CASADO Y SÁNCHEZ, MUCHO MÁS
QUE TEATRO BIPARTIDISTA
POR DOMINGO SANZ
Lo del “teatrillo”
es lo que contestó Villegas, de Ciudadanos, a los periodistas en los pasillos
del Congreso, cargando acto seguido contra Sánchez para no liar a su
electorado. Minutos antes se me había pasado la misma idea por la cabeza,
aunque cargando contra Casado, pues no hay que olvidar el lado del que siempre
ha venido el verdadero peligro para la convivencia en España. Muertos
incluidos. Y siendo la versión más creíble la de que la respuesta de Sánchez
fuera personal y espontánea, pues no sería la primera vez que se atreve,
conviene poner orden en la cascada de intuiciones que nos confunden.
Primera. En
organizaciones verticales y autoritarias como el PP, todo se contagia de arriba
hacia abajo, también la verborrea irresponsable. Casado, cuando lo eligieron,
ya era el de la “guerra del abuelo” y otros desprecios a más de la mitad de
España, pero desde que consiguió el liderazgo no deja de provocar, y los suyos
no solo le justifican ante los medios, sino que necesitan parecerse a él. Por
poner un ejemplo, el “murciano” y también secretario general Teodoro ha
declarado que la “Junta de Andalucía se gasta más dinero en prostíbulos que en
educación” y aún sigue en su puesto. Para que citar a García Tejerina, a Dolors
Monserrat o a Hernando y otros bocazas de costumbre. Y así todos menos uno,
Núñez Feijoo.
Segunda. Ningún
político mentalmente equilibrado debe olvidar las circunstancias concretas del
contexto en el que está hablando. Cuando los excesos de Aznar, durante la
decadencia de Felipe González, ni el bipartidismo había hecho agua, ni las
fronteras de España o su forma del Estado estaban tan en cuestión como ahora,
ni más de mil ex militares habían firmado una proclama en memoria de Franco. Ni
tampoco estaba ocurriendo nada de eso cuando Rajoy, Acebes y compañía insistían
en idioteces sobre mochilas o boicots imposibles al Grupo PRISA, durante aquel
odio que les poseyó tras la derrota que se ganaron a pulso con la gran mentira
del 11M. En cambio, Casado está atizando cada día el fuego encendido de todos
estos problemas, a cuyo origen y enconamiento no es precisamente ajeno el mismo
PP. En España, acusar a alguien de “participar” en un golpe de estado
organizado por el equipo contrario es señalarlo. Aunque se trate del presidente
del gobierno.
Tercera. Decía que
excepto Núñez Feijoo, quien se ha visto obligado a romper su silencio. Es el
momento de recordar que ese gallego no quiso participar en unas primarias que
tenía ganadas, pero que también se atrevió a manifestar un desprecio insultante
hacia sus compañeros candidatos cuando anunció que sí podría estar dispuesto a
dirigir el partido en el futuro. Sería por eso de que los líderes en épocas de
crisis son siempre transitorios, pues con aquella decisión vino a calificar de
provisional todo lo que ocurriera en el PP hasta que él hablara de nuevo. Por
si fuera que sí, hoy ha considerado necesario dejar claro que nadie en el PP
piensa que Sánchez sea un golpista. Es listo y sabe que, si Casado y los suyos
siguen por este camino, lo que van a conseguir es que muchos votantes emigren a
VOX, que un día sí y otro también van a estar en los medios como los más
valientes y radicales defensores de la unidad de la patria, pues hablarán desde
las pantallas preferidas por los votantes de derechas, ya que es el único
partido político que lleva la acusación particular en el juicio más importante
de la historia de España, el que en breve comenzará contra los independentistas
catalanes.
Cuarta. También
parece confirmarse, y más aún con el CIS de hoy mismo, la especulación que
defendía que el triunfo de Casado en las primarias del PP era la opción más
conveniente para Sánchez. A la vista de que la división de la derecha se
muestra irreversible, no parece que las maneras de Casado le permitan
convertirse en alguien capaz de promover coaliciones y otras fórmulas que
lleven a los partidos de ese espectro a contrarrestar el castigo que la Ley
Electoral aplica cuando el número de candidaturas se multiplica. Hasta es
probable que Podemos y Ciudadanos congelen la petición para esa reforma. Y
seguro que al PSOE sigue sin interesarle.
Quinta. También ha
preguntado el CIS a los encuestados sobre el ambiente de crispación actual y a
qué políticos consideran los más responsables. Resulta que Casado aparece como
líder en ese ranking. Siendo los excesos crispantes un ejemplo consensuado de
mal comportamiento, muchas personas están pensando que, en el conflicto con
Sánchez, el presidente del Gobierno ha jugado el papel del profesor que expulsa
de la clase al alumno mal encarado para aplicarle un castigo merecido. Más
cuando el mismo CIS concede a Sánchez la mejor valoración, apareciendo el del
PP por detrás del de Ciudadanos, e incluso de Pablo Iglesias. No en vano, hace
unos días el editorial de “El País” tituló “Mal alumno” para hablar de Casado.
Aunque por otro motivo. Es decir, por otro más.
Sexta. Parece
evidente que el correctivo aplicado por Sánchez puede terminar castigando a
Casado a un progresivo y sutil aislamiento, pues el presidente le ha cortado la
línea del teléfono privado al no retirar el propio Pablo personalmente sus
acusaciones. Porque si lo hiciera sería su final. Hay gente importante que
dejará de tener interés en hablar con alguien que ya no sirve ni para ejercer
presión, ni para pedir favores, ni para intercambiar compromisos con el
presidente del gobierno. No estaría de más que Sánchez recuerde que, tras
retirar su acusación de “no decente” a Rajoy, perdió el 26J de 2016 cinco de
los 90 diputados conseguidos seis meses antes, y sin que los ganara Podemos.
Por lo tanto, esta vez no debería perdonar en ningún caso.
Séptima. Esa
estigmatización que podría sufrir Casado como consecuencia de su último y más
sonado exceso también se terminará contagiando a las relaciones que el resto de
actores políticos y sociales establecerán con él mismo y con otros líderes y
portavoces del PP. Uno de los mejores termómetros de las mañanas es el tono que
Pepa Bueno, en La SER, emplea con sus entrevistados. Hoy le ha tocado a Maroto,
del PP, y ella ha estado casi tan agresiva como lo estuvo con Oriol Junqueras
hace poco más de un año, cuando el catalán aún no había sido encarcelado. ¿Esto
significa que la estrategia de Casado está incluso facilitando que muchos periodistas
pierdan esa mezcla de respeto/miedo que siempre ha matizado el tono de sus
preguntas a cualquiera de los políticos del partido que aún no ha condenado el
franquismo? Es probable. Lo pagarán en las elecciones, pues el electorado de
derechas no puede soportar candidatos que solo parezcan autoritarios de
opereta. Las encuestas se lo seguirán advirtiendo, pero creo que ya es tarde
para que puedan cambiar. El precio a pagar se llama Pablo Casado, alguien que
quizás un día termine detestando que el Supremo le dejara seguir en una cima
tan podrida.
Un debate para
concluir. Eldiario.es titula hoy que “El PP diseña una legislatura de
crispación hasta que Sánchez convoque elecciones” con lo que, en lugar de una
noticia contrastada, elige una opinión especulativa para colocar en la portada,
pues no hay pruebas de que alterar los nervios a millones de personas no sea,
en realidad, parte de una estrategia que no pasa solo por unas urnas que no se
anuncian favorables para los de Casado. La otra opinión, tan especulativa como
la que ha preferido Escolar para su primera pantalla, es que Pablo Casado
quiere aparecer como líder de una trama golpista, aunque blanda, en
construcción, por si terminara saliendo adelante un proyecto de esa clase.
Todos los contextos permiten pensar que la amenaza de violencia, desde la
derecha, como argumento para llegar al poder por cualquier medio puede ser la
estrategia elegida. Después, las urnas lo confirmarían, de forma parecida a lo
que ocurría con los referéndums franquistas, aunque en este caso con vestimenta
democrática.
Si el gobierno de
Sánchez quiere defender la democracia, bien haría en vigilar todo lo que hace
el todavía líder del PP durante las 24 horas de cada día del calendario.
Algunos perros ladradores también terminan mordiendo
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