LOS SIETES RISCOS. ..6
DUNIA SÁNCHEZ
6
Y todo era temblor,
tanto , que los árboles emanados en la misma aldea desprendían sus raíces de la
honda tierra y caía, tanto, que las hojas desparramadas a ras del suelo
agonizaban en un llanto de sangre. Los
rostros se paralizaban y estáticos miraban al cielo. Un cielo inmutable,
sereno, con el los filigranas solares deslumbrados los ojos abiertos de terror
de las gentes de ese pueblo. Se abría la superficie pero nadie caía muerto en
sus fosas, solo el temblor. La culpa los
espantaba, los escandalizaban. No se movían sino dejaba que la mañana dejara
como de costumbre de estremecer sus tullidas seseras. Sí, la culpa. Se sentían
pecadores ante la iglesia, ese gran iglesia construida en medio de esa especie
de ciudad. Cuando acababa, todos, con la celeridad de sus almas adulteradas iban
a ella. A esa iglesia de siglos donde seguro que con sus rezos de rodillas los
salvaría un día más. Entonces, por una de sus columnas salía el cura, el
sabedor de todos los hechos y tempestuoso declamaba una oración. “ Por la fe de
Dios, nuestro dios, nuestro padre nos reunimos aquí como verdad de la
purificación. El os perdona, os salva de cada pecado cometido mientras sigáis
con la promesa de profesar sus reglas, sus palabras ¡oh Díos¡ perdona a estas
personas , personas que algún mal han cometido y por ello perdónalos ¡Alabanza
al señor¡ nuestro Dios. Ya podéis ir tranquilos, la calma viene con el perdón
¡Alabanza al señor¡ Todos con la cabeza gacha murmurando la oración “ Alabanza
al señor, que nos pernode. Cual mía …culpa mía”. Cada cual iba a sus labores,
esos quehaceres propios como si no
hubiera pasado nada, como si ese perdón los aliviara por esa jornada de una
aldea destinada en una isla en medio de los océanos, rodeada por los sietes
ricos de las siete mujeres...
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