Bolsonaro también se puede afirmar que es un tiranosaurio político que llega a revivir la tradición de las pasadas dictaduras que padeció América Latina. No obstante, la dictadura, esta vez transfigurada, intenta reactivarse en un gobierno con apariencia democrática: intenta absurdamente reactivarse por la vía electoral, esto es, y como quien dice, la dictadura retorna de la mano de los ciudadanos. Y es que por lo visto y lo escuchado al propio Bolsonaro, el suyo será un mandato ejercido de forma despótica.

Las palabras y las acciones del mismo mandatario me dan la seguridad para expresar que lo peor que le puede suceder al Brasil tiene nombre propio, y se llama Jair Messias Bolsonaro. Lo que más me duele es saber que el primer damnificado por el odio de Bolsonaro, será justamente el pueblo que lo eligió para que ocupe el cargo de Presidente de la República Federativa del Brasil.

Bolsonaro es un tipo que no sólo está dispuesto a decir cosas monstruosas, sino asimismo a hacerlas. Aunque Bolsonaro fue elegido presidente del Brasil, eso no es un presidente, es un desquiciado ocupando el más alto cargo de elección popular del gigante suramericano. Por eso, me atrevo a garantizar, que de ser contada la historia de Bolsonaro en lo más espeso de la jungla, hasta asustaría las víboras.

Por otra parte, cabe formularnos la pregunta sobre qué vamos a hacer con tantas falsas iglesias cristianas, con tantos medios de desinformación y con tanto ‘think tank’ ultraderechista en América Latina; porque es necesario resaltar que, sin estos antedichos medios de embrutecimiento del pueblo, Bolsonaro no hubiera salido a la superficie política del Brasil.

Creo que algunos gobiernos progresistas de la Patria Grande intentaron domesticar al capitalismo salvaje, pero no pudieron, y éste ahora ha vuelto más agresivo. Al capitalismo salvaje no hay que amansarlo: lo que hay que hacer con él es liquidarlo, creando un proyecto político, económico y social que lo supere.

Creo que los gobiernos progresistas tienen que aprender que, como diría Ernesto Che Guevara, no podemos «llegar al pueblo como llega una dama aristocrática a darle una moneda», o a llevarle comida, o a sacarlo de la pobreza material, únicamente.

Al pueblo es necesario organizarlo y formarlo políticamente, porque de lo contrario, vienen los medios de embrutecimiento masivo a bombardear con sus falsas noticias, vienen los ‘think tanks’ de ultraderecha a inundar las redes sociales, y vienen las falsas iglesias cristianas a contaminar la cabeza y a dar al traste con lo poco de democracia que se ha ido construyendo en algunos países de América Latina desde el más reciente período progresista.

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