VOY POR LAS CALLES...
DUNIA
SÁNCHEZ
Voy por las calles
en un nuevo crepúsculo del día o eso creo. No sé , cada instante, cada esquina
te puede sorprender una mirada, una mirada honda donde los ecos frágiles de mi
vientre se estremecen. Pero no me detengo o me detengo. Suspiro y dejo ir esos
sueños del quizás, del tal vez. Me amarro a una farola y disimulo la distancia
o no, todo puede ser. Su sombra me recorre proporcional a mis pisadas al vacío
de la ciudad, a lo que tendré que andar hasta llegar hasta sus ojos. Sin
embargo, ahora los toco o no, los beso o no, los acaricio con el sutil abrazo de mis pensamientos o no. Simplemente
solo queda un recuerdo, una imagen que se extinguirá con los soles venideros.
Pero yo me empecino, la pesadez de los sentidos, de las emociones me hace vagar
ausente de lo real y vertiginosamente sueño y sueño y no dejaré de soñar. Agazapada
en las luces del alba una lucha derrama febrilmente el caos, el adiós o no.
Nunca se sabe querida. Y retorno bajo mi techo, y me siento frente una pantalla
muda, esperando alguna lágrima. No, no. De sensiblería nada. Mis párpados caen y me dejo ir. Sí, te pienso, te instalo en
mis subterráneos deseos y te amo. Nunca lo sabrás. Basta. La reconditez del
secreto produce serenidad, una tranquilidad o no. Qué los años pasan y una
aprende a no rodar hasta el caos. Bueno, atravieso la oscura pradera de los
mares y me mezo en su violento oleaje ¿Qué expresar de esto? Siempre al final
me quedo observando, examinado mis manos: extrañas, gastadas, nutridas por el
viento infértil de ti. Sí, de ti o no. Me engancho a la sonrisa, porqué no reír
de mi misma o no ¡La vida¡ ¡La vida¡ Ay la vida, tan simple como compleja según
lo hagamos.
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