VAGOS Y MALEANTES DEL PP
DAVID TORRES
Uno de los tópicos
más persistentes respecto a la derecha española es que ellos tienen muchos
defectos, sí, pero en cuestiones de dinero son muy serios y además en sus manos
la economía funciona. Podrán montar sucursales de la Cosa Nostra en cada
comunidad autónoma, podrán utilizar la policía para espiar a sus rivales
políticos y perseguir titiriteros, podrán ponerse a condecorar vírgenes y
muñecos de madera como locos, podrán cagarse en la cultura y dejar la industria
cinematográfica hecha unos zorros, pero a la hora de la verdad, no pierden ojo
de los índices bursátiles y la buena marcha del negocio. Sobre todo en
Venezuela.
Para desmentir este
bulo no hace falta recurrir a los grandes números, a la deuda, al agujero de
las pensiones y a todos esos datos ciclópeos que siempre pueden desmentirse con
un gráfico adecuado. Basta observar el detalle de que España acumula más de dos
años y medio de retraso en la aplicación de las leyes hipotecarias europeas, lo
que puede traducirse en una multa que rondaría los cien millones de euros. Hay
79 directivas europeas pendientes de aplicación en el sistema financiero
español, 28 de ellas fuera de plazo, y todo porque durante la pasada
legislatura el gobierno de Mariano Rajoy en general, y el ministerio de Luis de
Guindos en particular, estuvo muy ocupado rascándose el forro de los sobacos.
En el lote de los deberes sin hacer hay directivas de todo tipo, desde algunas
relativas al fraude fiscal o el blanqueo de capitales hasta otras relacionadas
con secretos comerciales o planes de pensiones.
En los pocos meses
que lleva al frente de Economía, Nadia Calviño y sus asesores han tenido que
ponerse las pilas y empezar a tramitar leyes y decretos a toda máquina, la
inmensa mayoría de los cuales deberían estar en funcionamiento desde muchos
meses atrás. No hay que olvidar que la cachaza proverbial de Mariano (ese
fabuloso dominio de los tiempos que consiste en sentarse a leer el Marca) ha
sido siempre vista por sus incondicionales como una de sus grandes virtudes.
Los problemas, para el ejecutivo mariano, bien se resolvían solos o no se
resolvían de ninguna manera, excepto el conflicto catalán, que lo mejor fue
intentar resolverlo a hostias. De hecho, el pifostio independentista ha sido la
gran excusa del PP para no dar ni palo al agua y dedicarse a imitar sutilmente
a Celia Villalobos. El Candy Crush no tiene secretos para ellos.
¿Qué hacía mientras
tanto el inefable Luis de Guindos, el aguerrido capitán que dirigía una de las
filiales europeas de Lehman Brothers en el espectacular cenit de su derrumbe
financiero? Básicamente trabajando en su futuro personal, postulándose como
candidato a vicepresidente del Banco Central Europeo, donde podrá seguir
haciendo el Billings, es decir, siguiendo el ejemplo del mejor secundario
cómico de The Shield, aquel tipo que cuando lo ponen a dirigir la comisaría más
chunga de Los Angeles monta un negocio de máquinas expendedoras y se tumba a la
bartola. El que venga detrás, que arree.
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